El camino por recorrer con los puntos de recarga eléctricos
El altísimo porcentaje de la población que aparca en las calles no puede siquiera plantearse un coche de batería


La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Sara Aagesen, comparecía este lunes para presentar un mapa interactivo de los puntos de recarga para el coche eléctrico en España. La convocatoria tenía lugar apenas días después de que el Gobierno renovara las ayudas para la compra de estos vehículos. Destinaba a tal efecto el Ejecutivo una dotación de 400 millones de euros, pero sin modificar esencialmente la forma de reparto de las ayudas, que no se entregarán de forma directa y seguirán dependiendo de las autonomías. Hasta la fecha, el consumidor puede esperar para recibir los fondos entre uno y dos años, todo un elemento desincentivador. Dejando de lado esas consideraciones, Aagesen presumió ayer de que el 99% del territorio peninsular español se encuentra a menos de 50 kilómetros de un punto de recarga.
Aunque el plan de ayudas –el denominado Moves– siempre ha estado bajo el paraguas de Transición Energética, la vicepresidenta parece haberse conjurado para concentrar y elevar el perfil del debate en los últimos tiempos, relegando al departamento de Industria que dirige Jordi Hereu, el favorito del sector de la automoción para atender sus cuitas. Bienvenido sea el movimiento del Ejecutivo si sirve para mejorar la comunicación y centrar el foco de una transición capital para la economía española, aunque solo sea por el empleo que aglutina la industria.
En este punto, bien está que se pongan en valor los elementos que favorecen la recarga en un momento de baterías muy limitadas, si bien no parece un esfuerzo suficiente. Y es que no solo de desplazamientos largos vive el coche eléctrico, a día de hoy limitado en su utilidad del día a día a quienes disponen de garaje. El altísimo porcentaje de la población que aparca en las calles no puede siquiera plantearse la opción, ante la ausencia de postes de recarga.
Puede argumentarse que el parque se disparará cuando se incremente la compra de eléctricos, pero ahí el consumidor topa todavía con precios demasiado altos; en algunas marcas, absolutamente fuera de mercado para las clases medias. Hace bien la ministra en hacer pedagogía sobre las desigualdades entre las ciudades grandes y las zonas rurales. De hecho, apenas cuatro comunidades autónomas –Cataluña, Madrid, la Valenciana y Andalucía– concentran el 60% de las infraestructuras. Sin embargo, incluso en esas, el proceso no termina de arrancar. El triángulo virtuoso entre fabricantes, administraciones y energéticas no logra alinearse. Un reto en el que el tiempo juega.