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Breakingviews
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Davos somete a las élites a un test de Rorschach económico

La vuelta de Trump divide las opiniones entre los que elogian la desregulación y los que temen los aranceles

Donald Trump, en remoto en el Foro de Davos, ante Ana Botín, presidenta de Santander; Brian Moynihan, CEO de Bank of America; Patrick Pouyanne, CEO de TotalEnergies; Stephen Schwarzman, CEO y cofundador de Blackstone y Borge Brende, presidente y CEO del Foro Económico Mundial, el día 23.
Donald Trump, en remoto en el Foro de Davos, ante Ana Botín, presidenta de Santander; Brian Moynihan, CEO de Bank of America; Patrick Pouyanne, CEO de TotalEnergies; Stephen Schwarzman, CEO y cofundador de Blackstone y Borge Brende, presidente y CEO del Foro Económico Mundial, el día 23.Yves Herman (REUTERS)

Se ha convertido en una especie de cliché que los delegados de la reunión del Foro Económico Mundial se pregunten unos a otros sobre “el estado de ánimo en Davos”. Los casi 3.000 líderes políticos, ejecutivos y financieros que acudieron la semana pasada a Suiza ofrecieron respuestas diferentes. Dado que coincidió con la toma de posesión de Donald Trump, Davos presentó a las élites mundiales un test de Rorschach económico.

El presidente de EE UU dividió la opinión. Los líderes empresariales y los principales banqueros se apresuraron a elogiar las promesas de reducir los impuestos y eliminar las regulaciones excesivas. Algunos hicieron cola para felicitar al comandante jefe, tal vez conscientes de que se perdieron su toma de posesión, donde líderes tecnológicos como Tim Cook y Mark Zuckerberg estaban sentados delante de los candidatos a ser Gobierno.

Pero Brian Moynihan aprendió el jueves los límites de la obsequiosidad. Ante una multitud abarrotada, el presidente de Bank of America recibió una reprimenda pública de Trump. Hablando por videoconferencia, el presidente repitió las acusaciones infundadas de que el banco y sus grandes rivales se niegan a abrir cuentas a los conservadores. “Lo que estáis haciendo está mal”, dijo. Moynihan respondió prometiendo patrocinar el Mundial de fútbol de 2026.

A puerta cerrada, los inversores señalaron que los planes de reducir los impuestos, imponer aranceles y deportar a los inmigrantes ilegales harían subir la inflación, elevar los tipos y poner a prueba los altos precios de la Bolsa. Algunos creen que la amenaza de una venta masiva frenará al presidente. “Su principal indicador clave de rendimiento es el S&P 500″, observó un banquero de alto rango.

Otros financieros reflexionaron sobre cómo podría la Casa Blanca intentar cerrar un gran acuerdo con China para reducir el déficit comercial como alternativa a imponer sanciones. Trazaron un camino contrario para obtener fuertes rendimientos en el país asiático, apoyado por las propias medidas de Pekín para estimular su economía. Los inversores chinos estaban más abatidos: sostenían que los halcones de la seguridad de Trump le harían desistir de algo así.

Algunos en la industria de las criptos, que apoyaron al republicano con la esperanza de una regulación más favorable, expresaron su consternación por la decisión de Trump de lanzar su propio token días antes de su toma de posesión. Anthony Scaramucci, que ejerció brevemente como asesor de comunicaciones de la Casa Blanca en el primer mandato de Trump, dijo que la medida dificultaría que la Administración impusiera nuevas normas favorables a las criptos.

Mientras, a las autoridades les preocupaba que las primeras acciones de Trump, que incluyen el indulto a cientos de participantes en el ataque al Capitolio, minaran la fe pública en la ley y el orden. Muhammad Yunus, el Nobel que lidera el Gobierno de Bangladés después de que las protestas obligaran a dimitir al anterior primer ministro, declaró que la agitación en su país demostraba los peligros de elogiar servilmente a los políticos que persiguen un crecimiento del PIB sin pensar mucho en las consecuencias.

Los ejecutivos que se han comprometido con proyectos de energía verde esperaban que las renovables pudieran resistir la postura de Trump y su llamamiento a que el mundo extraiga más petróleo. También advirtieron de posibles demandas si EE UU retira los incentivos prometidos por la Ley de Reducción de la Inflación, IRA.

El reconocimiento de la fortaleza económica de EE UU se vio reflejado en la profunda melancolía que rodeaba a Europa. Los altos ejecutivos contrastaron la desregulación de Washington con la maraña de normas financieras, ambientales y de planificación que las empresas deben sortear en la UE. Pero algunos expresaron su esperanza en que la Administración Trump, que la presidenta del BCE, Christine Lagarde, describió como “amenaza existencial” forzara una respuesta.

Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, dijo a la multitud de Davos que eliminaría las regulaciones innecesarias e introduciría el llamado “28º régimen”, que permitiría a las empresas innovadoras operar en los 27 países bajo un único conjunto de normas. La idea no es del todo nueva. Aun así, Larry Fink, de BlackRock, declaró que “probablemente era hora de volver a invertir” en Europa.

El otro tema recurrente en los paneles, reuniones bilaterales, cenas discretas y conciertos privados fue la inteligencia artificial. Los expertos se maravillaron de la velocidad a la que están mejorando los modelos extensos de lenguaje, incluido uno desarrollado por la emergente china DeepSeek [que ayer sacudió las Bolsas]. Los banqueros y las tecnológicas hablaron con entusiasmo de las grandes inversiones que se están haciendo en centros de datos, aunque un polémico plan de 500.000 millones de dólares para infraestructura digital presentado la semana pasada por Trump parecía ser más palabrería que hardware.

Al tiempo, muchas empresas están empezando a desplegar agentes de IA: asistentes digitales entrenados con datos históricos para hacer tareas administrativas. Altos ejecutivos de firmas de servicios financieros y de tecnologías de la información predijeron que estos agentes acabarían encargándose de gran parte del trabajo que ahora hacen contables júnior, equipos creativos, radiólogos y programadores.

El aumento exponencial de la eficiencia y la productividad obligará a las empresas a replantearse fundamentalmente sus modelos de ingresos y el número de días que trabaja la gente, aunque el público de Davos pareció menos interesado en las implicaciones para la distribución de los ingresos o en las medidas que los Gobiernos podrían tener que tomar para mitigar las consecuencias previstas. Como dijo un ejecutivo: “A las empresas no les gusta hablar de ello en público”.

En última instancia, la élite de Davos sigue deseando ver el vaso medio lleno. Algunos asistentes señalaron una posible sorpresa positiva de la presidencia de Trump: una regulación racional; el fin de las guerras en Europa y Oriente Próximo; y una distensión comercial y de seguridad con China que podría evitar una mayor fragmentación de la economía mundial. Por supuesto, como sabía Hermann Rorschach, lo interesante de mirar una mancha de tinta es lo que revela sobre su observador.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías


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