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Endesa e Iberdrola rompen la fusión por las condiciones del Gobierno

Endesa e Iberdrola dieron ayer por fracasada su fusión, y sus presidentes, Rodolfo Martín Villa e Íñigo de Oriol, se acogieron a determinadas condiciones fijadas por el Gobierno para argumentar esa decisión. No obstante, detrás ha estado también la falta de apoyo de los accionistas institucionales de Iberdrola (el BBVA, la BBK y otros socios) que ya se opusieron a la operación en octubre. El fin de esta fusión abre nuevas vías al proceso de reordenación del sector eléctrico. Iberdrola, según los analistas, se convierte en una posible presa para las empresas europeas que quieren tomar posiciones en España. Además, Endesa tendrá que crecer y se especula ya sobre un acercamiento a Fenosa.

Los consejos de administración de Endesa e Iberdrola descartaron ayer seguir adelante con su proyecto de fusión, según la propuesta que los presidentes de estas empresas, Rodolfo Martín Villa e Íñigo de Oriol, respectivamente, presentaron ayer ante los citados organismos. Las razones aducidas por las empresas son, entre otras, la diferente regulación para la sociedad resultante respecto a las otras empresas del sector eléctrico, así como el peso que el Servicio de la Competencia habría tomado en el proceso de desinversión. Martín Villa y Oriol, muy afectados por el fracaso de la operación, se acogieron también a la "inseguridad jurídica y a las incertidumbres inaceptables" que se habían introducido en el proceso por las decisiones aprobadas por el Consejo de Ministros.

Oriol y Martín Villa, junto a quien iba a ser el presidente de la nueva compañía, Manuel Pizarro, ya habían decidido en una reunión celebrada ayer por la mañana presentar la ruptura a los consejos. Y ésta se ha basado en gran parte, según medios consultados, en la falta de apoyo que la eléctrica vasca había obtenido de sus principales accionistas institucionales: el BBVA (10%) y la BBK (7%), que ya se opusieron a la operación cuando el pasado octubre fue presentada, por vez primera, al consejo. Esta posición, con diferente capacidad de expresar sus opiniones, ha sido compartida por los fondos de inversión de Ibedrola, según los analistas.

Por el contrario, el presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, se había pronunciado ayer por la mañana a favor de la operación con las condiciones del Gobierno.

En estos meses, especialmente los principales directivos de Endesa han intentado lograr el apoyo de las entidades financieras vascas, pero éstas han considerado que la integración no creaba valor para los accionistas de Iberdrola. Para Endesa, pese a los límites fijados por el Ejecutivo, la toma de control de la segunda compañía del sector le permitía mejorar su negocio de generación (sobre este punto han protestado por posibles incertidumbres), to-mar posiciones en determinados mercados y eliminar su principal competidor. Y se queda, de momento, sin los cuantiosos ingresos que iba a obtener por la venta de activos que proyectaba destinar, en primer lugar, a la compra de participaciones, centrales y mercados en Europa. Rafael Miranda, consejero delegado de Endesa, precisó que vuelve a su plan inicial que consiste en hacerse con 8.000 megavatios y cuatro millones de clientes en el continente en un plazo de cinco años.

Oriol, por su parte, manifestó que su empresa queda abierta a cualquier acuerdo que le añade valor. Iberdrola "seguirá creciendo", subrayó. No obstante, Javier Herrero destacó que la fortaleza financiera de la empresa le permitiría actuar más como comprador que como objetivo de una adquisición.

En su discurso de ayer, Martín Villa no se quejó del límite de cuotas impuesto al grupo resultante el pasado viernes por el Consejo de Ministros en las áreas de generación (42%), distribución (48%) y comercialización (40%), ya que aunque eran menores de las propuestas por las empresas, permitían la creación de un grupo de un tamaño similar al del líder eléctrico. Los directivos de Endesa e Iberdrola habían mantenido, incluso, antes de hacerse pública la fusión, negociaciones con el Gobierno (Economía y Moncloa).

Las compañías precisaron que, a la hora de decidir acerca de la continuidad o el desistimiento del proceso, los consejos han tenido en cuenta, asimismo, las opiniones emitidas por sus asesores legales, económicos y financieros, y que han adoptado la decisión en la convicción de que responden de la manera más adecuada a los intereses de sus accionistas.

"Iniciamos el proyecto convencidos que lo que nacía era bueno para la sociedad, para el sector y para los intereses nacionales. La primera definición nos correspondía a nosotros pero desgraciadamente las dos restantes no", añadió Villa.

Seis razones que acabaron con la gran operación eléctrica

Modifican sustancialmente el proyecto, afectando en términos negativos y en proporción muy significativa a sus vías de creación de valor.

Incrementan hasta extremos inaceptables las incertidumbres del proceso.

Configuran un marco para el proceso que adolece de un alto grado de inseguridad jurídica.

Dificultan obtener el máximo valor de los activos a desinvertir, introduciendo al mismo tiempo dificultades para la gestión del plan de expansión de la sociedad resultante.

Establecen marcos regulatorios distintos para la sociedad resultante y para el resto de los agentes.

Generan un trato discriminatorio para los accionistas de Endesa y de Iberdrola en relación con otras formas de transmisión de la propiedad de activos eléctricos distinta de la venta de los mismos por las empresas que los poseían cuando los CTC se establecieron.

 

La cúpula de la eléctrica vasca falla en su segundo gran proyecto

La cúpula ejecutiva de Iberdrola ha acumulado, en apenas ocho meses, el segundo fracaso empresarial en lo que se refiere a crear un gran grupo del sector eléctrico. Su presidente, Íñigo de Oriol, ha tenido que recular ante el consejo de administración en dos ocasiones y renunciado a defender unas operaciones que le hubieran provocado un severo varapalo de los principales accionistas y de un nutrido grupo de miembros del máximo órgano de gobierno. Ante la falta de apoyos, Oriol desechó el año pasado la compra de la norteamericana Florida Power Ligth y se reconcilió, aunque fuera sólo a nivel público, con el BBVA, uno de sus accionistas de referencia y claro opositor a la adquisición de la firma norteamericana. Ahora retrocede en la fusión con Endesa, que, vistos los condicionantes marcados por el Ejecutivo, había sumado una nueva oposición. BBK, titular de un 7,5% del capital de la eléctrica vasca, también puso la proa a la fusión por no dar valor al accionista.

Cambios en la cúpula

Fuentes del sector se preguntaban ayer si los principales ejecutivos de Iberdrola pueden seguir gestionando la compañía tras el resultado de la fallida integración con Endesa, independientemente del campo de juego fijado por el Ejecutivo. Las mismas fuentes añaden que se debe apostar por un cambio "tranquilo" que finalice en un relevo "consensuado" del equipos de gestión con el fin de ser capaces de encontrar para Iberdrola un lugar idóneo en el mapa eléctrico tanto nacional como internacional. En el camino se ha quedado dos proyectos, torpedeados por Oriol y su equipo, que colocaban a Iberdrola en la órbita del grupo Repsol.

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