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A fondo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Lo que sucede, conviene

Atender la demanda de electrificación es una oportunidad-país para impulsar el crecimiento

Parque eólico Serra da Capelada, en Cedeira (A Coruña).

España cuenta con una oportunidad única como país: la demanda energética existente busca electrificarse y nuevas industrias solicitan acceso y conexión para instalarse en nuestro territorio. Atender a esta demanda, además de ser una obligación de los distribuidores, representa una auténtica oportunidad-país para alcanzar un nivel de electrificación compatible con los objetivos de transición energética y, al mismo tiempo, impulsar el crecimiento económico a través de la reindustrialización verde. Esta transformación no solo es posible, sino que es deseable, estratégica y urgente.

Todo ello se refleja en las solicitudes de acceso y conexión de demanda a la red de distribución recibidas solo en 2024: 67 gigavatios (GW), lo que equivale al 40% de la potencia contratada actualmente en el país (174,5 GW). Este volumen evidencia un apetito inversor y una voluntad clara de avanzar hacia una economía más electrificada y sostenible.

Sin embargo, preocupa que la integración de esta demanda no esté siendo lo suficientemente ágil, ya que la proporción de solicitudes que no pueden ser concedidas (principalmente por falta de capacidad) en 2024 ya suponía el 50% de la capacidad asociada a las solicitudes recibidas. Si esta tendencia persiste, podríamos perder inversiones clave que buscan posicionarse ahora.

Cabe señalar que, si bien es importante atender a toda la demanda, resulta especialmente preocupante no poder dar respuesta a las solicitudes asociadas a proyectos industriales, que tienen un alto efecto tractor sobre la economía española. De no atenderse a tiempo, esta oportunidad-país podría esfumarse, dejando pasar una oleada de inversión estratégica difícilmente recuperable.

Por otro lado, no podemos olvidar la necesidad de desplegar instalaciones de almacenamiento, fundamentales para garantizar la seguridad de suministro, mejorar la flexibilidad del sistema y optimizar el aprovechamiento de la producción renovable. En otras palabras, la transición energética ya está en marcha, y no podemos desaprovechar la ocasión de convertir a España en un hub industrial en este nuevo contexto.

Estamos ante una oportunidad mayúscula y sin precedentes, pues partimos de una posición aventajada con respecto a otros países del entorno europeo: contamos con abundantes recursos renovables (sol, viento, etc.), un coste de producción eléctrica entre un 20% y 30% inferior, disponibilidad de suelo a precios competitivos, seguridad jurídica y regulatoria, y una red de fibra óptica avanzada, entre otros factores diferenciales.

Potencial

Los 19 GW de solicitudes de acceso y conexión de demanda asociados a proyectos industriales –el 85 % de los cuales corresponden a nuevas industrias que desean asentarse en España– son una clara muestra de este potencial. Debemos estar a la altura y dar respuesta con agilidad.

Atender a la demanda industrial es absolutamente prioritario. No podemos olvidar que un tejido industrial sólido dota a la economía de mayor resiliencia. Además, conectar a grandes consumidores industriales permite hacer un uso más eficiente de la red, reduciendo el coste medio del sistema y, en consecuencia, los peajes y la factura de la luz para todos los consumidores.

Por ello, es necesario activar palancas regulatorias tales como: 1) reforzar y simplificar los hitos del proceso para solicitar acceso y conexión; 2) identificar aquellos proyectos más maduros, potenciando la efectividad de la publicación prevista a finales de verano de los mapas de capacidad que darán visibilidad sobre los puntos en los que la red de distribución dispone de capacidad de demanda; 3) optimizar el uso de la red existente; 4) garantizar la coherencia de la política energética con la política fiscal, económica e industrial para poder alcanzar los objetivos, impulsar la inversión y permitir que, en este camino, el consumidor se pueda beneficiar de energía limpia y más asequible; 5) una planificación de redes eléctricas ágil y flexible con revisiones frecuentes que permita reconocer rápidamente las necesidades de la nueva demanda y permita adecuar la red de distribución para poder acometer los incrementos de capacidad necesarios para integrar la demanda, evitando demoras que puedan hacer perder la ventana de oportunidad; 6) un modelo retributivo estable y competitivo, que proyecte seguridad jurídica, recoja la necesidad de primar las inversiones en electrificación (reconocida en las recientes Orientaciones de Política Energética) y consiga atraer capital de los mercados financieros para alcanzar el nivel de inversión necesario que los países del entorno europeo ya están implementando.

Las medidas planteadas son necesarias, pero deben ir acompañadas de otras medidas adicionales que incentiven a la industria a electrificarse, impulsando su competitividad en los mercados internacionales a través de mecanismos de ayuda, financiación o ventajas fiscales.

En suma, estamos ante un desafío, pero es el momento oportuno para actuar y contamos con los instrumentos necesarios. Si conseguimos actuar de forma rápida y coordinada tanto los reguladores como el resto de los agentes, España saldrá reforzada, ya que habremos desarrollado nuevo tejido industrial, aumentado la resiliencia de la economía y contaremos con un mayor grado de independencia energética. Sin duda, el momento de actuar es ahora.

Marta Castro es directora de regulación de Aelēc

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