De la política monetaria a los diferenciales: perspectivas para la renta fija
Una gestión disciplinada del riesgo de crédito y duración será esencial para mitigar posibles disrupciones

Los mercados de renta fija en 2024 estuvieron marcados por la moderación de la política monetaria, con sucesivas bajadas de tipos por parte de los bancos centrales, una desaceleración gradual de la inflación y la estabilización del crecimiento económico en las principales economías.
En 2025, la divergencia en las políticas monetarias entre las principales economías mundiales será un factor clave en la evolución del mercado. Por ejemplo, el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca podría influir en las decisiones de la Reserva Federal, que en este momento siguen siendo difíciles de prever. Mientras tanto, el Banco Central Europeo ha reducido recientemente los tipos al 2,5%, pero parece proclive a hacer una pausa antes de nuevas bajadas. Esta fragmentación en las estrategias de los bancos centrales tendrá un impacto directo en la rentabilidad de la renta fija, con posibles implicaciones en la liquidez y la asignación global de carteras. Además, la evolución de la inflación subyacente seguirá siendo determinante: aunque la inflación general ha mostrado una tendencia a la baja, ciertos componentes, como los servicios y la energía, aún presentan riesgos persistentes que podrían influir en las decisiones de política monetaria.
El crédito corporativo ha mostrado una notable resistencia los últimos años, respaldado por unos sólidos fundamentos empresariales y una demanda sostenida por los inversores. Sin embargo, las valoraciones en los segmentos de investment grade y high yield han alcanzado niveles que limitan su potencial de apreciación, lo que sugiere una mayor dispersión en los diferenciales de crédito a lo largo de 2025. La estabilidad de los fundamentos corporativos enfrenta riesgos derivados de un posible repunte en la actividad de fusiones y adquisiciones, así como de una probable desregulación financiera en EE UU, que podría alterar significativamente la dinámica de emisión y la calidad crediticia en determinados sectores. Asimismo, los mercados emergentes siguen desempeñando un papel clave en el universo de la renta fija global.
Aunque los diferenciales de crédito han permanecido estables, los desafíos estructurales y la fortaleza del dólar estadounidense podrían afectar la capacidad de estas economías para refinanciar su deuda en condiciones favorables, especialmente en aquellos países con una alta proporción de deuda denominada en moneda extranjera.
El impacto de los diferenciales de crédito y el riesgo de duración serán factores cruciales a seguir en 2025. Con una estructura de tipos de interés en proceso de reconfiguración, los inversores deberán evaluar cuidadosamente la relación riesgo-rentabilidad en distintos puntos de la curva de rendimientos. La sensibilidad de los bonos a los movimientos de los tipos de interés sigue siendo elevada, especialmente en un entorno en el que la inflación aún podría provocar episodios de volatilidad. En este sentido, el aplanamiento de la curva de rendimientos en algunos mercados desarrollados –o incluso la posibilidad de una nueva inversión– sugiere que los inversores evalúan con cautela el impacto del crecimiento económico en las decisiones de política monetaria. La diversificación sectorial y una gestión prudente del riesgo crediticio serán esenciales para mitigar posibles disrupciones en los mercados de deuda corporativa, donde la dispersión entre emisores podría aumentar en función del acceso a financiación y la evolución de los balances empresariales.
En un contexto de volatilidad tanto en los mercados de renta variable, como divisas y deuda soberana, el mercado de crédito investment grade está mostrando una mayor estabilidad. Destaca el rendimiento superior del crédito en euros, al menos cuando se mide en términos de diferencial con la deuda pública. En lo que va de año, los diferenciales de crédito en euros se han estrechado un 18%, mientras que en el mercado en dólares se han ampliado en torno a un 9%, según datos de los índices ICE. Este movimiento también refleja el estrechamiento de los diferenciales de los swaps en euros, que ahora cotizan más de 10 puntos básicos por debajo de los bonos soberanos alemanes a 10 años. ¿Por qué ha ocurrido esto? Todo apunta a que los bonos alemanes se han abaratado en relación con los mercados de swaps y crédito, debido a la preocupación de los inversores por el impacto en la oferta derivado del cambio en la política en Alemania.
Los mayores rendimientos en Europa, impulsados por la subida de los bonos gubernamentales, están atrayendo a inversores en búsqueda de rentabilidad, lo que sigue dando soporte al mercado. Sin embargo, estos rendimientos más altos han debilitado el inmobiliario europeo, que se ve más expuesto al aumento de los costes de financiación.
Más allá de los factores cíclicos, las tendencias estructurales seguirán moldeando el mercado de renta fija en los próximos años. La inversión sostenible está consolidándose como un pilar fundamental en la asignación de carteras institucionales, con un crecimiento sostenido en la emisión de bonos verdes, sociales y vinculados a la sostenibilidad. Esta evolución ha sido impulsada por un entorno regulatorio cada vez más favorable en Europa y, más recientemente, en EE.UU., donde se han introducido nuevos incentivos para respaldar la financiación sostenible.
En este contexto, en 2025, una gestión disciplinada del riesgo de crédito y duración será esencial para mitigar posibles disrupciones, mientras que la creciente integración de criterios ESG seguirá transformando la dinámica de inversión en renta fija. La capacidad de los inversores para adaptarse a este nuevo paradigma será clave para optimizar la asignación de capital y mantener un equilibrio adecuado entre riesgo y rentabilidad a largo plazo, en un entorno en el que la volatilidad seguirá siendo determinante en la toma de decisiones estratégicas.
Gene Tanuzzo es jefe global de renta fija de Columbia Threadneedle.

