Milei quiere que los argentinos se fundan los dólares del colchón
El Gobierno estima que hay 271.000 millones guardados en efectivo en casa, cajas fuertes y cuentas en el extranjero

El tópico dice que los argentinos vienen de serie con conocimientos de economía y psicología. Seguramente se debe a que sus políticos les han torturado de muchas maneras, incluido el tipo de cambio, lo que ha hecho que generen anticuerpos para defenderse. Las continuas crisis económicas, con inflación y depreciación del peso argentino como elementos clave, culminaban en una devaluación oficial de la moneda como recurso para relanzar la economía, en ocasiones acompañada de corralitos, que les impedía acceder a su propio dinero, y confiscaciones de depósitos. Un panorama que lleva a que el peso con el que les pagan la nómina sirva de medio de pago, pero no de ahorro.
Cuando uno coge un taxi en el Aeropuerto de Ezeiza para llegar al centro de Buenos Aires se sorprende con que el taxista le pida que, por favor, le pague en dólares o euros. El viajero se sorprende con el ofrecimiento y piensa que le van a clavar con el cambio, que puede ser, pero en realidad lo que quiere es acumular moneda extranjera segura, preferentemente billetes verdes. Si sus pesos los va convirtiendo en dólares, cuando la moneda argentina se deprecia o el Gobierno la devalúe, su ahorro se librará de la pérdida de valor. Además, su capacidad de compra en el país aumentará, ya que por sus dólares le darán mucho más pesos argentinos que los que tuvo que poner en su momento para convertirlos a la divisa norteamericana.
La acumulación de dólares es una obsesión en Argentina y está ligada al impacto de la economía sumergida y la necesidad de evitar la depreciación permanente del ahorro. Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), en Argentina trabajan 14,9 millones de personas de las que sólo nueve millones están dadas de alta, por tanto pagan impuestos y cotizan para su jubilación, de manera que casi seis millones, el 40% vive en la economía informal. Dicho Instituto, equivalente al INE español, publicó en marzo pasado un informe que estima que los argentinos tienen guardado en cajas de seguridad, cuentas bancarias en el extranjero y efectivo en billetes “bajo el colchón”, mayoritariamente en dólares, fondos por importe de 271.247 millones de dólares (261.000 millones de euros al cambio de fin de 2024). Para hacerse una idea de lo que significa, basta señalar que ese ahorro en negro equivale al 45% del PIB de Argentina (584.000 millones de euros) o a más de diez veces las reservas brutas del Banco Central de Argentina (26.220 millones de dólares).
La acumulación de tanto patrimonio fuera de los circuitos formales genera importantes distorsiones. Así, mientas en España prácticamente han desaparecido las cajas de seguridad de los bancos, en Argentina hay más dinero dentro de las cajas de seguridad que en las cuentas de ahorro de los clientes, que apenas tienen lo que necesitan para manejarse en el día a día y los ingresos formales. Esto provoca que el sistema bancario argentino sea muy pequeño en comparación con el tamaño de su economía y población. Además, falsea buena parte de las estadísticas. Según el Banco Mundial, Argentina tenía en 2023 una renta per cápita de 14.187 dólares, por debajo de la de Venezuela (15.944) y un tercio menos que Uruguay (22.798), un país frontera con una economía muy similar.
Por tanto, es comprensible que Javier Milei, presidente de la República de Argentina, haya puesto su mirada en semejante tesoro. A primeros de este mes, anunció que la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (Hacienda), el Ministerio de Economía y el Banco Central trabajan en un plan para que los argentinos afloren ese capital, aunque lo dijo a su manera, al modo motosierra: “Estamos trabajando en el mecanismo para que la gente pueda ingresar los dólares al sistema, pueda comprar lo que quiera y que no deje los dedos marcados para que nadie los vaya a perseguir”.
La traducción sería una amnistía total, blanquear el dinero negro con coste cero. Esto ha abierto un importante debate en el país, puesto que si defraudar sale gratis, además de ser injusto con los que han pagado, es un incentivo para seguir defraudando. Todos los Gobiernos de Argentina han intentado aflorar buena parte del dinero negro, pero siempre con el pago de alguna penalización. El último intento de blanqueo de capitales fue el año pasado y consiguió meter en el circuito formal 22.000 millones de dólares. Eso sí, una amnistía sin coste sería otra cuestión, aunque la desconfianza de los argentinos puede que lleve a que ni así afloren su patrimonio.
La urgencia de Milei por tratar de que ese dinero entre en el mercado, viene dada porque sus políticas restrictivas para frenar la inflación y el déficit público han contraído también la economía, que el año pasado cayó un 1,7%. Por tanto, ve en esos fondos una manera de reactivar la demanda y la recaudación de impuestos. Actualmente, se realizan en dólares las operaciones más importes de una familia, como la adquisición de vivienda o coche, y gastos más pequeños, como la compra de ropa de importación o instrumentos musicales, de manera que el peso se va quedando residual, lo que encajaría con la pretensión anunciada de Milei de dolarizar la economía y cerrar el Banco Central. Aunque quizás sea más realista que convivan las dos monedas.
Habrá que ver cómo finalmente se articula la medida. Si hay un afloramiento masivo, porque se hace a coste cero, ese dinero puede cebar la inflación. Si no se incentiva, no tendrá éxito. En todo caso, lo peor es que Milei llame héroes a los insolidarios. “Los que tienen la guita debajo del colchón son los que se escaparon de un régimen opresor. Nosotros creemos que aquellos que fugaron la plata no son delincuentes, son héroes a los que querían romper el orto con el impuesto inflacionario”.
Es difícil entender como han podido llegar a presidentes de Gobierno perfiles como los de Donald Trump o Javier Milei; debe ser la imperfección de la democracia, que diría su némesis, Pepe Mujica, el recién fallecido expresidente de Uruguay. Para entender mejor los fenómenos de Trump y Milei, dos recomendaciones, la película The Apprentice. La historia de Trump y la serie argentina El Encargado.
Aurelio Medel es periodista y doctor en Ciencias de la Información.