Claves: la no tan unión europea (y bancaria), y el destino del dinero que Irlanda no quiso recaudar
La resistencia nacional y la ausencia de un fondo común dificultan las fusiones transfronterizas, a pesar de las advertencias de Draghi
Hace apenas dos semanas, el gurú económico europeo por excelencia y salvador del euro, Mario Draghi, defendía que, si Europa no quería acabar siendo irrelevante –si no lo es ya– tenía que emprender una senda de inversiones histórica para relanzar la productividad. Dentro de las reformas apuntadas por el expresidente del Banco Central Europeo, estaba el aligeramiento de los pesadísimos procesos burocráticos europeos y, en esta misma línea, el favorecimiento de la creación de campeones nacionales, empresas de tamaño suficiente para poder competir con los gigantes estadounidenses o chinos. Más unión, más inversión, y menos mirarse el ombligo para los Estados miembros. A pesar de haber sido recibidas con grandes elogios, no parece, de momento, que las palabras de Draghi hayan calado especialmente. Incluso en países a los que se les atribuye el calificativo de motor de la Unión: Alemania, ejemplo recalcitrante de las consecuencias de muchos de los males apuntados por Draghi en su informe, se cierra en banda a que la italiana Unicredit adquiera Commerzbank. Y mientras, seguimos esperando a que ocurra la famosa unión bancaria.
Un juguete para espías poco vistoso (pero muy lucrativo)
A pesar del dicho, y aunque a veces la realidad se anima con destellos, la ficción suele superarla con creces. El ataque de Israel contra miembros de Hezbolá, haciendo explotar sus buscas y otros dispositivos electrónicos, es uno de esos ramalazos que mantienen viva la famosa expresión. Pocos productores de cine habrían comprado una idea así. Lo cierto, sin embargo, es que los servicios de inteligencia van mucho más de informáticos en oficinas que de apuestos espías con pajarita y caros juguetes. Por eso, Palantir, la empresa de IA para defensa, duplica su valor en Bolsa este año.
Irlanda ya sabe qué hacer con los 14.000 millones que no quiso recaudar
El día 10, la justicia comunitaria paró por fin los pies a Irlanda, un país que ha jugado durante años al dumping fiscal: el TJUE consideró que la exención aplicada por Dublín a Apple era una ayuda ilegal de Estado. El castigo es ejemplar: que la firma de Cupertino, cuya sede atrajeron con jugosísimas ventajas fiscales, les pague 14.000 millones de euros en impuestos.
Y ahora, como Dios a veces sí castiga dos veces, las autoridades irlandesas se ven ante la difícil tarea de decidir qué van a hacer con todos esos millones, que suponen un 10% de su gasto público anual. Bendito problema. Van a empezar por destinarlos a los servicios públicos e infraestructuras que han dejado de lado mientras jugaban a inflar artificialmente su PIB con sus esquemas fiscales.
La frase
[Las insinuaciones de Trump de que Irán podría estar detrás de los dos intentos de asesinato contra él] son ridículas y completamente infundadas. Son solo parte de la atmósfera electoral y se hacen con objetivos políticos específicos.Naser Kananí, portavoz del Ministerio de Exteriores de Irán
El ‘tardeo’, o cómo hacer virtud de la necesidad que produce envejecer
Si los humoristas Pantomima Full hicieran un vídeo de los suyos, con el canallita como protagonista, sobre el tardeo, es decir, salir de fiesta por la tarde, bromearían en sus carteles con que es lo que les queda a los cuarentones cuyo físico ya no aguanta hasta la madrugada para que suceda la magia. La propia patronal España de Noche reconoce que el envejecimiento de la población es uno de los motivos de que el horario de la juerga se haya adelantado.
Los historiadores de la parranda han localizado el origen de esta práctica en Albacete: precisamente La Mancha es cuna de muchos de los mejores cómicos españoles, como los de La hora chanante, José Mota o Millán Salcedo. La tarde es, desde luego, buen momento para sacarle la punta divertida a la vida.