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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un cóctel explosivo en mitad de la fiesta de los mercados

Los parqués pueden estar en la antesala de una etapa de alta volatilidad

Un 'trader' en la Bolsa de Nueva York.
Un 'trader' en la Bolsa de Nueva York.Brendan McDermid (REUTERS)
CINCO DÍAS

Dicen los bolsistas más viejos que los mercados alcistas no son eternos, y también que nunca, o casi nunca, se rompen por donde todo el mundo espera. Los excesos de la primera década del siglo eran patentes, pero allá por 2007 era difícil, más bien imposible, predecir que las titulizaciones hipotecarias en EE UU y el maquillaje de las cuentas públicas de Grecia abocarían al mundo a la mayor crisis financiera en 80 años.

Los inversores bajistas suelen ser contumaces, siempre con el apocalipsis financiero asomando en la línea del horizonte, independientemente de las condiciones de fondo. Hoy por hoy, no obstante, tienen dónde elegir, como ilustra el informe del BCE sobre estabilidad financiera. El prolijo informe, de periodicidad anual, tiene este ejercicio abundante material para escarbar en los riesgos, reales o potenciales, del mercado. Es cierto que los banqueros centrales no son del tipo de personas que anima a tomarse la última cuando la fiesta decae. Pero el cóctel de riesgos que pone el BCE sobre la mesa, por más que no avise de un estallido inminente de la volatilidad, sí sugiere que el mercado está en un punto de particular vulnerabilidad.

Dos argumentos sujetan la visión del banco. Por un lado, hay elementos que hacen a los propios mercados más sensibles a sorpresas negativas. En renta variable, las valoraciones de la Bolsa de Estados Unidos y la concentración del mercado en un puñado de valores son un riesgo. En renta fija, los datos de déficit y deuda pública de países como Francia, unidos a una fragmentación política que complica la adopción de medidas que calmen a los inversores.

Y, en paralelo, la situación geopolítica internacional ha aumentado las posibles sorpresas negativas, en particular tras las elecciones de EE UU. El BCE se cuida de citar a Donald Trump, pero sí indica el riesgo de tensiones globales y del aumento de las medidas proteccionistas. La situación geopolítica es uno de los temores sobre los que más insiste el BCE, pero el banco también incide (aunque esto no es nuevo) sobre la debilidad del crecimiento en Europa.

Se trata, más que de un catálogo de riesgos, de una superposición, y es esta la línea principal del argumentario del BCE: el crecimiento, el déficit, la geopolítica y el comercio están interrelacionados, con los mercados como termómetro del riesgo. Por eso apunta que los parqués pueden estar en la antesala de una etapa de alta volatilidad. Avisados quedamos.

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