La simplificación de la sostenibilidad como objetivo estratégico europeo
El plan de eliminar requerimientos burocráticos superfluos ha adoptado una urgencia y contundencia significativas
El 26 de febrero de 2025 la Comisión Europea hizo pública su primera propuesta de simplificación normativa, en el marco del ya notorio Omnibus Simplification Package, cuyo objetivo último es eliminar obstáculos regulatorios para potenciar la competitividad de las empresas europeas.
La confluencia de una serie de circunstancias (entre las que tal vez la más relevante haya sido la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos) ha hecho que el proyecto siempre laudable de eliminar requerimientos burocráticos superfluos haya adoptado una urgencia y contundencia significativas.
Esta urgencia y contundencia se traducen en el proyecto de paralizar inmediatamente el despliegue de la Directiva CSRD, de información de sostenibilidad, reducir muy sustancialmente el número de empresas afectadas por las obligaciones de transparencia de sostenibilidad (alrededor del 80% de las inicialmente cubiertas en los cálculos de la propia Comisión), limitar el alcance de la Directiva CSDDD, de Diligencia Debida y, en términos generales, simplificar y, por tanto, abaratar los costes de estructura del reporting y gestión de los impactos, riesgos y oportunidades de la sostenibilidad.
Dado que en estos momentos nos encontramos todavía ante un proyecto que tendrá que recorrer todo el proceso legislativo europeo y nacional y a lo largo del cual se producirán sin duda modificaciones (uno tiene a pensar que probablemente aumentando las medidas de simplificación antes que recortándolas), resulta normal que las empresas españolas se encuentren cuando menos perplejas ante el caos que se avecina. Por poner un solo ejemplo, España no ha traspuesto todavía la Directiva CSRD, con un proyecto de ley que ha sido incapaz de superar la fase de alegaciones en la Comisión de Justicia del Congreso, por lo que los primeros informes de sostenibilidad publicados en 2025 han adoptado una técnica mixta entre la aplicación de las NEIS o ESRS y el respeto al vigente EINF, situación provisional que deberá de nuevo adaptarse a lo que venga finalmente aprobado por el Parlamento Europeo y el Consejo sobre la base de la primera propuesta ómnibus señalada.
A la vista de lo anterior y dado que, parafraseando a San Ignacio, “en tiempos de tribulación conviene no precipitarse”, creo que sería un error considerar que hemos entrado en una fase de liquidación del proyecto de finanzas sostenibles. Muy al contrario, si abrimos el foco de visión y leemos el Omnibus Simplification Package en el contexto del Informe Draghi, veremos cómo bastantes de los objetivos del Pacto Verde Europeo se mantienen reformulados como pilares geoestratégicos de la UE en un nuevo escenario internacional, en bastantes casos hostil a la letra de la agenda de sostenibilidad comunitaria europea y más propenso a las relaciones de fuerza que a los acuerdos multilaterales estables. Así, tanto la potenciación de las energías renovables (sin olvidar la nuclear) como la economía circular se ubican en el centro de las medidas necesarias para garantizar la independencia estratégica de nuestro continente.
Asimismo, es preciso tener en cuenta que esta autonomía estratégica no puede financiarse únicamente a través del presupuesto público, sino que es preciso que los mercados de capitales jueguen un papel preponderante, lo cual conecta con otra de las grandes líneas de actuación del Informe Draghi: la reforma de los mercados de valores para conseguir una verdadera integración que permita retener en Europa el ahorro familiar que en estos momentos es gestionado y canalizado por entidades no europeas.
Si efectivamente se consigue esta unificación se habrá dado un gran paso adelante en la facilitación de la financiación privada de los ejes estratégicos formulados el año pasado por los Informes Letta, Draghi y Niinistö y, en este contexto, las empresas españolas van a tener un incentivo claro para acceder a este nuevo pool de recursos económicos que debería permitir ganar la escala que hasta ahora no ha facilitado la fragmentación de los mercados financieros continentales y a partir de esta escala competir, si se me permite la expresión, con nuestros “rivales” estadounidenses y chinos.
En este punto, el interés de la empresa en exponer de forma comprensible y verificable su estrategia de sostenibilidad, su alineamiento con unos objetivos de sostenibilidad reformulados (simplificados sí, pero quizás también ampliados para incorporar, por ejemplo, la defensa europea) como uno de los building blocs” de una nueva Europa, debería superar el debate acerca de lo obligatorio y lo voluntario en el ámbito de la información. En este sentido, las estructuras y las competencias desarrolladas para afrontar una carga regulatoria que ya no será, quizás deban orientarse a construir y comunicar, voluntaria u obligatoriamente es indiferente, por qué la empresa está preparada para participar y competir en este nuevo entorno en que las energías renovables, la reutilización de los recursos y también la agenda social se erigen en elementos diferenciales del proyecto europeo, dándole sentido y garantizando su supervivencia.
Desde este punto de vista, el proceso de simplificación iniciado, inevitable por muy diferentes razones, debería alumbrar mecanismos de gestión y de información más eficientes y baratos, pero sin prescindir de la importancia central de las políticas de sostenibilidad que se deduce de una lectura atenta de los tres informes que mencionamos más arriba.
Eso sí, y perdón por el atrevimiento, por favor, que esta vez el contenido de la regulación de información sobre sostenibilidad resultante sea, además de más ligera, también más comprensible y más operable para las empresas (este ha sido el gran pecado de la regulación que está a punto de morir) y que la Comisión Europea y las autoridades nacionales participen activa e inteligentemente en facilitar su implementación, tanto para las compañías que deban hacerlo como para aquellas que se sumen voluntariamente a ello.
José María de Paz es socio responsable de la práctica de sostenibilidad de Pérez-Llorca.