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Breakingviews
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Davos se convierte en la fiesta para mirar más exclusiva del mundo

Los casi 3.000 asistentes dedicarán la mayor parte de su tiempo a supervisar el regreso de Donald Trump

Persondas protestando en la carretera camino a Davos
Manifestantes vestidos de payasos bloqueando una carretera hacia Davos (Suiza), el día 19, antes de que comience el Foro Económico Mundial.MICHAEL BUHOLZER (EFE)

Davos acoge esta semana lo que equivale a una exclusiva fiesta de observación del estreno del segundo mandato de Donald Trump. La reunión anual del Foro Económico Mundial (FEM), que se celebra en la estación alpina cada enero, se presenta como un lugar donde los líderes políticos, empresariales y financieros se reúnen para resolver grandes problemas. Este año, sin embargo, los 2.750 delegados dedicarán la mayor parte de su tiempo a supervisar el regreso del republicano.

En muchos sentidos, el encuentro iniciado por Klaus Schwab hace más de cinco décadas es un testimonio del perdurable deseo de juntarse de la jet set. Independientemente de los avances en la tecnología de las comunicaciones –y de la creciente concienciación sobre el coste ambiental de los viajes de larga distancia–, miles de políticos, ejecutivos, inversores, burócratas y periodistas viajan cada año a Suiza. Una vez allí, se apiñan en salas de conferencias sobrecalentadas y cócteles abarrotados para hablar de acuerdos empresariales, los conflictos de Ucrania y Gaza y los últimos avances en inteligencia artificial.

La reunión ha demostrado ser notablemente resistente a la reacción contra las élites ejemplificada por la primera victoria electoral de Trump en 2016. Las infundadas teorías de la conspiración de internet y la antipatía pública hacia la criatura conocida como el “hombre de Davos” no han logrado hasta ahora mellar el atractivo del FEM. En el primer semestre de 2024, la organización obtuvo unos ingresos de casi 440 millones de francos suizos (470 millones de euros), un cuarto más que en 2019.

Esta semana, sin embargo, la atención de los delegados con botas de nieve se centrará en un hombre a casi 7.000 kilómetros de distancia. Trump juró ayer su cargo, tras lo cual, según dos fuentes cercanas, pretende emitir una ráfaga de decretos y directivas que van desde la energía hasta la inmigración. Estas medidas podrían sacudir los mercados y cambiar la suerte de economías, industrias y empresas de todo el mundo. Los financieros y ejecutivos de empresas, muchos de los cuales han descontado hasta ahora las promesas del presidente de imponer aranceles generales y deportaciones masivas como retórica de campaña, estarán pegados a sus pantallas a medida que se vayan conociendo los detalles. El ex presentador de telerrealidad reforzará el espectáculo el jueves con una aparición virtual ante la multitud de Davos.

La coincidencia de fechas ha obligado a los ejecutivos a tomar reveladoras decisiones. Satya Nadella, jefe de Microsoft, Jamie Dimon, de JP Morgan, y Larry Fink, de Black­Rock, prevén comparecer en Davos. Pero la toma de posesión de Trump es el mayor atractivo para otros. Los jefes de cinco de los siete magníficos asistirán a la ceremonia de investidura: Jeff Bezos, presidente ejecutivo de Amazon; Elon Musk, jefe de Tesla; Mark Zuckerberg, fundador de Meta; Tim Cook, de Apple, y Sundar Pichai, de Alphabet.

Davos también afronta una relativa escasez de líderes políticos. El presidente chino, Xi Jinping, se mantiene al margen, al igual que el primer ministro indio, Narendra Modi. El único líder electo del G7 que sube al escenario de Davos es el alemán Olaf Scholz, cuyo partido va camino de perder las elecciones generales el mes que viene, según los sondeos.

La decepcionante lista de invitados refuerza la creciente sensación entre los asistentes de que el mundo se aleja cada vez más del espíritu internacionalista y favorable al comercio del FEM. EE UU se ha convertido en un usuario cada vez más agresivo de sanciones financieras y controles a la exportación contra sus adversarios, como Rusia y China. La semana pasada, la administración saliente de Joe Biden impuso restricciones a las exportaciones de chips de IA a todos los países, salvo 18, lo que provocó las protestas de Nvidia u Oracle.

Mientras, las cuantiosas subvenciones industriales –como las repartidas por la ley IRA, de Biden– han estimulado la competencia entre países para atraer inversiones e instalaciones de fabricación. La amenaza de Trump de imponer aranceles generalizados perturbaría aún más las cadenas de suministro.

El grupo de Davos parece pesimista. Entre los expertos encuestados por el FEM para su estudio anual sobre los riesgos mundiales, el 23% señaló los “conflictos armados de Estado” como el mayor peligro este año, muy por delante de amenazas como los fenómenos meteorológicos extremos, la desinformación y las pandemias. Las reflexiones de Trump antes de su investidura sobre anexionar Groenlandia y recuperar el canal de Panamá refuerzan estas preocupaciones y concuerdan con el tierno título de la reunión de este año: “Colaboración para la era inteligente”. Más que nunca, los asistentes se preguntan si Davos ha sobrevivido a su propósito.

Es cierto que el FEM se ha reinventado a sí mismo en el pasado. Después de que la crisis de 2008 desacreditara al capitalismo occidental, Schwab atrajo a destacados delegados de mercados emergentes como India, China y Sudáfrica. La organización consiguió incluso incorporar a Trump, que acudió dos veces durante su primer mandato.

Pero el FEM se enfrenta a sus propios problemas de sucesión. El año pasado, Schwab, de 86 años, dijo que cedería sus responsabilidades ejecutivas. En teoría, eso despeja el camino para que un nuevo líder replantee el propósito de Davos en la era política y económica actual, más díscola. Por ahora, empero, estas cuestiones quedarán totalmente eclipsadas por el drama que se desarrolla en la pequeña pantalla de Washington, a seis husos horarios de distancia.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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