La discreta y contundente expansión de las cajas rurales
Mientras bancos y antiguas entidades de ahorros cierran oficinas, las cooperativas amplían red ya tienen una cuota del 10%

La espiga que identifica a las cajas rurales empieza a formar parte del paisaje urbano de grandes ciudades como la capital de España. La Caja Rural de Asturias, por ejemplo, ha abierto tres oficinas en año y medio en pleno centro de Madrid (Paseo de la Castellana, Génova y O´Donell); que se suman a las que ya tienen otras entidades como las rurales de Soria, Granada, Zamora, Eurocaja o la Rural del Sur. Esta expansión no se debe a que estén perdiendo sus esencias, a que se estén yendo del campo a la ciudad, sino a que han apostado por la expansión territorial para crecer, ya que creen que la desaparición de buena parte de las cajas de ahorros, la conversión en banco de las que han sobrevivido y los ajustes del sector les abren una oportunidad de crecimiento.

Las cajas rurales y cooperativas de crédito son líderes en las provincias más afectadas por la despoblación, con cuotas de mercado por encima del 40% en provincias que son el epicentro de la España Vaciada, como Zamora, Soria, Teruel, Cuenca y Albacete. Pero también son muy relevantes en zonas muy prósperas con potente industria agroalimentaria, como es el caso de Almería y Murcia, dominadas por Cajamar, la rural líder del sector, o Navarra, donde la rural del mismo nombre tiene una cuota del 25%. También es muy singular el caso de Guipúzcoa y Álava, donde la Caja Laboral, nacida alrededor de la Cooperativa Mondragón, controla alrededor del 30% del mercado.
Desde 2019, el año previo a la pandemia, el conjunto del sector financiero ha reducido más de un 27% su red de oficinas y casi un 12% su plantilla, lo que ha supuesto el cierre de 6.500 oficinas y la pérdida de 21.000 empleos. Solamente la fusión de CaixaBank y Bankia y la absorción del Popular por el Santander ha arrastrado el cierre de casi 5.000 oficinas, lo que da idea de lo que vendrá si BBVA termina adquiriendo el Sabadell. En ese mismo período, las 60 cooperativas de crédito que hay en España, han incrementado su red un 1,6% y su plantilla en un 4,3%, con 67 oficinas y 800 empleados más.
Por tanto, los datos ponen de manifiesto que en el sector financiero hay una dualidad entre los bancos, de los que ya forman parte las cajas de ahorros que sobrevivieron, y el mundo de las cajas rurales y cooperativas de crédito. Esta dualidad es intrínseca a la titularidad del capital de unas entidades y otras. Las acciones de los bancos están en manos de grandes fondos de inversión internacionales y de pequeños accionistas. En el caso de las rurales y las cooperativas de crédito, los dueños son sus empleados y clientes, que pueden ser particulares y cooperativas productoras, que son los que las han fundado. Para poder denominarse Caja Rural es necesario que entre los promotores haya una cooperativa agraria o 50 socios personas físicas que sean titulares de explotaciones agrarias.
Las similitudes entre las cajas rurales y las cajas de ahorros han provocado que buena parte de la opinión pública crea que corrieron la misma suerte con la crisis inmobiliaria desatada a finales de la primera década de este siglo. Sin embargo, como buena parte de ellas no estaban tan ligadas al sector inmobiliario, si no que su razón de ser está en el sector agrario y su transformación, sobrevivieron mejor a la crisis y lidiaron dentro del sector los problemas que surgieron.
Este desconocimiento general hace que sorprenda que las cajas rurales y las cooperativas de crédito sumaran una cuota de mercado media del 10% del negocio financiero en España, con un 9,2% en los créditos y un 10,4% en depósitos, en 2023, con un crecimiento importante en los últimos años. El conjunto de las 60 cooperativas de crédito tiene un tamaño muy similar al Sabadell, el cuarto banco de España. En 2024 ganaron 1.868 millones de euros, cuarenta millones más que el banco catalán y suman una cartera de créditos de 106.000 millones y de 168.000 millones en depósitos, lo que supone tres mil millones menos en inversión y 40.000 millones más en ahorro que dicho banco.
Las cajas rurales y los bancos son muy complementarios en tipología de cliente y despliegue territorial. El 42% de las 3.327 oficinas que tenían en 2023 las cooperativas de crédito agrupadas en UNACC y el 32% de las 976 de Grupo Cajamar, están en poblaciones de menos de cinco mil habitantes. Por tanto, junto con CaixaBank, que es la única entidad en 483 poblaciones de España, juegan un papel clave para la inclusión financiera en el ámbito rural.
Otras de las grandes peculiaridades de las cooperativas de crédito está en la distribución de sus ganancias. Los bancos distribuyen alrededor de la mitad de su beneficio neto a recapitalizarse y la otra mitad la reparten entre sus accionistas en forma de dividendo. En cambio, en el caso de las cooperativas de crédito, la ley les obliga a, una vez limpiadas las pérdidas de años anteriores, destinar el 100% del beneficio al Fondo de Reserva Obligatorio durante los tres primeros años de su creación y hasta que dicho fondo alcance el mismo importe que el capital aportado en la fundación. Una vez cumplidos dichos hitos, la dotación a dicho fondo será, como mínimo, del 50% y al menos otro 10% irá a la dotación del Fondo de Educación y Promoción que financiará actividades que beneficien a sus socios, trabajadores y la comunidad en la que operan. El resto, que como máximo será el 40% del beneficio neto, se repartirá entre los socios o se destinará al Fondo de Reserva Voluntario, lo que tendrá que ser decidido en la asamblea de socios. Las cajas rurales y cooperativas de crédito españolas cuentan con 3,5 millones de socios, que son sus propietarios.
La configuración de dicho fondo ha llevado a que las cajas rurales creen sus propias fundaciones, desde las que realizan y financian las actividades contempladas en la normativa. La incidencia de su actuación en el territorio tiene ciertas similitudes con las que hacían las cajas de ahorros a través de la obra social, y la que continúan haciendo aún las fundaciones bancarias que controlan a las entidades que han sobrevivido (Fundación La Caixa, Fundación Ibercaja, Fundación Unicaja y las fundaciones de las tres provincias vascas propietarias de Kutxabank). El tiempo dirá si la expansión que han emprendido algunas cajas rurales y cooperativas de crédito al calor del repliegue de las grandes entidades del sector es un acierto de gestión. Lo que no cabe duda es que hoy hacen un papel clave en el ámbito rural.
Aurelio Medel es periodista y doctor en Ciencias de la Información.