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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Nadar y guardar la ropa en los mercados

El entorno invita a la diversificación, es decir, a tomar un poco de lo mejor de los dos mundos y otro poco de lo peor

CINCO DÍAS
Cartel de Wall Street.
Cartel de Wall Street.Andrew Kelly (REUTERS)

La buena noticia para el inversor en este último trimestre de 2024 es que los tipos de interés están bajando mientras las economías occidentales (o, al menos, la de Estados Unidos) está sorteando la recesión. Un contexto que históricamente es bueno para la Bolsa. Cierto es que la renta variable está expuesta al mal de altura tras el reciente rosario de máximos de Wall Street, que, guste o no, marca el compás del resto del mundo. Y que las incertidumbres que pesan sobre el mercado no son baladíes, desde el petróleo a China, pasando por la zona euro, los resultados empresariales o las elecciones de EE UU. Esa es la mala noticia, que en todo caso queda mitigada gracias a que la renta fija ofrece (sobre todo fuera de la deuda soberana) rentabilidades atractivas.

La mala noticia para el inversor, sobre todo para el profesional, es que debe elegir entre salirse el primero de la fiesta bursátil y perderse el jolgorio o, alternativamente, apostar por la Bolsa y exponerse, por tanto, a una corrección que no es ni mucho menos descabellada.

Los mantras del mercado dicen que no hay que luchar contra una Bolsa de Nueva York alcista. Y que no hay que luchar contra la Reserva Federal. Contra los dos a la vez, mucho menos. Pero otro mantra del mercado reza que ninguna tendencia dura para siempre. El momento para la inversión es ambivalente: fácil porque no hay opción abiertamente mala, pero difícil porque tampoco hay una abiertamente positiva.

La complacencia del mercado sufrió un primer embate en agosto, con el crac del Nikkei japonés, rápidamente olvidado gracias a la Fed, y a la fe en la tecnología. La siguiente prueba viene de la mano de los resultados empresariales (en particular de las siete magníficas del Nasdaq) que se empezaron a conocer el viernes. Y la tercera será la geopolítica, con las elecciones de Estados Unidos marcadas en rojo en el calendario.

Ante este escenario, muchos gestores han optado por rotar las carteras hacia sectores de carácter más defensivo, sin salirse completamente de la Bolsa. Otros apuestan directamente por la deuda. Son dos formas de actuar ante las mismas sensaciones: las de un mercado que en algún momento (el timing lo es todo en la Bolsa, y por eso es lo más difícil) agotará su carrera actual.

El riesgo es de doble filo: el de perder el dinero ganado o el de perderse el dinero que se podría ganar. Un entorno que invita a la diversificación, es decir, a tomar un poco de lo mejor de los dos mundos y otro poco de lo peor.

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