La gran venta masiva de los ‘boomers’ podría desbordar las acciones de EE UU
Los ahorradores mileniales y Z son muchos menos que ellos, que también están perdiendo influencia política

No faltan teorías para explicar el estancamiento de la Bolsa de EE UU. Entre los posibles culpables están los vertiginosos múltiplos de valoración, unos tipos de interés reales por las nubes, la extrema incertidumbre política y la sostenibilidad de la deuda nacional. Pero la mayor amenaza para la racha de cuatro décadas alcistas reside en el envejecimiento de la población del país. Hace tres décadas, la famosa “hipótesis del colapso del mercado” predijo un desastre cuando la generación del baby boom alcanzara la edad de jubilación. Ese temor no se materializó de inmediato, pero podría estar a punto de hacerlo.
Esta teoría con nombre alarmante postulaba que la estructura de edad de la población de EE UU podría ser una bomba de relojería para la Bolsa. Cobró protagonismo en los 90, y se basaba en una simple observación. La llamada generación del baby boom, nacida entre 1946 y 1964, es mucho más numerosa que las anteriores y posteriores. Los economistas advirtieron de que este bulto demográfico preparaba el escenario para un drama en dos actos. En el primero, el mercado viviría un auge, ya que la generación de la posguerra entraría en sus años de mayor rendimiento y destinaría sus crecientes ahorros para la jubilación a comprar acciones. En el segundo, el proceso se invertiría. Los baby boomers intentarían financiar su jubilación descargando sus ahorros en una generación mucho más pequeña, la X, nacida entre 1965 y 1980.
Dado que esta es mucho menor, según la teoría, la oferta de acciones en venta superaría con creces la demanda. Esto daría lugar a la inevitable caída de las Bolsas, que dio a la hipótesis del colapso su espeluznante nombre. “Las palabras “¿Vender? ¿Vender a quién?” podrían perseguir a los baby boomers en el próximo siglo”, escribió el gurú de las inversiones Jeremy Siegel en la edición de 1998 de su clásico Guía para invertir a largo plazo. “¿Quiénes son los compradores de los billones de dólares de activos de los boomers?"
Los 80 y 90 parecían corroborar la primera parte de la historia. Las compras netas de activos por parte de los fondos de pensiones privados de EE UU pasaron de una media de menos de 30.000 millones al año en los 70 a más de 80.000 millones en los 80 y a más de 100.000 millones anuales en los 90. El repunte previsto en los múltiplos de valoración se produjo puntualmente. En 2000, la relación precio-beneficio ajustada al ciclo de las acciones de EE UU, una medida muy seguida y calculada por Robert Shiller, de la Universidad Yale, había subido desde un mínimo inferior a 7 en 1982 a más de 44.
Pero, en los 2000, el desastroso desenlace no se materializó y el pánico por el colapso del mercado remitió. El estallido de la burbuja puntocom y la posterior recuperación sugirieron que la subida de las valoraciones de finales de los 90 tenía más que ver con el optimismo irracional que con la demografía. El crecimiento de los planes de pensiones de aportación definida, junto con los tradicionales de prestación definida, proporcionó una nueva fuente de demanda de activos de EE UU. Los propios baby boomers desbarataron las expectativas al mantenerse más sanos y trabajar más tiempo que las generaciones anteriores, lo que redujo la necesidad de liquidar sus ahorros.
Las sucesivas oleadas de políticas económicas favorables también contribuyeron a ello. La globalización de los mercados significó que, en lugar de luchar por deshacerse de sus acciones entre la insignificante generación X, los baby boomers estadounidenses se encontraron con un exceso de ahorro mundial desesperado por invertir en empresas de EE UU. La política monetaria y fiscal del país también se volvió notablemente favorable al mercado, con una inflación baja y unos impuestos reducidos que permitieron un mayor apalancamiento y unos márgenes más altos. Incluso cuando hubo crisis, sobre todo en 2008, las autoridades respaldaron al mercado. Así, la hipótesis del colapso quedó en el olvido. En la era de los rescates bancarios y la impresión de dinero por parte de la Reserva Federal, la hipótesis del colapso del mercado era una apuesta mucho más convincente.
Dinámica intacta
Sin embargo, la dinámica que preocupaba a los agoreros demográficos de los 90 sigue alarmantemente intacta. Quizás la venta masiva por jubilación solo se haya pospuesto. El año pasado, incluso los baby boomers más jóvenes cumplieron 60 años, mientras los más mayores se acercan rápidamente a los 90. Como resultado, los fondos de pensiones privados de EE UU han pasado de ser compradores netos de activos financieros a vendedores netos. Los planes de prestaciones definidas más antiguos, que garantizan una renta fija, hicieron el cambio hace más de una década. Según datos de la Fed, incluyendo los planes de aportación definida, en los que solo se fija la cantidad aportada, los flujos netos han sido negativos en la mayoría de los trimestres desde 2021. El día del juicio final ha llegado por fin. La retirada masiva de los ahorros de los baby boomers ha comenzado.
Mientras, la generación de ahorradores de EE UU disponibles para absorber las ventas de los baby boomers es tan escasa como se había previsto. Según el Banco Mundial, en 1990 había 5,5 estadounidenses en edad de trabajar por cada persona mayor de 65 años. En 2023, esa cifra había caído por debajo de 4. Basándose precisamente en ese colapso de la relación entre la oferta y la demanda, los agoreros de la hipótesis del colapso del mercado advirtieron de que las acciones podrían caer fácilmente un tercio cuando los boomers vendieran.
Eso podría resultar una estimación a la baja. Desde los 1990, han surgido dos nuevos factores demográficos que amenazan con hacer que el colapso del mercado de EE UU sea aún más doloroso de lo que predijeron sus profetas originales.
El primero tiene que ver con las entradas de capital internacional que ayudaron a rescatar a los boomers que se jubilaron anticipadamente tras el cambio de milenio. Gran parte de las compras procedían de países que se encontraban al borde del precipicio demográfico. Europa, Japón y China fueron, con diferencia, los mayores compradores. En todos ellos, la caída de la proporción entre la población en edad de trabajar y la jubilada ha sido tan pronunciada, o incluso más, que el cambio equivalente en EE UU. En otras palabras, justo cuando los baby boomers estadounidenses están acelerando sus ventas, los compradores extranjeros que habían estado compensando la caída ahora afrontan una disminución de la demanda.
El segundo nuevo factor demográfico puede ser aún más importante. El tamaño anómalo de la generación estadounidense de la posguerra le confirió no solo influencia económica, sino también en la política doméstica. Durante más de tres décadas, los baby boomers fueron el grupo de votantes más numeroso. Aun en 2010, seguían representando más de un tercio del electorado del país. Pero, poco después de 2015, ese dominio llegó a su fin. Los votantes nacidos después de 1981, es decir, los mileniales y la generación Z, usurparon su lugar.
Sería simplista atribuir los sucesivos terremotos políticos que han sacudido EE UU desde 2016 únicamente a ese cambio demográfico, sobre todo porque los mayores de 65 años han tendido a favorecer a Donald Trump. Pero no es casualidad que, justo cuando el dominio electoral de los boomers se vio finalmente eclipsado, el acuerdo político a favor de la globalización entrara en un declive vertiginoso. La generación del milenial vicepresidente J. D. Vance simplemente no tiene el mismo interés en las políticas que evitaron que los boomers se enfrentaran a su destino inicial.
“Los mercados alcistas no mueren de viejos”, reza el adagio del mercado. En esta ocasión, sin embargo, el adagio del mercado podría estar equivocado.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías