El reto de la vivienda
Es momento de profundizar, desde el sector privado y desde el público, en las medidas encaminadas a paliar la crisis de acceso


En una economía que crece de manera consistente, con un mercado laboral robusto, nada tiene de extraño que la compraventa de viviendas aumente. De hecho, España ha vivido este año el mejor primer semestre para el mercado inmobiliario desde 2007: han cambiado de manos cerca de 360.000 casas, y el dinamismo se extiende por prácticamente todo el territorio. El dato supone un incremento del entorno del 20% con respecto a las cifras de un año atrás.
Esta vez el auge inmobiliario no se puede atribuir, como sucedió a partir de finales de 2021, y sobre todo en 2022 y parte de 2023, a la demanda embalsada de la pandemia. Se venden casas porque hay mucha demanda para comprarla. De hecho, es ahí, en el desequilibrio entre oferta y demanda que vienen señalando los expertos desde hace mucho tiempo, donde aparecen las sombras a las cifras difundidas ayer por el INE.
Si un mercado boyante, pero a la vez aparentemente alejado de la burbuja de principios de siglo, debería contemplarse como algo positivo, los evidentes problemas actuales de acceso a la vivienda invitan más bien a la preocupación. España vende muchas casas, pero hay muchos que quieren comprar y no pueden a la vista de una escalada de precios que no cesa. Particularmente, según se desprende de otros estudios y estadísticas, los más jóvenes, los migrantes y otros grupos vulnerables. Todos ellos corren cada vez más el riesgo de quedarse en los márgenes del sistema, incapaces de generar los recursos necesarios ya no solo para tener una casa, sino para vivir dignamente.
Es por tanto momento de profundizar, desde el sector privado y desde el público, en las medidas encaminadas a paliar la crisis de acceso a la vivienda. Los datos del primer semestre prueban que el mercado se está moviendo, que se está dinamizando al calor de la enorme necesidad de casas que hay en España. Un detalle que no hay que perder de vista es que han aumentado las compras de obra nueva, una muestra de que, aunque sea tarde, la promoción va despertando de más de una década de letargo. Afinar y fomentar sus capacidades es una de las labores pendientes, revisando entre otras cuestiones la materia urbanística para preparar suelo más rápido y, por tanto, más barato.
España, como casi todo su entorno, se juega mucho en el desafío de la vivienda. Entre otras cosas, que el crecimiento económico general, y el particular del ladrillo, se traduzcan en beneficios reales para la mayoría y que la vivienda deje de ser un sumidero de recursos que podrían destinarse a fines más productivos. Otra dimensión del problema que conviene no perder de vista.

