China tiene más en juego en Irán que solo el petróleo
Pekín está invirtiendo más en infraestructuras en el país persa, y podría perder un aliado clave en la región

Pekín tiene mucho más en juego en Irán que el petróleo. China no solo se ha beneficiado de la importación de crudo iraní con grandes descuentos, sino que ha aumentado gradualmente sus inversiones en infraestructura estratégica en el país desde que ambos firmaron un pacto de 400.000 millones de dólares en 2021. Si el régimen de Teherán se debilita gravemente o cambia, China también perderá una palanca diplomática clave en Oriente Próximo.
A pesar de los esfuerzos de Washington por usar las sanciones para frenar las exportaciones de petróleo de Irán, este se ha convertido en un proveedor cada vez más importante para China. Según datos de la Aduana china, los envíos de crudo a la República Popular desde Malasia, un importante centro de transbordo, se triplicaron el año pasado hasta alcanzar 70 millones de toneladas, lo que sitúa a Irán en tercer lugar tras Rusia y Arabia Saudí.
Además, la ubicación estratégica del país persa lo convierte en una pieza fundamental de la política emblemática de Xi Jinping, la Franja y la Ruta, destinada a mejorar la conectividad física y económica de su país con el mundo. En 2023, China representaba el 3% de los 6.000 millones de dólares de inversión extranjera directa en Irán.
Esta cifra palidece en comparación con, por ejemplo, la contribución del 27% de Rusia, pero China está elevando su apoyo de otras maneras: Irán ha recurrido a la República Popular para obtener “miles de toneladas de componentes para misiles balísticos”, por ejemplo, con el fin de reforzar su poderío militar, según el Wall Street Journal en junio. El trío también lleva a cabo maniobras navales conjuntas de forma regular.
La escalada del conflicto amenaza con socavar también las incipientes ambiciones de Pekín en la política del Golfo. Hace solo dos años, los diplomáticos chinos aplaudieron un “nuevo paradigma” para resolver las fricciones en la zona tras negociar un acuerdo para restablecer las relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudí.
La guerra también supone una nueva prueba para las relaciones diplomáticas de China en otros lugares. Irán se unió a la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en 2023. Pero India, miembro fundador, emitió el sábado una inusual refutación pública de la declaración de la OCS en la que se condenan los ataques de Israel, lo que pone de relieve una posible ruptura entre Xi y Narendra Modi, que ha fomentado unas relaciones más estrechas con Israel.
El peligro para China es que este podría ser un momento que, en última instancia, erosione su ambición de proyectar su poder en la región y dé lugar a proyectos de infraestructura rivales, como el ambicioso Corredor Económico India-Oriente Próximo-Europa, destinado a diluir la influencia de Pekín. Por ahora, parece que la remodelación del Golfo podría no favorecerle.
Los riesgos van más allá de Ormuz
Hay una forma sencilla de analizar los riesgos financieros del conflicto. Según esta visión simplista, la escalada de hostilidades solo tendrá repercusiones significativas para los inversores si Teherán cierra el estrecho de Ormuz, lo que interrumpiría un flujo clave del suministro mundial de petróleo y provocaría una subida vertiginosa de los precios. Esta teoría tiene su lógica, pero subestima la posibilidad de que otras cosas salgan mal.
Los inversores que buscan tranquilidad tienen muchos motivos a los que agarrarse. Aunque Israel ha ampliado su teatro de operaciones, se ha mantenido alejado de la crítica terminal de la isla de Kharg, por donde pasa el 90% de las exportaciones de petróleo de Irán. Y no hay indicios de que Teherán vaya a interrumpir el tráfico marítimo en el estrecho de Ormuz, por donde pasa una quinto del consumo mundial de crudo, y que en su punto más estrecho solo tiene 33 kilómetros de ancho. Hacerlo pondría en peligro el tránsito de las exportaciones de petróleo, que generan unos 50.000 millones de dólares anuales para la maltrecha economía iraní, lo que sugiere que Teherán tiene buenas razones para contenerse. Y, sobre todo, los diversos focos de tensión entre ambos Estados en los últimos años han terminado, en general, rápidamente. Estas razones explican por qué los precios del Brent siguen rondando los 75 dólares el barril, con un aumento relativamente pequeño desde los primeros ataques de Israel.
Pero no es evidente que prevalezcan las mentes frías. Benjamin Netanyahu, dijo el domingo que los ataques israelíes podrían provocar un cambio de régimen en Teherán. Esto centrará la atención de los líderes políticos de la República Islámica. Si se trata de mantener el flujo de petróleo o garantizar la supervivencia, los líderes de Teherán podrían tener motivos para ampliar el alcance y la fuerza de sus reacciones.
La opinión convencional es que la escalada implicaría bloquear Ormuz o apresurarse a desarrollar algunas de las nueve armas nucleares que, según ha afirmado hace poco el Instituto para la Ciencia y la Seguridad Internacional, Irán podría ser capaz de construir en tres semanas. Pero también podría dar lugar a que la Guardia Revolucionaria o los hutíes alineados con Irán en Yemen pusieran sus miras en las rutas comerciales que atraviesan el Golfo.
Irán y sus aliados llevan mucho tiempo relacionados con la interrupción del transporte marítimo en la región. En 2019, dos petroleros saudíes fueron saboteados frente a la costa de Fujairah, en Emiratos Árabes, en un ataque con minas que Teherán negó, pero que EE UU describió como “casi con toda seguridad” procedente de Irán, mientras que, en los 80, la guerra entre Irán e Irak vio cómo cientos de buques internacionales eran atacados. EE UU, Europa y Arabia Saudí culparon a Irán, que volvió a negar su implicación, de los ataques con drones de 2019 en Abqaiq, que dejaron fuera de combate durante un tiempo la mitad de la producción petrolera de Arabia Saudí. Y los repetidos ataques hutíes en el mar Rojo han llevado a la mayor parte del transporte marítimo mundial a rodear África.
Si Irán y sus aliados vuelven a seguir ese camino, es probable que la Quinta Flota de EE UU en Baréin intervenga para proteger el comercio marítimo. Pero eso eleva las posibilidades de que también se vea envuelta formalmente en el enfrentamiento. Los inversores que no tienen en cuenta estos riesgos quizá no estén aprendiendo las lecciones históricas adecuadas.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

