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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Las claves: Trump parece añorar la época del dopaje monetario poscrisis de 2008

Aunque no necesariamente los bancos centrales acierten siempre, tratar de intervenir en ellos de forma tan burda solo genera desconfianza en los inversores

CINCO DÍAS

En otoño, cuando aún era solo candidato a presidente, Donald Trump criticó a Jerome Powell por bajar “demasiado” los tipos de interés, algo que, a su juicio, beneficiaba a la aspirante demócrata, Kamala Harris. Desde que llegó a la Casa Blanca, en cambio, ha exigido por las malas que sigan los recortes de tipos, en parte para estimular la economía y en parte para que la deuda pública pague menos intereses. El último episodio de presión es la amenaza de despido, de dudosa legalidad, a la gobernadora Lisa Cook.

Durante años, tras la crisis de 2008, los bancos centrales mantuvieron sistemáticamente bajos los tipos de interés. Aquello apoyó la recuperación económica, pero también produjo distorsiones en la valoración de los activos y contribuyó a la especulación y al endeudamiento, incluido el de los Gobiernos. Parece que Trump añora aquella época del dopaje monetario, que los bancos centrales parecen poco dispuestos a revivir. Aunque no necesariamente acierten siempre, tratar de intervenir en ellos de forma tan burda solo contribuye a generar desconfianza en los inversores.

Los usuarios seguirán con la mosca tras la oreja cuando reserven vuelos

La pugna entre Ryanair y Booking recuerda al dicho de la sartén y el cazo, y aquello de apártate, que me tiznas. Estaban en pleitos porque la aerolínea gestionaba las reservas a través de la plataforma de modo que el usuario acabara registrándose en la web de aquella. También había una disputa por los resabidos gastos extra de los vuelos. Ahora han acordado la paz.

El consumidor, en cualquier caso, seguirá con la mosca detrás de la oreja ante unos precios que van creciendo a medida que pasan las pantallas, sin tener muy claro cómo ni por qué. Y seguirá haciendo más de una búsqueda para detectar ofertas más baratas.

Los planes de pensiones, y cómo desvestir a un santo para tirar la ropa al río

Los planes de pensiones no prosperan en España, y menos desde que el Gobierno limitó la aportación a los sistemas individuales a 1.500 euros anuales. La idea era promover los planes colectivos de empresas, y otros de nueva creación. Pero pocas empresas desarrollan sus propios programas, y los nuevos modelos han sido un completo fracaso.

La razón de fondo de este escaso entusiasmo es que la preocupación por la viabilidad de las pensiones públicas es demasiado abstracta, por mucho que los expertos insistan en ella. Mientras el Estado siga siendo tan generoso, la necesidad de cubrir de forma privada los ingresos futuros se ve solo como una posibilidad lejana. La fórmula anterior no era la panacea, pero al final se ha desvestido a un santo para tirar la ropa al río.

La frase del día

El bombardeo y el lanzamiento de misiles al oleoducto Druzhba [por parte de Ucrania] no perjudican a Rusia, sino a nosotros, los húngaros y los eslovacos. No podemos renunciar a ese suministro. Es físicamente imposible y no hay alternativas viables
Peter Szijjarto, ministro de Exteriores de Hungría

En la lucha contra los incendios, el foco debe ponerse en lo que se puede controlar

Las medidas estrella contra los incendios anunciadas por los dos grandes partidos políticos son: un registro de pirómanos, en el caso de Alberto Núñez Feijóo, y un pacto de Estado contra la emergencia climática, en el de Pedro Sánchez. Cierto es que los incendiarios y el calentamiento global son factores importantes en los fuegos y en su gravedad; pero poner el énfasis en luchar de forma un tanto abstracta contra acontecimientos que están, en buena medida, fuera del control de las autoridades, aleja el análisis de las responsabilidades que sí están a su alcance, como vigilar el cuidado de los montes para limitar el alcance de los incendios. En la vacía España rural se hace más difícil aún mantener los campos en buen estado.

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