Las claves del día: EE UU busca deshacer viejos entuertos, por si acaso vuelve a necesitar petróleo
Sería llamativo que la Casa Blanca llegara, justo ahora, a un acuerdo nuclear con Irán


En Estados Unidos, los republicanos y los demócratas se reparten los papeles en política exterior: los primeros adoptan un tono más duro, y los segundos, más diplomático. En la práctica, su estrategia es similar, e incluso puede interpretarse que las palabras fuertes de presidentes como Donald Trump buscan disimular una mayor flexibilidad comercial y militar. Sería llamativo que la Casa Blanca llegara, justo ahora, a un acuerdo nuclear con Irán que pusiera fin a las sanciones a su petróleo. Los mercados, siempre deseosos de creer (como la frase del póster del agente Mulder, de la serie Expediente X) están empujando el barril de Brent a la baja. Como bien han mostrado las diatribas arancelarias entre China y EE UU, todo es posible, y puede que la cotización de unas cuantas vueltas hasta que se llegue a una conclusión, siquiera parcial.
El petróleo de esquisto (sacado de rocas) ha dado un potente impulso a la independencia energética de Estados Unidos, pero los pozos cada vez son más caros de explotar. A Washington no le vendrá mal deshacer viejos entuertos para aumentar su red de amistades, mientras desarrolla, por qué no, sus parques de energías renovables.
La vivienda bien merece un esfuerzo comunitario
Alcaldes de varias de las mayores ciudades europeas –y, por tanto, de las más presionadas por la crisis habitacional que azota a buena parte del continente– se han unido para solicitar a Bruselas que ponga su grano de arena para atajar el problema de la vivienda. Y qué mejor manera de hacerlo que poniendo dinero, en este caso sacado de partidas no ejecutadas del fondo de recuperación. La propuesta no solo tiene una lógica económica, sino política: no es admisible que resurgir del proyecto europeo, tan aclamado en las últimas semanas, se base fundamentalmente en la defensa.
Hay formas y formas de subir los impuestos
Subir impuestos es la medida impopular por antonomasia. Y si es a todos los tramos del IRPF (es decir, a todos los trabajadores), aún más. Menos mal, para los Gobiernos, que hay otras formas, más silenciosas, más frías, de poder recaudar dinero. La más reciente es no ajustar el impuesto sobre la renta a la inflación, lo que supone que buena parte de los aumentos de salarios pensados para compensar la subida de los precios acabe en el bolsillo del fisco. El Ejecutivo se ha negado a aplicar este ajuste –con el beneplácito de Bruselas–, lo que, según la Airef, supondrá una recaudación de 1.800 millones más al año hasta 2031. Lo que sí se ha ajustado en su totalidad a la inflación en estos años han sido las pensiones. Con algo habrá que pagarlas.
La frase
Haremos todo lo posible por mantener nuestros precios lo más bajos posible, pero dada la magnitud de los aranceles, incluso con los niveles reducidos anunciados esta semana, no podemos absorber toda la presión dada la realidad de los estrechos márgenes minoristasDoug McMillon, CEO de walmart
Una medida loable que choca con un muro difícil de salvar
Tradicionalmente, el término comida de hospital se ha asociado a platos insípidos, aburridos y, por qué no decirlo, directamente incomibles. Cualquiera que haya estado hospitalizado sabe a qué se refiere esto. Ahora, sin embargo, y tras haber metido mano en los comedores escolares, Consumo quiere regular los de los hospitales y residencias de mayores, que reciben críticas día sí y día también por la poca calidad de sus platos, la excesiva cantidad de fritos o su poco sabor. La medida, que busca introducir más alimentos frescos y sanos, es loable. Eso sí, por mucho que mejoren los ingredientes, y dado el perfil del comensal de estos lugares, lo que va a seguir teniendo es poca sal. Para eso, de momento no hay remedio, y hay que cuidarse la tensión.