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Análisis
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La situación geopolítica acelerará las integraciones y las reestructuraciones

El panorama empujará a muchas compañías a buscar socios industriales, con la ayuda de sus bancos prestamistas

Ejecutivos con maletín en la zona financiera de Azca, en Madrid.

Las empresas españolas están más pendientes que nunca de las noticias económicas que hablan de tensiones comerciales, fragmentación de las cadenas de suministro y reconfiguración de los bloques económicos. Todo esto refuerza la incertidumbre, que no es nueva, y que está redibujando el mapa del poder económico global, un ecosistema que impulsará las integraciones y las reestructuraciones empresariales.

Todos estos cambios han llegado a España con la nueva Ley Concursal en pleno funcionamiento y que ya ha facilitado reestructuraciones significativas en nuestro mercado. En 2025 seguirán incrementándose los planes de reestructuración homologados judicialmente, sobre todo en empresas de tipo medio, por dos motivos: primero porque la citada ley es una herramienta muy útil y, en segundo lugar, porque un número relevante de empresas no podrá hacer frente a sus problemas de capital y buscarán socios industriales y/o financieros, aunque eso les suponga perder la mayoría del capital. Los posibles aranceles, la citada incertidumbre y, sobre todo, el hecho de que se acerca la fecha límite para devolver los préstamos públicos recibidos con la pandemia, entre 2020 y 2022, apremian a algunas compañías.

Según los cálculos oficiales, de los más de 4.000 millones de euros inyectados de manera directa entre la Sepi y Cofides (Compañía Española de Financiación del Desarrollo), las empresas deberán devolver para 2028 o 2029, como muy tarde, aproximadamente más de 2.500 millones, lo que viene a ser casi el 65% de lo inyectado, según datos de las dos compañías. Las firmas que se están rezagando en la devolución del dinero están pagando intereses más elevados, ya que el sistema premia a los que reintegraron antes los créditos. Esta circunstancia revela que si alguien no ha podido devolver la deuda, con una economía que crece más al 3,2%, es que puede atravesar problemas. La morosidad empresarial está ligeramente por debajo del 4%, y no es previsible que descienda mucho más, aunque tampoco se espera un incremento alarmante.

Algunos sectores han devuelto las ayudas con solvencia, sobre todo los relacionados con el consumo. Nos referimos a firmas hoteleras, agencias de viajes, de transporte, logística y restauración. Estas últimas, tras vivir años de tensión en 2021 y 2022, los siguientes ejercicios han sido de clara recuperación económica.

Entre las compañías que pueden sufrir están las relacionadas con las energías renovables, sobre todo si están implicadas en desarrollos de nuevos proyectos. Algunas firmas de este sector sufrieron el alto coste de la deuda por el incremento de tipos, al tiempo que fueron castigadas por la caída de los precios de la energía. El alto nivel en sus ratios de apalancamiento ha provocado que no puedan seguir construyendo parques ni devolver la deuda. Una salida clásica es la venta de activos a bajos precios a fondos oportunistas o, directamente, la liquidación ordenada. Pese a todo, es un sector con futuro porque los precios de la energía se están recuperando y los data center son consumidores que ya están llegando al mercado español, pero es necesario tener un colchón financiero para aguantar esta travesía del desierto.

Otros sectores que pueden pasar aprietos son el de automoción y su industria auxiliar. En este caso se unen los daños que pueden hacer los aranceles y el entorno geopolítico, así como la competencia de China y la profunda crisis de modelo, con el debate entre el motor de combustión y el eléctrico.

Además, la incertidumbre será un factor negativo también para las industrias pesadas. Son compañías intensivas en deuda y que están sometidas a fuerte presión competitiva por el entorno geopolítico y la llegada de los posibles aranceles, lo que puede frenar sus exportaciones. En este caso están incluidas, las empresas industriales, en concreto compañías de bienes de equipo y productos para producción como madereras, siderúrgica, aluminio, etc. Estos sectores han pasado momentos difíciles por la subida de costes al inicio de la pandemia; después padecieron el incremento de los tipos de interés, que elevó su carga financiera, y ahora sortean la crisis de grandes países europeos (Francia y Alemania, sobre todo), al tiempo que llegan los aranceles. Esta estrategia que considera poner en marcha Estados Unidos puede ser una forma de proteger su industria y tratar de que, mediante la reducción de las tarifas inicialmente anunciadas, se permita la entrada de sus empresas en áreas económicas en las que ahora tiene dificultades para penetrar por cuestiones regulatorias, como es la Unión Europea.

Este panorama empujará a muchas compañías a buscar socios industriales, con la ayuda de sus bancos prestamistas. Las entidades financieras han incrementado sus exigencias de riesgo crediticio y ya no son tan partidarias, como en épocas pasadas, de prolongar los préstamos si consideran que hay dificultades objetivas y, sobre todo, si existen opciones mejores, como es buscar fondos de capital que mejoren la solvencia de sus clientes. La llegada de estos nuevos inversores puede provocar que los socios originarios, pierdan el paquete accionarial de control, pero, en muchos casos, son conscientes de que es la mejor solución. Por nuestra experiencia en los numerosos casos en los que hemos participado, las reestructuraciones que buscan nuevos socios pueden ser una buena solución para salir de situaciones en las que no se ve un futuro claro a medio plazo. El pragmatismo y la flexibilidad son fundamentales para buscar la viabilidad en estas circunstancias, gracias, en parte, a la citada nueva Ley Concursal.

La consecuencia directa de este panorama es la concentración y la consiguiente reducción del tamaño medio de muchas empresas. El sector de la alimentación ha experimentado en carne propia lo problemático que puede ser no tener acceso directo a la materia prima, circunstancia que sirve de ejemplo para otros sectores que también vivirán importantes concentraciones verticales. Está ocurriendo en el sector hotelero y seguiremos viendo más casos con financiación sofisticada, con la banca en la sombra, financiadores de nicho especializado, etc. El incremento de la competitividad es otra guía que buscan las empresas en su brújula. Es indispensable incrementar este ratio y para ello, el tamaño, la capacidad de inversión y la formación son elementos clave.

En definitiva, las empresas deben buscar fortalecer su posición, aunque sea a través de procesos de reestructuración o de fusiones, más o menos deseadas, y siempre guiadas por una visión estratégica que les recoloque en sus mercados y les asegure contar con ventajas competitivas en un entorno cada vez más volátil.

Miguel Ángel Díez es responsable de debt advisory & financial restructuring de FTI Consulting en España.

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