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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cambios de hábitos que marcan el signo de los tiempos

Ya no es solo que los más jóvenes tengan más tolerancias al riesgo, es que hay más de una generación de trabajadores españoles que teme por la viabilidad del sistema público de pensiones

Fachada del Banco de España, a 1 de abril de 2025, en Madrid (España).
CINCO DÍAS

Tradicionalmente conservadores con el dinero –del colchón al banco y, con suerte, el piso– los españoles están modernizando sus hábitos financieros. Así lo confirman los datos del Banco de España, que reflejan, por ejemplo, una disminución notable del dinero en depósitos bancarios: si previo a la crisis del ladrillo suponían más del 43% sobre los activos, hoy están próximos a descender del 35%.

La tendencia es positiva, toda vez que refleja un cierto avance en educación financiera, una de las asignaturas pendientes del ahorrador español. Esta lección, sin embargo, ha tenido que entrar con sangre: la gran crisis demostró los riesgos del endeudamiento descontrolado –y que el ladrillo no es una inversión exenta de riesgos–, mientras que el largo camino por el desierto de los tipos ultrabajos restó atractivo a los depósitos. Y la última crisis de precios ha dejado patente que la inflación es un enemigo que puede dejar serios estragos a su paso, y que conviene batir.

Estos y otros fenómenos explican, como señalan los expertos, que los hogares españoles se endeuden ahora con más cabeza y, sobre todo, inviertan siguiendo una cierta estrategia.

Así, los españoles se abren a otros refugios, como los fondos de inversión: desde 2013, han pasado de suponer un 8% del total de los activos financieros a representar más del 16%. La multiplicación de las plataformas que ofrecen estos productos y unas Bolsas en constantes récords –a pesar de las últimas caídas– han facilitado, también, esta apertura a asumir algo más de riesgo de lo habitual.

Sin embargo, detrás de esta aparente buena noticia, que nos acerca a economías más avanzadas en el aspecto financiero, se esconde una fractura generacional: los datos del propio Banco de España muestran que la brecha de riqueza entre los jóvenes y los mayores no ha hecho sino ensancharse en los últimos años. Esto explica, también, el avance de la inversión: ya no es solo que los más jóvenes tengan más tolerancias al riesgo, es que hay más de una generación de trabajadores españoles que teme por la viabilidad del sistema público de pensiones. Y desconfía de la voluntad política para asegurarla.

Por ello, y a la vista de la pirámide demográfica, buscan alternativas financieras, como la inversión a largo plazo en fondos, con la esperanza de que les permita jubilarse algún día. Con el piso muy lejano, el colchón y el depósito ya no parecen ser suficientes.



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