Ir al contenido
_
_
_
_
Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La crisis de Francia es menos urgente que importante

Es un problema económico cuya solución depende de la política

Los ecos del periodo de 2010 a 2012 resuenan, casi 15 años después, en algunas capitales de la zona euro. La crisis de deuda que casi hunde el proyecto de moneda única fue, desde el ángulo económico y social, un trauma colectivo. Como tal, se aparece en cualquier esquina. Es fácil olvidar que la situación de Francia es, de hecho, anterior a aquella crisis. Francia era ya “el enfermo de Europa” (un lugar común tan manido que ha terminado por no significar absolutamente nada) antes de que en Europa hubiera enfermos de verdad.

En una foto fija, la dinámica de la deuda francesa es similar a la de la española: el volumen de deuda es algo mayor, su coste medio algo menor y el tipo de mercado, casi el mismo. Sobra decir que la situación de las cuentas en Francia es claramente mejor que la de Italia. El mercado está penalizando la crisis política y la recurrente incapacidad para poner la casa en orden, pero está lejos de generar, como ocurrió con Grecia, España, Portugal e Italia, una espiral destructiva donde son los propios intereses los que ponen en duda la sostenibilidad de la deuda (motivo por el cual esta espiral no se pudo conjurar a golpe de tijera).

París acumula décadas de desequilibrio en sus cuentas públicas, pero siempre ha ido capeando el temporal. El tejido empresarial ha seguido funcionando, en contra del pronóstico de las portadas más alarmistas. Pero Emmanuel Macron no tiene tantos mimbres como sus predecesores para llegar a acuerdos de mínimos. Es un problema económico cuya solución depende de la política.

Sus ramificaciones europeas son del mismo cariz: la difícil aritmética de la Asamblea condiciona la capacidad de maniobra de Macron en aspectos clave para el futuro económico de la zona euro en un momento crítico, desde los aranceles a la unión bancaria y de los mercados de capitales hasta la emisión de deuda europea y el fortalecimiento del papel del euro, por no hablar de la defensa continental.

La comparación con la crisis de deuda europea de 2012 no es pertinente, y puede llevar a perniciosos equívocos. Tanto sobre la situación actual, que en términos financieros no es tan grave, como de cara al futuro. Porque, si los mercados financieros, siempre pragmáticos, giran sus focos hacia otras fuentes de inestabilidad más acuciantes (y no falta oferta), el problema político de medio plazo, la incapacidad para establecer un sendero de deuda sostenible puede seguir agravándose.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

_
_