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Participación de gurús del Management en el evento Rotary

Entrevista a José María Gasalla y Pilar Jericó

José María Gasalla, Pilar Jericó y Miguel Pérez.
José María Gasalla, Pilar Jericó y Miguel Pérez.

El pasado viernes 5 de abril estuvo en el evento de Rotary Club, José María Gasalla (Premio Nacional de Management 2023, activista de la CONFIANZA, conferenciante y escritor) y Pilar Jericó (Premio Nacional de Management 2021, Presidenta de beUp, escritora y conferenciante).

De ellos, el primer ponente fue José María Gasalla, después Pilar Jericó y posteriormente una mesa redonda de los dos moderada por Miguel Pérez (presentador del Programa “Capital Senior” de Capital Radio).

José María: Inspirar, sorprender, integrar y crear espacios de confianza en los que cada uno pueda descubrir y desarrollar sus talentos. Transitamos realidades que desembocan con frecuencia en una multicrisis que exige estar siempre alerta y tener alta visibilidad, accesibilidad y cercanía.

El liderazgo hay que hacerlo de forma que te vean en el timón y frente al mar encrespado.

Pilar: El liderazgo es una de las principales claves del éxito de cualquier empresa. Influye claramente en la cuenta de resultados, la satisfacción de los clientes y el compromiso de los colaboradores de la organización. Cuando nos enfrentamos a cambios, es habitual que surjan miedos e incertidumbres y que no siempre se distingan las oportunidades de las amenazas. Es entonces cuando el liderazgo juega, incluso, un papel más importante, porque marca la dirección, crea confianza y saca a relucir las posibilidades que existen en cualquier transformación.

J.M: Como el ejemplo es la herramienta de educación más potente que existe suelo decir que lo que quieres ver en los otros, míratelo antes a ver si tú lo tienes. Con la ejemplaridad se gana autoridad y confianza.

En primer lugar, señalaría la capacidad de observar la realidad y decisión para transformarla. Por otra parte, ser capaz de transitar equilibradamente entre el orden y el caos.

Estar dispuesto a experimentar y correr riesgos. Y coraje para que, si hay que “romper”, así se haga. Que sepa inspirar una visión, un propósito que, en definitiva, funciona como una metáfora visual.

Que dirija a su equipo desde las 4 H, humildad, honestidad, humanismo y humor. Y finalmente, que sepa ir rediseñando la empresa como un espacio conversacional desde la confianza en el que cada uno se comprometa pudiendo ser ellos mismos.

P: En mi último libro de “Change Mindset: surfeando el cambio” explico una de las habilidades más relevantes, la mentalidad de cambio o nuestra habilidad para adaptarnos a lo imprevisto. La tecnología está revolucionando los trabajos, incluso, su crecimiento es exponencial. Es más, se calcula que en los próximos diez años el cambio será más acusado de lo que vivimos en el pasado siglo. Por ello, es difícil saber en qué nos afectará exactamente a empresarios o a profesionales, pero sí podemos estar seguros que algo va a suceder y que necesitamos una nueva mentalidad o una forma distinta de ver lo que nos rodea para aprovechar las ventajas que se presenten. Saber encontrar dichas oportunidades, aprender a decir no a aquello que nos lastra y poner energía al cambio nos permitirá conseguir nuestros objetivos.

J.M: En una realidad ya no de cambio sino de transformación de sistemas y del propio ser humano como profesional y como cliente funcionando en un mercado global, la innovación se convierte en el vector diferencial. No solo para la eficiencia sino incluso para la simple supervivencia de la organización. Pero ya no vale el disponer de un departamento o área de i + d + i sino que se hace preciso el ir consiguiendo una cultura organizacional en la que se funcione cuestionando procesos, metodologías, productos, relaciones, tecnología.

Los procesos de digitalización no son cambios tecnológicos. Son procesos de cambio y transformación cultural. Y, ¿cuál es la llave de esta transformación cultural? Para mí está claro: tenemos que ir constituyendo a la organización en un gran “espacio conversacional desde la confianza”. Solo fluirá la innovación cuando se respete la actuación del otro sin juicio. Cuando cada uno pueda ir siendo él mismo sin necesidad de caretas. Sin miedos.

P: Primero, entrenar la mentalidad de cambio ha de empezar en los líderes. Si éstos se resisten a lo nuevo, se queda anclados en lo conocido con mil excusas es difícil conseguir hacer frente a ningún desafío. Segundo, necesitamos fomentar el aprendizaje y la posibilidad de equivocarnos. Solo desde la curiosidad dentro y fuera de la organización podemos abrirnos a lo nuevo. Igualmente, ninguna innovación está exenta de posibles errores. Por ello, crear una cultura de aprendizaje ante los imprevistos fomenta la innovación.

