Cómo intenta China seguir el ritmo en la carrera mundial de la IA
Huawei, SMIC y otras empresas se están adaptando a las limitaciones que impone EE UU al país asiático
En 2023, el conglomerado Huawei lanzó discretamente su emblemático teléfono Mate 60 Pro. El lanzamiento, aunque discreto, mereció ser celebrado en China: el dispositivo contaba con un chip fabricado en el país que antes parecía fuera de alcance debido a las paralizantes sanciones de EE UU. Ahora, DeepSeek ha revolucionado el sector de la inteligencia artificial con su modelo de lenguaje extenso.
Estos logros ponen de relieve las formas en que la República Popular está encontrando soluciones mientras Occidente intenta frenar su progreso en IA. Lo que está en juego es un potencial impulso económico que podría valer 6 billones de dólares al año, estima McKinsey. El presidente Xi Jinping también ha dado prioridad a convertir al Ejército Popular de Liberación en una fuerza militar de talla mundial, entre otras cosas, desarrollando capacidades de IA en áreas como las armas no tripuladas y el procesamiento de datos. Aún es pronto, pero las pruebas hasta ahora sugieren que China podría seguir el ritmo de Occidente.
Las sucesivas Administraciones estadounidenses, junto con los aliados del país, han impuesto restricciones a la inversión y al comercio, alegando que los avances en chips e IA en el gigante asiático suponen un riesgo para la seguridad. El último golpe se produjo a principios de este mes, cuando el Gobierno de EE UU restringió el flujo de unidades de procesamiento gráfico (GPU) avanzadas para centros de datos de IA, en una medida que parecía destinada en parte a evitar que China se hiciera con los preciados equipos de Nvidia a través de terceros países.
Pekín ha respondido a la embestida, que dura ya años, canalizando miles de millones de dólares –a través de subsidios, becas de investigación, exenciones fiscales, préstamos bancarios baratos y más– a los paladines nacionales. Huawei lidera la carga con silicio avanzado, incluido un procesador de 2019 que igualó al mejor de Nvidia en ese momento, y con el mencionado chip del móvil Mate 60 de 2023. El grupo no cotizado es un innovador formidable, que en 2023 gastará casi un cuarto de sus ingresos de 100.000 millones de dólares en investigación y desarrollo, en comparación con el 11%-19% de Alphabet, Meta, Amazon y Microsoft.
Pero no es el único. A medida que las GPU de gama alta de Nvidia escasean en China, otras firmas locales, como Cambricon, de 33.000 millones de dólares compiten por llenar el vacío. Los analistas de Citigroup estiman que el gigante de Jensen Huang verá caer su cuota de mercado en la República Popular hasta el 50% en 2025, frente al 80% de 2024. Cambricon, que cotiza en Shanghái, va camino de duplicar con creces su facturación este año, hasta los 4.300 millones de yuanes (587 millones de dólares), calculan los analistas de Bernstein. La esperanza es que, con suficiente dinero y apoyo estatal, los diseñadores de chips chinos puedan romper el cuello de botella de Nvidia.
Otro campo de batalla clave es la fabricación de chips, donde los actores alineados con Occidente, como TSMC y el fabricante holandés de equipos ASML, tienen posiciones dominantes. La china Semiconductor Manufacturing International, SMIC), valorada en 55.000 millones de dólares, ha conseguido importantes victorias en este campo, como la producción en masa del procesador para smartphones de Huawei de 2023, que era de 7 nanómetros (la medida clave de sofisticación de la industria de los chips). Hay que reconocer que el progreso se ha visto frenado desde entonces, en parte debido al acceso limitado al equipo de impresión de circuitos más nuevo de ASML, que TSMC, de 890.000 millones de dólares, está usando para fabricar chips de vanguardia de 2 nanómetros.
Ante esta limitación, las firmas chinas se están adaptando. Huawei, por ejemplo, pasó más de cuatro años rediseñando su procesador de IA para que se ajustara a las capacidades de fabricación de SMIC. Otras soluciones incluyen el agrupamiento, que consiste en arracimar procesadores menos potentes, y entrenar modelos en conjuntos de datos más pequeños. Los desarrolladores de software también están ajustando los algoritmos para maximizar la eficiencia energética, mientras las empresas están desplegando rápidamente modelos entrenados para generar respuestas en una etapa más temprana.
Los resultados han sido impresionantes, mostrando pocas evidencias de una gran brecha entre las ofertas de IA de China y EE UU. El modelo de lenguaje extenso Qwen, de Alibaba, está entre los productos de código abierto mejor clasificados del mundo, mientras el software de Tencent ha superado en algunos parámetros al Llama 3.1 de Meta. Y DeepSeek afirma que ha entrenado su herramienta en dos meses por solo 6 millones de dólares.
En cuanto a la adopción, China también parece estar haciéndolo bien. Una encuesta hecha el año pasado por la firma estadounidense de software analítico SAS y Coleman Parkes Research a 1.600 responsables de la toma de decisiones industriales de todo el mundo reveló que el 83% de los encuestados chinos afirmaban usar IA generativa, la cifra más alta entre otros 16 países y regiones, incluido EE UU. ByteDance (dueño de TikTok), el operador de motores de búsqueda Baidu, la fintech Ant y otros han lanzado populares asistentes personales basados en IA que pueden escribir correos electrónicos, generar vídeos, llamar a taxis y mucho más. Ruth Porat, directora de inversiones de Alphabet, dijo la semana pasada que China está “a la par e incluso puede que un poco por delante en (...) la difusión de competencias básicas”, refiriéndose a la capacidad de extender los procesos de IA a toda la economía. Es una valoración especialmente prometedora para un país en el que muchas empresas han tardado en digitalizarse.
En el vital sector manufacturero, la República Popular ya es el mayor mercado de robots industriales, con más de la mitad de las instalaciones mundiales, según la Information Technology and Innovation Foundation (think tank de EE UU). Para los grandes fabricantes, como el de automóviles BYD, la introducción de la IA en líneas de producción muy automatizadas podría suponer un nuevo impulso a la producción.
El progreso de China en IA militar es más difícil de juzgar. Algunos analistas de seguridad sostienen que sus armas, como los misiles de precisión, son menos sofisticadas que las equivalentes de EE UU. Integrar hardware de baja calidad con sistemas de IA tendría, en teoría, un impacto mínimo. Pero la brecha armamentística podría cerrarse: el último informe del Departamento de Defensa de EE UU sobre el ejército chino señaló rápidos avances en sistemas aéreos no tripulados, los drones, que habían “igualado los estándares estadounidenses”. Las fuerzas armadas de China también están progresando en el desarrollo de aplicaciones de IA, usando modelos internos o de código abierto como los de Meta, según los académicos y los analistas.
A largo plazo, el verdadero premio vendría de que SMIC lograra otro avance en la fabricación al estilo de 2023, lo que le permitiría producir chips más pequeños y potentes. Eso aflojaría el dominio de Occidente sobre el hardware sofisticado. Es difícil apostar en contra de ese resultado, dados los recursos que, en teoría, Pekín podría dedicar al problema. La secretaria de Comercio de EE UU de Joe Biden, Gina Raimondo, describió en diciembre los esfuerzos por frenar el progreso de los semiconductores de China como una “tarea inútil”. Por extensión, lo mismo puede ser cierto para la IA.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
