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Análisis
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La urgencia digital en Europa: Una crisis de financiación y percepción

El avance tecnológico del Viejo Continente en comparación con EE UU o China no presenta un panorama favorable

Hace algunas semanas, la Comisión Europea publicó el informe anual sobre la Década Digital. Esta evaluación tiene como finalidad reflejar los progresos en la transformación digital de la Unión Europea, tomando como referencia los objetivos definidos para el año 2030 en la Brújula Digital, establecidos en 2021. El informe emitido este año por el Ejecutivo comunitario adquiere una relevancia particular, dado que es el último antes de la revisión del programa político digital de Europa, programada para junio de 2026.

El informe publicado por la Comisión Europea es, en primer lugar, una llamada de atención sobre el incumplimiento de las metas fijadas. La revisión del estado de progreso de los indicadores clave presenta un panorama con más sombras que luces. Entre los trece parámetros tomados de la Brújula Digital, solo dos se acercan al objetivo final y tres se encuentran en una zona de avance confortable, mientras los ocho restantes no alcanzarán la meta fijada en 2030 de seguir la trayectoria de avance actual.

El avance tecnológico de Europa en comparación con otras potencias económicas, como China y EE UU, no presenta tampoco un panorama favorable. La Comisión Europea evita ofrecer un balance integral, pero el anexo del informe subraya la urgencia de mejorar en áreas fundamentales. A continuación, se presentan cuatro datos ilustrativos: el número de unicornios y su crecimiento es significativamente mayor en China y EE UU, el retraso europeo es relevante en el despliegue de 5G en la modalidad stand-alone que proporciona las mejores prestaciones, la capacidad de centros de datos instalada en el Viejo Continente —medida en gigawatios— equivale a un tercio de la existente en EE UU y la mitad de la desplegada en China y la participación de la Unión en el mercado global de semiconductores sigue estancada alrededor del 10%.

En políticas públicas, la distancia entre la realidad y los objetivos previstos en un sector determinado es reflejo de estrategias erróneas para el entorno existente. Por otra parte, el avance insuficiente en un área comparación con otros bloques económicos exige el estudio de los factores diferenciales en las ideas y medios aplicados. El diagnóstico e identificación de los ámbitos tecnológicos clave que se realizó en Europa en 2020 difiere escasamente del efectuado en China y EE UU, el abismo está en la dedicación de los recursos adecuados. Las grandes tecnológicas estadounidenses invirtieron 200.000 millones en IA en 2024, mientras la inversión en China en 2025 puede alcanzar los 98.000 millones. Tomando palabras del análisis realizado por la Comisión Europea, “los niveles de inversión pública y privada aún no están totalmente alineados con la ambición y la escala de la Década Digital”.

Independientemente de los objetivos que se establezcan a partir de 2026, la financiación adecuada de las políticas digitales resultará fundamental para la consecución de las metas identificadas. Los servicios de investigación del Parlamento Europeo han estimado que las inversiones anuales requeridas en la Unión para lograr un posicionamiento competitivo a nivel global en la transformación digital oscilan entre 157.000 y 227.000 millones de euros, a lo que se añadirían entre 55.000 y 154.000 millones destinados a I+D+i en tecnología. Para movilizar este nivel de inversión, se precisan anualmente entre 34.000 y 114.000 millones procedentes de los presupuestos públicos.

La disparidad entre la inversión pública requerida para la digitalización y la situación actual es relevante. Excluyendo el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (MRR), el presupuesto comunitario asigna aproximadamente 10.000 millones de euros anuales a la transformación digital entre 2020 y 2027, mientras que las inversiones provenientes de recursos propios de los Estados miembros han estado generalmente por debajo de los 100 millones anuales. Incluyendo el MRR, la financiación comunitaria para las prioridades digitales apenas alcanzaría los 30.000 millones de euros anuales. Esta contribución pública resulta insuficiente para mantener la relevancia de la Unión Europea en el ámbito digital.

En su conocido informe, Mario Draghi destacó la importancia de la digitalización y la consiguiente necesidad de asignar recursos públicos para movilizar las inversiones requeridas en este ámbito. Según el político italiano, la insuficiencia de inversión en tecnología digital es la causa de una parte sustancial del diferencial de productividad entre Europa y EE UU, así como el origen de dependencias externas peligrosas que debilitan la posición geopolítica de la Unión. No obstante, este mensaje, tiene el riesgo de ser visto como una idea de unas élites alejadas de la ciudadanía. De acuerdo con el Eurobarómetro de primavera de 2025, los europeos y las europeas sitúan la tecnología digital entre las tres áreas que menos merecen un incremento presupuestario y de menor prioridad en el gasto público, apenas el 11% de los encuestados están a favor de ello. El aumento del esfuerzo presupuestario que se requiere en Europa para una digitalización efectiva es alto –pasar de 0,05% del PIB al 0,6%– y encaja con dificultad en este escenario demoscópico.

En definitiva, el análisis de la Década Digital revela una brecha crítica entre la ambición de Europa en la esfera tecnológica y la realidad. El diagnóstico sobre la necesidad de movilizar los recursos públicos necesarios para alcanzar la competitividad digital y la autonomía estratégica no parece ser compartido por la ciudadanía. Resolver esta disonancia es un elemento clave para poder justificar la urgencia política de un incremento presupuestario en la Unión y los Estados miembros que habilite movilizar los fondos necesarios para que Europa pueda aspirar a cumplir sus metas y mantener su relevancia en la esfera digital global. El camino a la soberanía digital comienza por la percepción de su urgencia entre la opinión pública que ha de apoyar e impulsar las decisiones políticas.

Emilio García García es ex director de gabinete de la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones y coautor del libro ‘Chips y Poder’.

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