El factor Trump: olvidémonos del ruido
Sugerimos diversificación, cierta sobreponderación a Europa y exposición a activos defensivos

Transcurre poco más de un mes desde la toma de posesión de Donald Trump y, como predijo Steve Bannon, los días de trueno han llegado. El flujo inagotable de declaraciones del presidente reflejan su compromiso de transformar el país, tal y como prometió en la campaña electoral.
Más allá de su retórica y estilo agresivo, me gustaría profundizar en los cinco pilares que marcan el rumbo de su Administración: política arancelaria, energía, inmigración, desregulación y reducción de impuestos.
Scott Bessent, nuevo secretario del Tesoro y reconocido gestor de inversiones en Wall Street, resumió en una entrevista reciente la prioridad del Gobierno: fomentar el crecimiento en un entorno de menor inflación. Para ello, se apoya en la reducción de impuestos, la desregulación, la disminución de la burocracia a través del nuevo departamento de eficiencia gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés) y el abaratamiento en el coste de la energía. La Administración Trump sostiene que esta combinación de medidas generará un entorno favorable para el crecimiento mientras mantiene la inflación y el déficit público bajo control.
La política migratoria, de momento, ha pasado relativamente desapercibida. Aun así, será importante seguir la evolución de la fuerza laboral y su potencial impacto en los salarios y la inflación.
El aspecto más controvertido, hasta ahora, ha sido la política arancelaria. Es difícil llevar la cuenta de veces que Trump ha amenazado con aranceles a otros países. El 1 de febrero impuso aranceles del 25% a Canadá y a México para suspenderlos un mes 24 horas después, tras conseguir ciertas concesiones por parte de ambos países. Días después, anunció un arancel del 10% adicional a los bienes importados de China, que, en este caso, parece tener vocación de permanencia, o incluso ampliación, según lo anunciado esta semana. También está prevista la entrada en vigor de aranceles del 25% para la importación de acero y aluminio en marzo.
Pero, ¿qué justificación económica tienen los aranceles? Trump sostiene que Estados Unidos recibe un trato injusto en el comercio global debido a los altos aranceles que otros países aplican a productos estadounidenses, lo que menoscaba su competitividad e incrementa el déficit comercial. En este sentido, el republicano parece aplicar prácticas maquiavélicas en su estrategia económica; es decir, no busca ser un socio fiable, sino imponer respeto o miedo a través de medidas agresivas e imprevisibles.
En la práctica hemos visto dos formas de utilizar los aranceles. Por un lado, los usa como estrategia de negociación para alcanzar acuerdos en temas no necesariamente comerciales, como se vio con Canadá y México. Por otro, forma parte de una estrategia económica más amplia que busca establecer aranceles recíprocos, aumentar los ingresos públicos y proteger sectores estratégicos.
Recientemente, Trump ha avanzado la posibilidad de imponer un arancel del 25% a la importación de automóviles, semiconductores y productos farmacéuticos, así como a todos los bienes importados desde la Unión Europea. No debe extrañarnos que en su primer mandato Trump se autodefiniera como Tariff Man.
Muchos economistas sugieren que los aranceles podrían empeorar la inflación, aumentar los costes a las empresas y lastrar el crecimiento. Por ahora, el mercado lo aprecia como un riesgo, pero parece confiar en que Trump usará la política arancelaria como herramienta de negociación. A futuro surgen dudas sobre cómo podría verse afectado el sentimiento de los inversores o la confianza de consumidores y empresas.
La falta de visibilidad sobre el impacto en la economía hizo que la Reserva Federal mantuviera los tipos en enero en el rango 4,25%-4,50%. Es importante tener en cuenta que la Fed puede permitirse el lujo de ser paciente por las buenas razones, es decir, porque la economía sigue fuerte. Si la situación cambiara, tiene margen de sobra para actuar.
A pesar de todo lo anterior, la Bolsa estadounidense en su conjunto mantiene cierta estabilidad. La rentabilidad del S&P 500 es del 1% en lo que va de año, lo que hace pensar que los inversores no han mostrado una preocupación excesiva hasta ahora.
Sin embargo, es interesante recalcar que estamos viendo mayor volatilidad y dispersión en las acciones individuales, especialmente entre las que mejor comportamiento tuvieron en años anteriores. Las denominadas siete magníficas acumulan una caída del 6% en el año, que contrasta con la ligera subida del S&P 500.
Dentro de este grupo, las diferencias son notables: Tesla cae un 28%, mientras Meta sube un 15%. En este caso, el sector tecnológico ha sido el más afectado por la irrupción del nuevo modelo de inteligencia artificial chino Deepseek, que promete una disminución considerable del coste de desarrollo de la IA generativa. También hemos observado cómo compañías con valoraciones exigentes han caído con fuerza después de presentar resultados y perspectivas que decepcionaban al mercado. Por ejemplo, West Pharmaceutical o Walmart sufrieron caídas del 33% y 9%, respectivamente, en la semana de la publicación.
Otra diferencia notable la encontramos a nivel regional. Frente a la tímida subida de la Bolsa estadounidense, las europeas y las de mercados emergentes suben un 12% y 6%, respectivamente.
El aumento de la dispersión y la volatilidad indica que el mercado no es complaciente en general y discrimina los riesgos idiosincráticos, lo que también refleja un menor margen de error para las compañías. Aunque el mercado en su conjunto está tranquilo por buenas razones, merece la pena mantener un enfoque prudente. Nuestro posicionamiento favorece una cartera diversificada y equilibrada, cierta sobreponderación a Europa y exposición a activos defensivos que aportan estabilidad a las carteras.
En su última carta a los inversores, Warren Buffett nos recuerda que su éxito en la inversión se debe a haber confiado su dinero en el buen hacer de las empresas a largo plazo. Olvidémonos del ruido del día a día, tomemos perspectiva y sigamos el plan.
Manuel Rodríguez Torrecillas es selector de fondos en Abante

