El baile “G” de la telefonía móvil en España
El Gobierno apaga el 2G y el 3G mientras las compañías extienden el 5G y preparan el futuro 6G


La telefonía móvil en España atraviesa una de las metamorfosis más ambiciosas de su historia. Las distintas generaciones (G) y estándares conviven para dar servicio a 62,8 millones de líneas, de las que 56,2 millones tienen conexión a Internet y 20 millones funcionan sin mediar personas, porque conectan máquinas con máquinas (M2M), según las últimas cifras de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). La transición tecnológica es permanente. El Gobierno, a través del Ministerio para la Transformación Digital, ya ha iniciado el proceso de consulta para apagar el 2G y el 3G. Las compañías extienden a toda velocidad la cobertura del 5G que aún se apoya en gran parte en la anterior 4G. Y el 6G está en puertas, desarrollando sus requisitos técnicos para la nueva generación. El baile “G” de la telefonía móvil ha comenzado.
El panorama al cierre del tercer trimestre de 2025 revela una realidad incuestionable: la tecnología 5G ha dejado de ser una promesa de futuro para convertirse en el estándar de presente. El tráfico de banda ancha móvil bajo esta tecnología ha experimentado un crecimiento explosivo del 79,6% interanual, lo que significa que hoy en día, uno de cada cinco datos que circulan por el aire en España ya viaja a través de redes de quinta generación.
Este incremento no es un hecho aislado, sino que se enmarca en una tendencia de consumo masivo de información. El tráfico móvil total en el país ha alcanzado la impresionante cifra de 2,7 millones de terabytes, lo que representa un aumento de casi el 20% respecto al mismo periodo del año anterior. Esta voracidad digital de los usuarios, impulsada por el streaming en alta definición, el teletrabajo y la digitalización industrial, ha obligado a los operadores a entrar en una carrera frenética por el despliegue de infraestructuras, aunque no todos han avanzado al mismo ritmo.
En el centro de esta carrera se encuentra la banda de 3,5 gigahercios (GHz). Esta frecuencia es el “santo grial” de las telecos, ya que es la única capaz de ofrecer las velocidades de vértigo —por encima del gigabit por segundo— que el 5G prometió en sus inicios. A diferencia de la banda de 700 MHz, que es excelente para dar cobertura en interiores y grandes extensiones, los 3,5 GHz permiten una capacidad masiva de datos.
En este terreno, Telefónica ha tomado la delantera. Entre mediados de 2023 y mediados de 2025, la compañía ha sido responsable del 62% de los nuevos nodos instalados en España. El crecimiento de Telefónica ha sido exponencial, pasando de poco más de 1.500 nodos a superar los 8.000 en apenas dos años, multiplicando su red por más de cinco veces. Esta estrategia le ha permitido controlar más de la mitad del mercado total de nodos de alta velocidad en el país. Su despliegue 5G llega a un total de 5.700 municipios de toda España, lo que supone ofrecer este servicio a más del 94% de la población.
Por su parte, MasOrange se sitúa en una sólida segunda posición con 4.647 nodos, habiendo duplicado su infraestructura inicial, y alcanza el 93% de la población. En el otro extremo se encuentra Vodafone España, que tras la toma de control por parte de Zegona ha adoptado una postura de inversión mucho más cautelosa y austera, sin llegar siquiera a duplicar su base de antenas en el mismo periodo, aunque alcanza a 4.200 municipios y el 90% de la población.
No obstante, estas cifras de las compañías tan optimistas hay que ponerlas en cuarentena. La razón reside en que existe, por un lado, un 5G NSA (Non-Standalone) que actúa como una tecnología de transición que utiliza antenas 5G pero depende del núcleo de red del 4G para funcionar, mientras que el 5G SA (Standalone) es la red “pura” e independiente que ofrece latencia ultrabaja y menor consumo de batería. En España, los datos oficiales de implantación están a menudo condicionados por la mezcla de estas tecnologías, ya que mientras el discurso comercial anuncia coberturas que superan el 90% de la población, la conectividad real evidencia que el 5G puro (SA) apenas alcanza a la mitad de los usuarios.
