Salarios y productividad
Las grandes cifras económicas de España dibujan un país más brillante del que perciben las familias
España es uno de los países desarrollados donde sus ciudadanos han perdido desde la pandemia más poder adquisitivo a la hora de comprar alimentos, según advierte la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Las grandes cifras económicas dibujan un país más brillante del que perciben las familias. El Gobierno acaba de revisar al alza la previsión de crecimiento para este año y el próximo (hasta tasas del 2,7% y 2,4% respectivamente) gracias a la fortaleza del mercado laboral y el buen momento del turismo. El organismo multilateral con sede en París sitúa a nuestro país como el motor de la eurozona tras mejorar en un punto, la mayor revisión entre los países del G20, su proyección de crecimiento del PIB para este año, hasta el 2,8%. La economía española es una de las que arroja más sorpresas positivas dentro del club europeo. La tasa de paro está en mínimos desde tiempos de la burbuja y el número de afiliados está en máximos.
En los últimos años España ha ganado competitividad frente al exterior. La rebaja de los precios de la energía por el mayor desarrollo de renovables y la menor dependencia del gas ruso ha brindado una oportunidad única a los hogares y empresas del país. Pero este crecimiento tan fulgurante de la economía española se debe más al volumen, al gran crecimiento de la población activa por la incorporación de un gran número de trabajadores extranjeros, que a una mejora de la productividad.
Los salarios de las familias han crecido en estos años, pero menos que los precios de los alimentos si se mide desde el inicio de la pandemia. Este fenómeno golpea más a los hogares más vulnerables. Es cierto que en los últimos meses con la moderación de la inflación, los trabajadores están recuperando algo del terreno perdido durante la crisis inflacionaria. Pero esta situación revela un problema más profundo. El país está creciendo gracias a la devaluación interna que ha provocado la espiral inflacionista. La moderación salarial en España ha permitido a las empresas ofrecer productos y servicios más competitivos al resto del mundo. Es una cuestión de costes, no de mejora de la productividad. De hecho, la OCDE revela que el rendimiento por empleado lleva cayendo en nuestro país desde 2022. Esto se produce porque la economía española está sustentada por sectores de bajo valor añadido, como el turismo o la hostelería. Mientras terminan de desplegarse los fondos europeos del programa Next Generation, llamados a transformar la economía española, el Ejecutivo debería dinamizar los sectores más industrializados e intensivos en tecnología con empleos que permitan mejoras salariales.
