Alemania y la crisis global: menos ‘work-life-balance’
La economía cuestiona el equilibrio entre vida personal y profesional y pide que se trabaje el lunes de Pentecostés

El concepto work-life-balance me da repelús”, denuncia Sebastian Ebel, jefe de Tui, el mayor consorcio turístico del mundo. “No debería ser tan fácil darse de baja por enfermedad”, reclama el jefe de Mercedes, Ola Källenius. “Un día festivo menos en 2025″, exige el presidente del prestigioso instituto de investigación económica IW, Michael Hüther. La nueva consigna ante el ingente reto geopolítico actual es que la gente vuelva a trabajar más porque, al parecer, se trabaja poco.
Ebel lo explica así: “Se ha perdido moral laboral. Hay gente que trabaja mucho, pero también tenemos otros… Debemos recuperar la idea de que el trabajo tiene valor. Además, para superar la crisis actual tendremos que trabajar más y mejor”. Los investigadores económicos advierten que Alemania dio por supuesto su bienestar; pero, hoy, hay que ganarse de nuevo ese elevado nivel de vida. Es el desequilibrio del equilibrio entre vida personal y laboral de la economía alemana del XXI.
La economía alemana lo tiene claro y exige que se trabaje un día festivo en 2025. ¿Pentecostés, Corpus Christi, día de la Ascensión…? Sin remuneración extra, claro. Una propuesta, entre otras muchas para incrementar la productividad laboral. Atrás quedó la demanda de la semana de cuatro días. Arremangarse para crecer. Posponer la jubilación y un largo etcétera. El 94% de las empresas teme que la semana de cuatro días implique una pérdida de riqueza. Y el 60% ve amenazado el bienestar económico alemán, según una encuesta realizada por IW. Alemania abre así el debate: ¿Qué aumenta más la productividad, el descanso o el trabajo? Y cómo se garantiza el bienestar socioeconómico de las próximas generaciones.
Va de arremangarse y trabajar más. De aumentar el volumen de trabajo. En una carta en abril de los investigadores y consejeros económicos más relevantes enviada a los democristianos de Friedrich Merz y a los socialdemócratas (que concluyeron el miércoles su acuerdo de coalición) los firmantes critican los planes sociales del próximo Gobierno. No les gustan los planes de Merz de mantener la jubilación anticipada a los 63 años (para quienes hayan cotizado más de 45 años) y de estabilizar las pensiones en lugar de bajarlas. Los investigadores (entre ellos cuatro de los cinco sabios que asesoran al Gobierno alemán) opinan que, ante el envejecimiento demográfico, este es el último Gobierno que puede reequilibrar la balanza entre contribuyentes y jubilados y mejorar las condiciones para invertir. Recomiendan subir la edad de jubilación como medida fundamental para un sistema intergeneracional justo.
También en el punto de mira están las festividades religiosas. “Sería una bendición para la economía”, dice Michael Hüther, director del IW. Su argumento: Alemania se enfrenta a retos múltiples, como la ofensiva de inversión en defensa e infraestructuras que emprenderá el próximo Gobierno de Merz. Luego están los baby boomers, que se jubilan. Solo por el envejecimiento demográfico faltarán 4.200 millones de horas anuales hacia finales de este decenio, según cálculos del IW. Ese déficit no se podrá compensar con inmigración. Por otro lado, “Alemania es el país industrializado que menos horas trabaja”, critica Hüther. Una fatalidad en un momento geopolítico complejísimo en el que Alemania trata de dar con su modelo de negocio para sobrevivir ante los colosos estadounidense y chino. Hüther: “Trabajar más sería un elemento clave de esta ecuación global”.
El mensaje de la economía es que, ante la policrisis, Alemania no puede permitirse el lujo de aumentar su tiempo libre. Para mantener su bienestar deberá trabajar más, no menos. Y durante más años. En su carta a Berlín, los investigadores advierten que el objetivo de mantener el nivel de pensiones (la tasa de compensación o de reemplazo, en comparación con el último sueldo, que asciende al 48% en Alemania (74% en España)) costará 520.000 millones de euros en los próximos años. Lo que desencadenará un aumento de las cotizaciones a la seguridad social.
Dinamarca eliminó su Store Bededag (gran día de la oración, el cuarto viernes después del Domingo de Resurrección) en 2024. Hüther calcula que trabajar en un día festivo implicaría un ingreso adicional de 8.600 millones anuales y aplaude la decisión danesa de eliminar un día festivo para financiar los crecientes gastos de defensa. “Aunque un día laboral más no salva a nadie, refleja la resolución con la que el pueblo danés mira hacia Putin y su estrategia imperialista”. Dinamarca cuenta con 11 días feriados públicos. El Store Bededag se creó hace más de 300 años, cuando un obispo danés combinó varias festividades en un solo día.
“Cuando el mundo resulta cada vez más incómodo, no podemos permitirnos seguir como si todo fuera bien en Alemania”: Alexander Mühlauer, analista de Süddeutsche Zeitung, opina que es el momento de reflexionar a qué se puede renunciar. “Sería una señal (eliminar un día festivo) de que la sociedad alemana ha entendido que no hay que conformarse con el estado del mundo actual”. Alemania es pesimista. La economía decrece por segundo año consecutivo y no hay perspectivas de mejora a la vista. Aunque el fondo casi billonario aprobado para Defensa e infraestructuras sea correcto, “es insuficiente para invertir en el futuro.” Según Mühlauer, Alemania deberá recuperar la confianza en sí misma y levantarse del sillón del psicoanalista. Sobre todo, ahora que se cuestiona su modelo de negocio en una crisis existencial empujada por los tres gorilas, Putin, Trump, Xi. Siendo Xi, por cierto, el que menos asusta. Atrás quedaron los tiempos en los que Alemania se beneficiaba de la energía barata rusa, de la demanda china (que parecía que no tenía fin) y del paraguas de seguridad estadounidense.
En el mismo sentido, Hüther exige olvidarse de la semana laboral de cuatro días que reclaman los sindicatos. “Intolerable”, califica. Y rechaza el argumento de salud argüido por los defensores de más tiempo libre. “Afirman que una semana más corta fomenta la salud”. pero según un estudio de Andrea Hammermann (IW), los trabajadores a jornada completa no están más cansados o menos insatisfechos que la población que disfruta de empleos de media jornada. “Decisivo es el buen entorno laboral”. Hammermann pide estimular el trabajo más allá de la jubilación, el trabajo femenino (más a jornada completa), y eliminar días festivos o de vacaciones.
No es la primera vez que Alemania liquida un día festivo. En 1995 tachó el día de oración y arrepentimiento (festividad protestante) para financiar el seguro de dependencia. Solo un estado federado optó por mantenerlo, Sajonia, donde los trabajadores cotizan ahora más que en el resto del país. Alemania es federal; por lo que no es fácil tomar una decisión de este tipo. En total cuenta con 9 días festivos comunes para todos los estados federados. Sajonia dispone de 11; Baden-Württemberg, de 12; y Baviera, de 13.
El día de la Ascensión del Señor al cielo es feriado en Alemania desde 1936 y coincide con el día del padre. Una festividad importante, que se suele celebrar con mucho alcohol.
Lidia Conde Batalla es periodista y analista de la economía alemana.