El aspirante a alcalde de Nueva York da un giro radical a una vieja idea
El demócrata Zohran Mamdani da una vuelta a la Tercera Vía de Clinton y Blair con subidas de impuestos

Poco después del colapso de la Unión Soviética, un funcionario de San Petersburgo le hizo al economista británico Paul Seabright una pregunta que se ha hecho famosa por captar la brecha conceptual entre la planificación centralizada y la economía de libre mercado. “Por favor, comprenda que estamos deseosos de avanzar hacia un sistema de mercado”, explicó el burócrata, “pero necesitamos comprender los detalles fundamentales de cómo funciona ese sistema. Dígame, por ejemplo: ¿quién se encarga del suministro de pan a la población de Londres?”
Los londinenses pueden reírse de la pregunta, pero los neoyorquinos pronto podrán responderla. El autoproclamado socialista democrático Zohran Mamdani es desde hace casi dos meses el nominado por el Partido Demócrata para las próximas elecciones a la alcaldía de la ciudad, con un programa económico que incluye el establecimiento de una “red de tiendas de comestibles propiedad de la ciudad centradas en mantener los precios bajos, no en obtener beneficios”.
Propuestas como estas han llevado a Donald Trump a tildar al carismático miembro de la Asamblea del Estado de Nueva York de “lunático comunista al 100%”. Pero no es solo el Partido Republicano el que ve el resultado de las elecciones como un avance para la izquierda radical. El incondicional del Partido Demócrata Larry Summers tampoco se anda con rodeos. Las políticas económicas de Mamdani son “trotskistas”, escribió el exsecretario del Tesoro en X.
Es una exageración. El plan de supermercados municipales de Mamdani prevé la apertura de una sola tienda piloto en cada uno de los cinco distritos de la ciudad de Nueva York. Se trata más de un truco publicitario que de una versión estadounidense del Gosplan soviético. Además, la propuesta se enfrenta a una queja genuina. En 2023, un estudio reveló que la mitad de los hogares en edad de trabajar de la ciudad no ganan lo suficiente para cubrir el coste mínimo de la vida. Por otra parte, la idea de que los altos precios de los alimentos son culpa de las prácticas poco competitivas de la industria tiene cierto respaldo empírico. Isabella Weber, de la Universidad de Massachusetts, sostiene que las subidas de los precios tras la pandemia se debieron en parte a que las empresas explotaron su poder de mercado para ampliar sus márgenes de beneficio, un fenómeno que ella denomina “inflación de los vendedores”.
Alquiler
Las otras tres promesas principales del folleto económico de Mamdani tampoco representan una ruptura tan radical como parecen. La primera es “congelar el alquiler” de los aproximadamente dos millones de inquilinos con alquiler estabilizado de Nueva York. La segunda es proporcionar “cuidado infantil gratuito” hasta los 5 años. La tercera es “autobuses rápidos y gratuitos”, una ampliación a toda la ciudad de un programa piloto de un año de duración que hizo que el transporte público fuera gratuito para los usuarios en cinco rutas desde septiembre de 2023.
El control de precios y los servicios gratuitos pueden parecer, a primera vista, el camino hacia el bolchevismo. De hecho, son características naturales de la llamada Tercera Vía, una escuela de política pública de la que Summers fue uno de los principales autores en los 90. La afirmación distintiva de ese movimiento, que animó las Administraciones de Bill Clinton y del primer ministro británico Tony Blair, era que los objetivos de la política socialdemócrata pueden alcanzarse mediante mecanismos de mercado, siempre que se complementen con una intervención gubernamental juiciosa.
Por ejemplo, Mamdani sostiene que la congelación de los alquileres es una medida de emergencia necesaria para hacer frente al coste de la vivienda. La combina con el compromiso de invertir en la construcción de 200.000 nuevas casas durante la próxima década. Es el pensamiento típico de la Tercera Vía: intervención gubernamental tanto en el lado de la demanda como en el de la oferta para corregir un fallo del mercado; en este caso, el hecho de que los promotores privados no construyan suficientes viviendas asequibles.
Lo mismo ocurre con la ampliación de la guardería gratuita. Sin una ayuda fácilmente accesible, a los padres les resulta más difícil reincorporarse al mercado laboral. Los niños que reciben una mejor atención preescolar también tienen más probabilidades de convertirse en trabajadores productivos. Por tanto, la guardería gratuita puede proporcionar un beneficio neto a los contribuyentes por motivos económicos más que ideológicos. El argumento de Mamdani para su plan de autobuses gratuitos se basa igualmente en fundamentos favorables al mercado. Si el transporte se vuelve más rápido, seguro y ecológico, generará beneficios colaterales para la economía de Nueva York que superarán sus costes presupuestarios.
Donde los planes económicos de Mamdani divergen de la antigua Tercera Vía es en la cuestión de cómo financiar las políticas. La época dorada del movimiento en los 90 coincidió con un periodo de auge económico y de aumento de los ingresos fiscales. El crecimiento del PIB de EE UU fue de casi un 4% anual durante los dos mandatos de Clinton, y en 2000 el presupuesto del Gobierno federal registró un superávit de casi el 2,5% de la producción económica. Durante la década de Blair en el poder, la producción del Reino Unido creció un 3% anual y el déficit presupuestario fue, de media, inferior al 1,5% del PIB. Tras una crisis financiera mundial, una pandemia y varias guerras, los políticos viven ahora en tiempos mucho más difíciles.
Por eso Mamdani propone aumentar el tipo impositivo de las empresas de Nueva York del 7,25% actual al 11,5%, e imponer un impuesto municipal especial del 2% a los residentes que ganen más de un millón de dólares al año. Puede que estos cambios parezcan modestos y que, de todos modos, no se produzcan, ya que es la asamblea del estado la responsable de fijar los tipos impositivos. Pero para un centro financiero mundial como Nueva York, que compite cara a cara con viejos rivales como Londres y Singapur, así como con nuevos participantes como Miami y Dubái, incluso ajustes fiscales modestos pueden ser muy negativos para los ingresos. El reto es especialmente acuciante para Nueva York, donde, según el alcalde en funciones, Eric Adams, el 2% de las personas con mayores ingresos pagaron más de la mitad de todos los impuestos sobre la renta de la ciudad en 2022.
Si el recién nombrado candidato tiene alguna duda sobre la cuerda floja en la que se ha convertido la Tercera Vía, debería consultar a Rachel Reeves, la ministra de Economía británica. En octubre, Reeves anunció la abolición del antiguo régimen fiscal flexible para los residentes no domiciliados, la mayoría de los cuales vivían y trabajaban en Londres. La Oficina Independiente de Responsabilidad Presupuestaria previó inicialmente que el cambio generaría unos ingresos adicionales de más de 4.000 millones de libras al año, pero el Centre for Economics and Business Research estima que, si una cuarta parte de los “no domiciliados” abandonan el país, los ingresos incrementales se reducirían a cero.
Quizás era a esto, y no a la amenaza de que la Gran Manzana tuviera su primer comisario del pan, a lo que se refería Summers con el resto de sus comentarios sobre el folleto económico de Mamdani: “Me temo que es una prueba de que nuestro partido está siguiendo los aspectos más problemáticos del Partido Laborista británico”, escribió. “No funcionó allí y no funcionará aquí”.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

