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Análisis
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Por qué no se venden coches eléctricos en España?

La respuesta está en Portugal, que, a pesar de tener menor renta, apuesta por vehículos que requieren mayor inversión

Un coche eléctrico carga en Estoril, Portugal.
Un coche eléctrico carga en Estoril, Portugal.Horacio Villalobos (Corbis via Getty Images)

La apuesta de nuestro país por las energías renovables está fuera de toda duda y viene avalada no solo, según mandato europeo, por los objetivos establecidos en el Plan Nacional de Energía y Clima (Pniec), aprobado en septiembre de 2024, sino también por la disponibilidad de recursos energéticos renovables y de agentes comprometidos en alcanzar esos objetivos. Si bien las energías renovables han crecido y se han desplegado a gran velocidad en los últimos años, España está fracasando en todo lo que se refiere a que la demanda de energía también apueste por la descarbonización y la electrificación. Nuestra demanda de electricidad no crece y eso supone que la mayor oferta renovable se haga con precios de la electricidad insuficientes y con mayor volatilidad.

Los dos sectores que deberían incentivar el incremento de demanda son la electrificación del transporte y la rehabilitación de edificios. En la actualización del Pniec se incrementaron los objetivos para 2030 en ambos segmentos, a pesar de que las señales de su evolución ponían de manifiesto que su desarrollo era insuficiente y que sería inviable lograr, no solo el nuevo objetivo, sino los que se incluyeron inicialmente en la primera edición del PNIEC, en 2021.

En el caso de los vehículos electrificados (100% eléctricos, o BEV, e híbridos enchufables, o PHEV) se incrementó el objetivo de cinco millones a cinco millones y medio, aunque cuando se remitió el borrador a la Comisión, en julio de 2023, no llevábamos matriculados ni el medio millón de vehículos que se proponía de incremento. La motivación de este aumento no era la puesta en marcha de nuevos incentivos, sino la campaña electoral de las elecciones de 2023.

En 2024, a pesar de que España recuperó, después de cinco años, el millón de vehículos matriculados, solo el 11,4% fueron electrificados (BEV + PHEV), 115.939, porcentaje inferior al 12% alcanzado en 2023. En valores absolutos se incrementó un 1,9% frente al 7% de crecimiento en la matriculación de todo tipo de vehículos, según datos de ANFAC. En contraste, otros países europeos muestran una tendencia opuesta. En el Reino Unido se alcanzó una cuota del 28%, en Francia del 25% y en Alemania del 21%, destacando el dato de Portugal, que alcanzó el 33% y, sobre todo, el de Noruega con el 90%. La media europea de matriculaciones de vehículos electrificados fue del 22%.

¿Por qué España no sigue las tendencias de los países europeos? La respuesta la podemos encontrar si nos comparamos con Portugal, país con el que compartimos el Mercado Ibérico de la Electricidad (Mibel) y que, a pesar de tener una menor renta per cápita, apuesta por vehículos que requieren una mayor inversión, logrando unos porcentajes de penetración que triplican los de España.

Las razones de esta diferencia de comportamiento obedecen a los distintos modelos de desarrollo y de apoyo que cada país ha puesto en marcha y que, en el caso de Portugal, han logrado que se produzca un cambio en el comportamiento de los consumidores. Analicemos algunas diferencias:

Inmediatez y automatismo en la aplicación de las ayudas. Quizás sea la reclamación más frecuente que se hace en España y es que el efecto incentivador de una ayuda se pierde si se percibe más de un año después de adquirir el vehículo, aunque en España las ayudas sean de mayor cuantía. Por otro lado, el límite de aplicación en España es para vehículos de hasta 45.000 €, mientras que en Portugal se eleva a los 62.500 €.

Extensión de las ayudas a los vehículos de empresa y para alquiler. En el caso de Portugal, la cuota de vehículos de empresa vendidos supera el 80%, mientras que en España solo el 34% de los vehículos eléctricos se venden a empresas, a pesar de que la media de matriculados por empresas es del 60%. Es decir, las empresas en España siguen comprando mayoritariamente vehículos de combustión interna.

Tratamiento fiscal diferente. En Portugal el IVA es cero, tanto para el importe del vehículo como para la electricidad recargada, y está exento el pago del impuesto de matriculación.

Mayor coste de los combustibles fósiles que sustituir. En Portugal, principalmente por una mayor presión fiscal sobre los combustibles fósiles de más de 4 puntos y porque existe equilibrio fiscal en el trato entre el diésel y la gasolina, hay una diferencia media al alza de unos 13 céntimos por litro.

Mayor disponibilidad de instalaciones de recarga. En España disponemos de 4 puntos de recarga por cada 100 km de carretera, mientras que Portugal tiene 9. La falta de desarrollo de la red eléctrica y la excesiva burocracia están limitando su desarrollo.

Menor temor a la falta de autonomía. Por ser un país más pequeño y por no sufrir una política de desinformación que intenta sembrar incertidumbres sobre la autonomía, la disponibilidad de recarga, las emisiones o, incluso, la seguridad. Estas campañas pretenden mantener el statu quo de los combustibles fósiles.

Sistema de recarga unificado que reduce la fragmentación de plataformas de interoperabilidad. Desde el principio, Portugal decidió que solo habría un sistema de gestión de recarga y que sería llevado a cabo por una iniciativa pública denominada Mobi.e. La presencia y la planificación por parte del Estado ha sido el motor del éxito. En la actualidad, una vez demostrado su funcionamiento, se ha privatizado la operativa.

No disponer de una regulación que permita que el vehículo interactúe con el sistema eléctrico, comprando y vendiendo electricidad, o que se desarrollen figuras como los agregadores de demanda.

Aunque estemos lejos de cumplir los objetivos fijados, necesitaríamos una cuota anual del 85% de matriculación de vehículos electrificados hasta el 2030, debemos seguir apostando por la electrificación del transporte, haciendo más efectivas y automáticas las ayudas e informando de forma clara y transparente de que olvidarnos de los combustibles fósiles no solo es una buena decisión económica a nivel personal, sino, también, en términos de país. Necesitamos liderar el cambio de la demanda de energía como ya lo estamos haciendo con la oferta y la apuesta por el vehículo eléctrico debe ser uno de los pilares.

Fernando Ferrando es presidente de Fundación Renovables.

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