Las claves: a toda Bolsa le llega su San Martín
En verano hay poca actividad, y a la mínima alteración de volumen los mercados se vuelven un poco locos


Es habitual que, con la llegada del verano, las Bolsas sufran una caída momentánea, por aquello de animar los aburridos meses estivales. Los inversores se van de vacaciones con un poco de cash bajo el brazo, para pagar las caipiriñas y otros brebajes, así como el campamento de los niños. Influye también que, como muchos andan de vacaciones, hay poca actividad bursátil, y a la mínima alteración de volumen los mercados se vuelven un poco locos. A renglón seguido, se activan las ventas automáticas que tiene programado el inversor de la caipiriña y, voilá, los periódicos económicos tienen con qué abrir durante al menos un par de días. Ya pasó el año pasado, con el lunes negro del 5 de agosto, cuando el miedo a la recesión en Estados Unidos desató una oleada de ventas que, con todo, no olía a verdadera crisis. Desde entonces, el S&P 500 ha subido más de un 20%, y se ha cansado de anotar récord tras récord, a pesar de los vaivenes arancelarios y de las múltiples incertidumbres. Ahora, pasado un año y un día de aquella pequeña desbandada, algunos analistas anticipan otro terremotillo. Veremos.
Pagar a plazos sin intereses es una forma de alterar la percepción del tiempo
Los intereses son una forma de medir el tiempo, y su efecto en el valor del dinero. El largo periodo de tipos cero o ultrabajos previo a la crisis inflacionaria actual generó una sensación de irrealidad de la que se salió de forma brusca. Permitir los plazos aplazados gratuitos, como van a hacer los grandes bancos españoles de forma conjunta, ayudará a los comercios (también porque les cobrarán menos comisiones que otras compañías), y será un alivio para los consumidores, pero también contribuirá a alterar la percepción de la realidad financiera. El reto es utilizar la herramienta con prudencia.
España prefiere la independencia, aunque se coma peor
Cuando un joven de 30 años se emancipa (esa es la media de edad en España), suele aguantar unos años más, o incluso décadas, acudiendo a la casa materna a recoger táperes con comida. En materia militar, la autonomía que busca Europa respecto a Estados Unidos tardará un tiempo en ser real. Por ahora, lo habitual es que los países del Viejo Continente sigan comprando armas y aviones de combate al productor más avanzado del mundo, el gigante norteamericano. Pero España ha optado por una cierta soberanía, renunciando, por ejemplo, a comprar cazas F-35 Lightning II. Eso supone quedarse sin una tecnología equivalente durante varios años; es decir, comer peor, porque es difícil igualar la comida de casa. Eso sí, al menos, se puede responder a las regañinas de los progenitores con la cabeza alta.
La frase del día
[Los trabajadores migrantes] no se pueden sustituir fácilmente. La gente que vive en las ciudades no hace ese trabajo. Lo hemos intentado. No lo hacen. Estas personas [los migrantes] lo hacen de forma natural. Estoy abierto a que algunos regresen legalmenteDonald Trump, presidente de EE UU
La naturaleza es especista, aunque los humanos siempre queramos ir más allá
El vegetarianismo y el veganismo basados en razones éticas o antiespecistas consideran reprobable comer animales no humanos, pero esa argumentación no suele abordar la cuestión de que la propia naturaleza es especista, puesto que los animales carnívoros se alimentan de otros colegas de reino animal, pero de especies distintas. Es el caso de los tigres y de los leones: también de los que viven en zoológicos. El de Aalborg (Dinamarca) ha pedido donaciones de mascotas sanas no deseadas (por ejemplo, gallinas, conejos o caballos) para alimentar a sus grandes felinos, provocando una gran controversia en las redes (para variar). En otras casas de fieras se prefiere alimentar a estas con carne o piensos envasados, como hacemos la mayoría de los humanos, al menos los especistas.

