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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un nuevo jefe para Berkshire en un entorno muy volátil

Abel difícilmente alcanzará el inmenso carisma de su actual jefe, y la prima de cotización que lleva consigo

Greg Abel en la junta de accionistas de Berkshire Hathaway.
CINCO DÍAS

Warren Buffett se va de Berkshire Hathaway. Llevaba años preparando su sucesión, de modo que será Greg Abel quien tome las riendas. Le dejará una enorme pila de efectivo, ahora de 350.000 millones de dólares, tras unos años en los que el Oráculo de Omaha y su equipo, del que forma parte Abel, han considerado que los mercados estaban demasiado caros y volátiles. No será nada fácil para el próximo jefe igualar el 20% de rentabilidad anual del mandato de Buffett, quien, sin embargo, ha flojeado en la última década.

Los mercados están enormemente desconcertados ante la ofensiva comercial de Donald Trump. Algunos analistas creen que las negociaciones acabarán moderando los disparados aranceles fijados por el presidente de Estados Unidos. Otros, empero, prevén nuevas caídas de Wall Street, puesto que consideran que las políticas autárquicas han venido para quedarse; incluso, que otros países acabarán imitando a EE UU, y que los inversores tendrán que valorar cómo puede cada Estado sobrevivir por sí mismo.

Parece que Buffett está más bien entre los segundos, y que ha acumulado efectivo ante la perspectiva de que Wall Street baje aún más, tras años de múltiplos muy altos. El jefe saliente de Berkshire tuvo tiempo en su presentación ante los inversores para atacar los aranceles de la Casa Blanca, aunque él mismo había recomendado en varias ocasiones que abordar el déficit comercial (con un método más sutil y diplomático, eso sí).

Invertir en un entorno de enorme volatilidad será, pues, el principal reto de Abel. Está por ver si mantiene también la política de Buffett de apostar solo por empresas sencillas de entender, algo que impidió a Berkshire subirse a la primera ola de Apple (supo surfear las siguientes). El holding no paga dividendos, una tradición impuesta por el Sabio de Omaha, que prefiere las recompras de acciones, tanto en Berkshire como en las empresas en las que invierte (aunque no por ello deja de recibir gustoso el que le paga, por ejemplo, Coca-Cola).

Aunque su austerísima web pueda sugerir lo contrario, Berkshire ya no se parece a la modesta oficina de inversión creada por Buffett (hijo de congresista; no venía de la nada), sino que es un mastodonte de 400.000 empleados. Su fundador ha optado por un profesional para gobernarla tras su paso a un lado (aunque seguirá en la presidencia no ejecutiva, y aún le quedan unos meses como CEO). Abel difícilmente alcanzará el inmenso carisma de su actual jefe, y la prima de cotización que lleva consigo. Tratará, al menos, de mantener su olfato.

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