El acoso de China a Nvidia puede resonar en otros países
El mayor riesgo para la compañía es que una investigación formal de Pekín induzca a otros a tomar medidas
Pekín ha encontrado una forma inteligente de responder a Washington. Ha iniciado una investigación antimonopolio sobre Nvidia. El motivo parece político, pero puede acabar convirtiéndose en un asunto de competencia.
El momento de la investigación no es casual. La semana pasada, el Gobierno de Biden anunció su último paquete de restricciones y sanciones al sector chino de los chips. Pekín respondió prohibiendo las exportaciones de galio, germanio y antimonio, claves para los semiconductores, la tecnología de infrarrojos o los cables de fibra óptica. Las autoridades chinas han contraatacado a empresas de EE UU como el fabricante de chips Micron, pero Nvidia sería su mayor y más destacado objetivo desde que EE UU inició su guerra tecnológica en 2022.
Es una elección inteligente. Nvidia domina el mercado de unidades de procesamiento gráfico de gama alta usadas por Microsoft o Meta para entrenar modelos de IA. Faltan alternativas para esos chips, que pueden costar más de 30.000 dólares cada uno. Eso y los márgenes brutos, superiores al 70%, de Nvidia ya están atrayendo el escrutinio de los reguladores. El Departamento de Justicia de EE UU ha solicitado información sobre si Nvidia estaba dificultando a sus clientes el cambio a otros proveedores y penalizando a aquellos que no usaban exclusivamente sus chips de IA, informó Bloomberg en septiembre. Y la UE está recopilando información de manera informal sobre prácticas potencialmente abusivas, también según Bloomberg.
Nvidia ya tiene prohibido vender sus chips más avanzados a firmas chinas. Pero los gigantes tecnológicos del país, como Baidu y ByteDance, siguen usando procesadores de la compañía de EE UU, cuyas ventas en la República Popular crecieron un 78% en su último ejercicio fiscal, hasta superar los 10.000 millones de dólares. Pero China supone menos de un quinto de sus ingresos. El mayor riesgo para Nvidia es que una investigación formal china induzca a otros países a tomar medidas. Es lo que le pasó a Qualcomm: poco después de la multa antimonopolio de 975 millones de dólares impuesta por Pekín en 2015, los reguladores de Corea del Sur, EE UU y la UE siguieron su ejemplo. Puede que la medida de China tenga una motivación política, pero resonará en tecnológicas y reguladores de todo el mundo.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías