Al rescate de Argentina podría convenirle un poco de globalismo
Si el dinero extranjero no sigue al de EE UU, el experimento libertario de Milei puede acabar en una cara dependencia
Javier Milei ha hecho lo que pocos presidentes argentinos se han atrevido a hacer: recortar el gasto y generar un superávit fiscal. Sin embargo, el capital está saliendo del país. Puede que las cuentas presupuestarias estén equilibradas, pero la moneda no lo está, una contradicción que pronto puede convertirse en un costoso problema para Washington. Los compañeros ideológicos de Milei en la Administración Trump dicen que le prestarán su apoyo, y el secretario del Tesoro, Scott Bessent, señala a los “especuladores” políticamente hostiles como enemigos. Sin embargo, si el dinero extranjero no sigue el ejemplo de Estados Unidos, el experimento libertario de Argentina corre el riesgo de terminar en una costosa dependencia.
La posición del país sigue siendo frágil. Más de 40.000 millones de dólares (34.000 millones de euros, al cambio actual) en deuda denominada en moneda extranjera vencen hasta 2027. Tras restar sus obligaciones, las reservas de divisas de Argentina están en números rojos. La relativa fortaleza del peso ha frustrado los intentos de reconstruirlas. Es cierto que la inflación se ralentizó hasta el 2% en agosto, desde casi el 26% de finales del año pasado. Sin embargo, las importaciones están aumentando de nuevo, mientras que las pequeñas fábricas están reduciendo sus horas de trabajo o cerrando por completo, informa el The Wall Street Journal.
Milei tiene un activo: amigos en Washington. Bessent se comprometió el miércoles a comprar bonos argentinos en dólares, proporcionar crédito de reserva y negociar una línea de swap (intercambio de divisas) de 20.000 millones de dólares con el banco central. Esto puede calmar los mercados a corto plazo, pero el país ya ha pasado por paquetes de rescate fallidos anteriormente, y el Fondo Monetario Internacional añadió en abril 20.000 millones de dólares en préstamos a la pila. Al convertir esto en un proyecto político bilateral, retóricamente hostil hacia los extranjeros, el Tío Sam está asumiendo ahora la carga en solitario.
Aún hay muchas cosas que no están claras, como si el apoyo de Estados Unidos tiene como objetivo defender el nivel actual del peso o hacer que pase a flotar libremente. La compra de deuda solo recompensará a los acreedores actuales, a menos que se acompañe de medidas para reducir los rendimientos a un nivel sostenible para nuevas emisiones.
Tampoco solucionará el desequilibrio clave: Argentina sigue sin generar suficientes exportaciones ni atraer suficiente inversión extranjera para ganar dólares con los que pagar su deuda. Su déficit por cuenta corriente, de 5.200 millones de dólares en el primer trimestre, fue el mayor desde finales de 2023, justo antes de que Milei asumiera el cargo. La reforma presupuestaria no puede hacer el trabajo. Se necesita un ajuste más fundamental: menor consumo, mayor ahorro, un peso más barato.
El mandato de Milei para impulsar un cambio tan drástico está decayendo. Su coalición sufrió una importante derrota en las recientes elecciones de Buenos Aires. El Congreso anuló algunos recortes del gasto social. La popularidad del presidente se sitúa en el 42%, mientras las protestas van en aumento.
Los exitosos cambios en los mercados emergentes, desde México en la década de los 90 hasta Uruguay tras la suspensión de pagos, combinaron recortes presupuestarios con superávits comerciales, aumento de las reservas y, finalmente, acceso a los mercados de capitales. Si Milei no puede pasar pronto a la siguiente fase de ese plan, Washington podría encontrarse no solo respaldando a su Administración, sino también financiándola.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
