Tú a Fráncfort y yo a Washington
Con el mercado esperando pocos movimientos de los dos principales bancos centrales y una liquidez que tiende a evaporarse con el calor estival, la cautela entre los inversores debe primar


Jerome Powell se ha convertido en los últimos meses en la china del zapato del presidente estadounidense. El dirigente de la Reserva Federal ha pasado de ser “un sabio administrador del banco central”, palabras utilizadas por el propio Trump en su designación como candidato a dirigir la institución en noviembre de 2017, a ser un obstáculo para sus, inescrutables, planes económicos.
El responsable de la política monetaria ha optado por la paciencia a la hora de bajar el precio del dinero en Estados Unidos, alejándose del rumbo tomado por Christine Lagarde al frente del BCE. El diferente rumbo seguido por las economías de EE UU y de la zona euro justifican la disparidad de las políticas adoptadas por uno y otro. Desde junio del año pasado Lagarde ha rebajado las tasas ocho veces, hasta el 2%, mientras que Powell las ha recortado en tres ocasiones y los mantiene en una banda del 4,25%-4,5%. Una disparidad que sumada a la depreciación del dólar y al impacto de una guerra comercial que por ahora deja a EE UU como el país más castigado por los designios de su presidente, ha colocado a la Bolsa europea en una posición que ningún gestor hubiera pensado meses atrás. Índices como el Dax alemán o el Ibex español acumulan rentabilidades de más del 20% y han logrado recuperar el interés de los inversores, aunque el S&P 500 no deja de revalidar máximo tras máximo.
Mucho están teniendo que ver en la reválida de la Bolsa europea las dudas sobre el papel de activo refugio del dólar, la sostenibilidad de la deuda estadounidense y unas valoraciones de las cotizadas americanas desorbitadas. Pero también por la decisión de la Comisión Europea, y de países como Alemania, de apostar por un cambio la inversión en sectores como la defensa y las infraestructuras, así como tratar de movilizar al gigante dormido europeo, esa ingente masa de ahorro de los pequeños inversores guardada en depósitos y cuentas de ahorro. A todo ello se suma también un cambio de ciclo de la economía global que se encamina a un menor crecimiento que tiende a beneficiar a sectores más cíclicos, como banca, consumo o inmobiliario, con más peso en las Bolsas europeas.
Con el mercado esperando pocos movimientos de los dos principales bancos centrales en las próximas semanas y una liquidez que tiende a evaporarse con el calor estival, la cautela entre los inversores debe primar para evitar posibles sustos que tienden a aparecer en estas fechas en las que, quien puede, busca el cobijo de una sombra y una lectura.