J.M: No me gusta dar consejos. Me conformo con la categoría de sugerencias y al respecto podría decir que los líderes tendrían que poner primero en su mente una gran misión: la creación de otros líderes.

A partir de ahí los animaría a liderar desde la confianza lo cual implica exigirse a sí mismo la excelencia en su papel de líder. No tiene que ser el mejor técnicamente pero sí en los siguientes elementos:

P: Mi experiencia trabajando con líderes me dice que no siempre se trabaja en equipo en los comités de dirección. Por eso, un vez más, el ejemplo es importante para el resto de la organización. Igualmente, fomentar proyectos compartidos, incentivar iniciativas para ponerse en la piel de los otros e impulsar la confianza, no permitiendo ciertos comportamientos y fomentando otros, pone las bases para la colaboración. Compartir datos para fomentar la transparencia también ayuda a que haya mayor trabajo en equipo dentro de la empresa.

J.M: Sobre todo, dando ejemplo e inspirando un futuro mejor para todos. Siendo proactivo respecto al bienestar de la plantilla, pero manteniendo la exigencia de la excelencia. La autocomplacencia y la mediocridad son dos peligros que controlar.

Contagiando la pasión, la curiosidad, la alegría, la sorpresa, la diversión. Creando un proyecto ilusionante, que haga que los miembros del equipo vibren sintiendo que se han embarcado en una aventura apasionante.

Todo esto exige por supuesto una cultura de confianza que implica libertad, compromiso y autorresponsabilidad.

P: La mentalidad de cambio tiene tres etapas, fundamentalmente. La primera consiste en ponerse en acción hacia un propósito. Es decir, definir qué queremos conseguir en el proceso de transformación, qué es lo que realmente nos mueve – más allá de los objetivos- y orientarnos al aprendizaje constante.

La segunda fase consiste en aprender a decir no a aquello que nos lastra y que puede ser de tres tipos: emociones, como el miedo, fundamentalmente; pensamientos limitantes y viejos hábitos que ya no nos sirven. Y por último, poner energía al cambio, a través de saber rodearnos de personas que nos inspiran y nos ayudan y aprender también a cuidarnos a nosotros mismos.

J.M: Mi visión es muy positiva pensando que la innovación tecnológica va a simplificar innumerables procesos, de forma que los profesionales se podrán centrar en tareas y procesos de alto valor agregado, y al mismo tiempo con ese incremento de los procesos digitales podamos llegar a organizaciones más humanistas, en las que las llamadas “soft skills” se conviertan en “habilidades esenciales”. Las personas y cada una siendo diferente de la otra serán realmente el centro de la organización. Estas personas no solo irán mejorando sus capacidades para relacionarse con otras personas, sino que tendrán que aprender a relacionarse también con las máquinas dotadas cada vez de más inteligencia y sacar provecho de estas interrelaciones que estimularán nuestro propio desarrollo.

P: Como decía, vamos a vivir cambios que son difíciles de prever. Pero si algo tengo claro es que la tecnología nos ha permitido ser más humanos a lo largo de nuestra historia. De siempre ha sustituido los trabajos rutinarios y nos ha permitido centrarnos en aquellos que están más basados en la creatividad o en las habilidades puramente humanas. Es cierto que la inteligencia artificial supone un riesgo para algunos y no sabemos por dónde va a desarrollarse, pero personalmente, soy optimista. Confío en el sentido común y en nuestra capacidad para reinventarnos. Y para todo ello necesitamos entrenar la mentalidad de cambio y sacar partido de las ventajas que existen.

J.M: El mayor desafío será la dificultad de conseguir talento y que este se sienta a gusto en la organización al menos durante un plazo medio.

Los líderes y sus organizaciones tienen realmente que seducir (y no solo por una noche), y lograr que la organización disponga de “atractores” que consigan que el talento se sienta diferencial, y con posibilidades continuas de seguir desarrollándose. Eso sí, ¡Pasándoselo bien!

P: El principal desafío consiste en aprovechar las ventajas de la tecnología que se está desarrollando. Si no lo hacemos nosotros, habrá alguien que sabrá incorporarlas y sorprenderá positivamente a los clientes. Por ello, además de la mentalidad de cambio, soy de la opinión que en un mundo como el actual hace falta regresar al humanismo, al liderazgo esencial, como lo denomino. Cada vez serán más importante los valores para cuidar al otro, para hacerle sentir importante y útil en su trabajo. Trabajar en aras de un propósito, aprender a comprender a cada generación, con sus peculiaridades y necesidades, definirá a los líderes. En definitiva, necesitamos apelar a lo que nos diferencia de las máquinas y nos hace puramente humanos. Dicho proceso comienza en uno mismo y ahora un buen momento para comenzar.


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