Nuevo contrato social en el siglo XXI
La secuencia de crisis que se precipitaron tras la pandemia en 2020 han acelerado los cambios que venían produciéndose y haciendo más complejo el enfoque desde el que abordarlos. La guerra en el este de Europa y las mutaciones geoestratégicas que subyacen tras ella hacen más palpables los límites del insostenible modelo de crecimiento que la pandemia en buena parte ya desnudó.
Desde esta perspectiva, la transición energética, la reducción de la dependencia de combustibles fósiles por sostenibilidad ambiental pero también por geopolítica, unida a la paulatina implantación de procesos digitales en las formas de producir, distribuir y comunicarse, son un reto de primer orden. Todo ello en un proceso de desglobalización y neoproteccionismo aún de intensidad imprecisa. En este contexto difícil, España y la UE aparecen como un actor político debilitado que, aun así, debe abordar la renovación del contrato social. La capacidad disgregadora de las políticas de austeridad, la desigualdad y la pérdida de expectativas vitales de partes crecientes de las sociedades son un riesgo de implosión interna.
El poder público en la economía debe recuperar protagonismo tras la debacle neoliberal
En nuestra opinión, las transiciones citadas deben hacerse de forma compatible con un compromiso renovado sobre cómo regular las relaciones económicas de manera que el empleo decente, las garantías de ingresos y los servicios de carácter público otorguen certezas ante las contingencias vitales. Pero el contrato social del siglo XXI debe incorporar nuevos elementos, entre los que destacan dos: el acceso universal e igualitario a los procesos de formación permanente y el desarrollo de estrategias de cuidados para poblaciones envejecidas, con tasas de natalidad bajas y donde las mujeres no van a volver a asumir el papel del que libraron al Estado en el modelo de bienestar tras la Segunda Guerra Mundial.
El papel del poder público en la economía también deberá recuperar protagonismo tras la debacle neoliberal, en una nueva concepción colaborativa. El mercado y las corporaciones privadas no podrán conducir por sí solas las transiciones necesarias.
Unai Sordo Calvo es secretario general de Comisiones Obreras (CC OO)