Las claves: después de imponer sus ‘acuerdos’ a la UE y Ucrania, EE UU mira a Moscú
Trump afronta las batallas una a una, aunque su retórica indique lo contrario


Después de haber impuesto su acuerdo –valga el oxímoron– comercial a la UE, Donald Trump se está fijando en otros enemigos íntimos, como Rusia e India, que mantienen entre sí un importante trasiego de petróleo, armas y relaciones diplomáticas en general. El presidente de EE UU afronta las batallas una a una, aunque su retórica indique lo contrario: primero fue Volodímir Zelenski, al que acorraló en la Casa Blanca antes de firmar un acuerdo para explotar los metales ucranios. Luego, Bruselas, que ni siquiera fingió resistencia; y ahora le toca el turno a Moscú, cuyos recursos mineros también están en juego, aunque Trump insista en que lo que quiere conseguir es la paz; es posible, pero sobre todo una paz que convenga a Estados Unidos.
La amenaza de aranceles secundarios a los que importen bienes de Rusia, que afecta especialmente a India, parece seria, aunque desde el entorno de Vladímir Putin se asegura que no cederá a las presiones. Moscú aspira además a mantener equilibrios con China, país al que quiere aislar paulatinamente Estados Unidos, con medidas tan drásticas como atacar Irán, cercano al gigante asiático.
La solución para que Murcia acabe con su infrafinanciación
Hay un debate recurrente entre las dos cabezas de cartel de este festival llamado España sobre quién se ve perjudicado o beneficiado por el sistema de financiación autonómica. Desde Cataluña se clama que Madrid les roba, mientras que en la comunidad capitalina se viene a afirmar que está cansada de tirar del carro. Los datos, sin embargo, señalan que ninguna de las dos está especialmente perjudicada por el sistema –más bien al revés–, y que la que se lleva la peor parte del pastel es Murcia. La solución para esta es clara: tener un partido regionalista que, con un par o tres de votos, condicione las reformas en el Congreso. Mano de santo.
A los mercados les importan las personas... pero solo algunas
Al contrario de lo que su fama puede dar a entender, a los mercados no les importan solo la facturación o los beneficios, sino también las personas. Sobre todo si son ricas e influyentes, claro. Por ejemplo, la valoración de Tesla, que ha llegado a ser la empresa más grande del mundo por momentos, tiene mucho que ver con que al frente esté Elon Musk, un hombre al que los inversores presumen una gran visión. Así, es normal que, cuando sustituyen a un directivo con buena fama, empresas milmillonarias con miles de empleados y decenas de filiales por todo el mundo se hundan en Bolsa. Por una sola persona. Eso le pasa ahora a Berkshire Hathaway, que no levanta cabeza desde que Warren Buffett anunció que se iba a retirar. El Oráculo de Omaha es mucho oráculo.
La frase
Unicredit es, para nosotros, un inversor. Es un gran inversor, pero es un inversor. Mantenemos conversaciones con los inversores, y lo hacemos de forma regular. Es una situación difícil, porque no es habitual tener un competidor clave que también sea un gran accionistaBettina Orlopp, consejera delegada de Commerzbank
Se puede ir a la ópera en Porsche, pero sin chanclas
Del Porsche Carrera se ha dicho toda la vida que es un deportivo para ir a la ópera, porque, a pesar de su potencia y línea, no deja de ser un coche elegante. En parecidos términos se plantea la dicotomía entre chanclas, sandalias y zapatos, ahora que el Teatro de La Scala, la ópera de Milán, prohíbe a sus asistentes las camisetas de tirantes, el pantalón corto o las chanclas. La idea, defienden, es vestir “de acuerdo con el decoro del teatro”. La frontera entre lo supuestamente respetuoso y el mal gusto en lo que al vestir se refiere es difícil de establecer, y La Scala la ha fijado ahí. Al final, como con el deportivo alemán, la idea es encontrar un punto entre la comodidad y la estética. Pero que no cueste 150.000 euros, a ser posible.

