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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La extraña disociación de las Bolsas

La semana que vencía la tregua en la guerra comercial ha terminado sin conclusión firme

La semana que vencía la tregua en la guerra comercial, una suerte de ultimátum al que se exponían los mercados desde la crisis del 9 de abril, ha terminado sin conclusión firme. Donald Trump ha amenazado con fuertes aranceles a medio mundo, pero ha dejado la aplicación de sus amenazas en otro limbo, hasta el 1 de agosto. La situación es prácticamente imposible de calibrar, pues algunos aranceles suben, otros bajan, otros están en el limbo y otros sujetos a principios de acuerdo. Y, sobre todo, porque todo lo dicho hasta ahora puede dejar de valer mañana mismo.

Mientras tanto, en el mercado los índices siguen cotizando en zona de máximos y la volatilidad del mercado está en los niveles más bajos del año. Sobre el papel, el mercado parece una balsa de aceite. Y, si reaccionó con pánico al anuncio masivo del 2 de abril, ahora se está tomando las cartas arancelarias, esta vez enviadas por fascículos, más como ruido de fondo que como una voz de aviso. Los inversores tienden a la bipolaridad, y si huyeron de casi cualquier categoría de activos hace tres meses presa del pánico, y tenían motivos para ello, hoy hacen dogma del acrónimo TACO (Trump siempre se acobarda, por sus siglas en inglés), como ni nada hubiera pasado.

Pero, por un lado, Trump plegó velas ante los desplomes del mercado en abril; hoy por hoy no tiene ninguna catástrofe bursátil ante la que acobardarse. En segundo lugar, el mercado puede jugar con la idea de que al final no pasará nada, pero las empresas no se pueden permitir ese lujo. La perspectiva de aranceles masivos condiciona las cadenas de suministro y las decisiones de inversión. La temporada de resultados que arrancará en pocas jornadas en Estados Unidos puede dar una idea de en qué medida la guerra comercial está teniendo impacto en el mundo corporativo.

La disociación entre economía y mercado no es extraordinaria. En las plazas financieras ocurre periódicamente que los malos datos de empleo pueden ser bien recibidos en la medida en que abren la puerta a descensos de tipos. No es el caso actualmente; más bien el mercado ha elegido no escuchar a Trump y seguir a lo suyo. Y, aunque renunciar a intentar anticiparse a Trump es razonable, en realidad el mercado actual lo está haciendo: anticipa que no hará nada. En este contexto, y ante la perspectiva de un verano que se anticipa volátil, los inversores particulares tienen herramientas para poder cubrir sus posiciones y tener un periodo estival relativamente tranquilo, al menos en lo que a la cartera se refiere.

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