Trump se topa con el primer límite a sus designios
Sería ingenuo pensar que los mercados han hecho entrar en razón al presidente de EE UU: simplemente, se ha visto obligado a retirar el plan por mera supervivencia


La surrealista semana que arrancó con la voladura del comercio internacional en una cartulina de tamaño XL concluyó con una marcha atrás tan estrafalaria o más. Horas después de presumir de tener a los líderes mundiales comiendo de su mano (no exactamente así; es mejor no normalizar el soez lenguaje de la Casa Blanca), Donald Trump retiraba la mayor parte de los aranceles anunciados durante 90 días... Precisamente el mismo falso rumor que disparó los mercados el lunes, que fue desmentido por la Casa Blanca y confirmado oficialmente apenas 50 horas después.
Trump reconoció lo evidente, dentro de su estilo. Es difícil subestimar el poder del mercado de bonos estadounidense; ayuda a calibrarlo ver cómo ha sido capaz de torcer el brazo de una forma tan evidente de un presidente que ha arrancado su mandato montado en una apisonadora. La deuda estadounidense no hace perder tanto dinero a los inversores como la renta variable, o al menos no de forma directa. Pero es un mercado mucho más complicado donde una dinámica negativa puede generar un agujero negro financiero de complicadísima solución. Lamentablemente, en España podemos dar fe de lo que pasa cuando el mercado da la espalda a la deuda. También en Reino Unido. Las comparaciones con Liz Truss no son un lugar común de comentaristas liberales: en ambos casos una decisión ideológica reventó las válvulas del mercado de deuda, desatando una reacción en cadena. Al ser el activo libre de riesgo de referencia, sus caídas de precio retroalimentan nuevas ventas de forma endógena. Y las subidas del tipos de interés se acaban por trasladar a empresas y familias.
Con todo, parte del daño está ya hecho. Aun suponiendo que todo queda como está, la subida arancelaria sigue siendo sustancial, y las importaciones de China (las más cuantiosas) aún pagan el 145%. El efecto inflacionista llegará, y el efecto sobre la actividad, también: la confusión extrema solo puede conducir al retraimiento de la inversión y el consumo. La temporada de resultados que arranca en Estados Unidos podrá ya dar cuenta de cómo los CEO afrontan el nuevo panorama.
Sería ingenuo pensar que los mercados han hecho entrar en razón a Donald Trump. Simplemente, se ha visto obligado a retirar el plan por mera supervivencia. Igualmente ingenuo es pensar que hay un plan detrás de esta ceremonia de la confusión. Estados Unidos ha elegido al presidente que ha elegido; empresas e inversores tendrán que capearlo el tiempo que corresponda.