Limpieza del 2G y el 3G
Sin embargo, para que el 5G pueda alcanzar su máximo potencial, es necesario hacer limpieza en el espectro radioeléctrico. España se prepara para el fin de una era: el apagado de las redes 2G y 3G. El Ministerio para la Transformación Digital ha iniciado el proceso de consulta pública para coordinar esta desconexión masiva. No es una decisión caprichosa; mantener activas estas tecnologías de hace dos décadas supone un lastre operativo inmenso. El 2G y el 3G son ineficientes desde el punto de vista energético, presentan mayores vulnerabilidades de seguridad y, sobre todo, ocupan unas frecuencias (en las bandas de 900 y 2.100 MHz) que serían mucho más útiles si se destinaran a potenciar el 4G y el 5G actuales.
Este “apagón” tecnológico es un proceso delicado que requiere una transición ordenada. La consulta pública, que permanecerá abierta hasta el 20 de enero de 2026, busca recoger las inquietudes de todos los agentes implicados. No se trata solo de que los operadores ahorren costes, sino de garantizar que nadie se queda desconectado. El Ministerio ha puesto especial énfasis en proteger a los colectivos vulnerables, como las personas mayores que dependen de sistemas de teleasistencia que aún operan sobre redes antiguas, o usuarios en zonas rurales donde el cambio de terminal puede suponer una barrera económica. Además, existe la prioridad absoluta de garantizar la continuidad de servicios críticos como el 112, cuya fiabilidad no puede verse comprometida durante la migración. Con todo, no se espere que esas redes estén completamente apagadas hasta 2030.
El 6G, a las puertas
Mientras España gestiona la despedida de sus redes más veteranas, la mirada de la industria ya está puesta en lo que vendrá después. Antes de llegar a la siguiente gran G, el mercado saludará este mismo año al 5G+, también conocido como 5G Avanzado o 5.5G. Esta versión mejorada de la tecnología actual promete ser el puente hacia el futuro, implementando tecnologías como el MIMO masivo que permitirán alcanzar velocidades de hasta 10 Gbps. Además, el 5G Avanzado solucionará problemas cotidianos, como la pérdida de conexión cuando nos movemos a altas velocidades (en trenes o vehículos) y reducirá significativamente el consumo de batería de nuestros smartphones.
Pero el verdadero horizonte de la próxima década es el 6G. Aunque todavía no existe un estándar técnico definido a nivel mundial, las expectativas son astronómicas. Se estima que el 6G será hasta 100 veces más rápido que el 5G actual, reduciendo la latencia a niveles casi imperceptibles. Esto no solo servirá para descargar películas en milisegundos, sino para habilitar aplicaciones que hoy parecen ciencia ficción: comunicaciones holográficas en tiempo real, cirugía robótica de precisión extrema y una integración total de la Inteligencia Artificial en cada nodo de la red.
España no quiere ser un simple espectador en esta nueva revolución. A través de la Agenda España Digital y el programa UNICO I+D, el país está invirtiendo fuertemente en investigación y desarrollo. Este programa financia a universidades, organismos públicos y empresas privadas para que España lidere la creación de patentes y estándares de seguridad en redes 5G+ y 6G. La idea es atraer talento extranjero y fomentar la creación de startups tecnológicas que generen empleo de alta calidad. Por cada 10 millones de euros invertidos en estos programas, se espera que florezcan 50 nuevos proyectos empresariales, creando una base industrial sólida y energéticamente eficiente que cumpla con los objetivos de descarbonización de la Unión Europea.
En este contexto europeo, el Reglamento de la Empresa Común para las Redes y los Servicios Inteligentes (JU SNS), bajo el marco de Horizonte Europa, actúa como el gran paraguas coordinador. El fin último es que, para el año 2030, Europa y España dispongan de una infraestructura digital soberana y potente.
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