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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Irlanda puede aprovechar el dinero no deseado para endulzar a Apple

Mejorar las infraestructuras con los impuestos de la tecnológica ayudaría a mantener a las multinacionales

Apple
Bandera con el logo de Apple decora el exterior de una tienda de la empresa en el centro de Londres (Reino Unido).ANDY RAIN (EFE)

Los impuestos de las big tech no son la manzana de la discordia en Irlanda. Ese es el mensaje que envió Dublín cuando se puso del lado de Apple en una disputa con la UE sobre 13.000 millones de euros en gravámenes corporativos. El martes, el máximo tribunal europeo ordenó a la firma pagar ese dinero. El primer ministro, Simon Harris, puede utilizar los fondos no deseados para mejorar las infraestructuras.

La saga fiscal irlandesa de Apple se remonta a 2016. Tras un largo tira y afloja legal, el Tribunal de Justicia de la UE se puso de parte de Bruselas, argumentando que la compañía pagaba muy pocos impuestos, y le ordenó devolver los fondos a Dublín. Irlanda temía que aceptar los impuestos atrasados de Apple ahuyentaría a sus gallinas de los huevos de oro. El país atrae a grandes multinacionales como Pfizer o Meta con su tipo del 12,5% de Sociedades. Paradójicamente, la recaudación fiscal de las firmas foráneas ha colocado a Dublín en un envidiable superávit. En 2023 ascendió a 8.300 millones, y es probable que siga ahí en 2024.

Pero Irlanda ya tiene los días contados como paraíso fiscal. El país firmó a regañadientes un tratado fiscal de la OCDE en 2021 que fijaba Sociedades en un mínimo del 15%. En teoría, unos impuestos más altos podrían incitar a Apple y demás a trasladarse a París, Ámsterdam o Madrid. Pero esos países, y de hecho la mayoría de los miembros de la UE, tienen tipos de sociedades más altos. Bulgaria y Hungría, que cobran incluso menos que Irlanda, no parecen alternativas probables.

Harris tiene tiempo para convencer a las big tech y farmacéuticas de que se queden. Podría gastar los impuestos de Apple para aumentar el atractivo de Irlanda, incluso con un régimen fiscal algo más duro. Dublín está sumida en una crisis inmobiliaria que dura ya una década. En mayo, una encuesta de la Cámara de Dublín reveló que dos de cada tres firmas locales creen que la escasez de vivienda afecta a su capacidad para contratar gente. Los alquileres han subido un 60% desde 2015, frente al 13% en toda la zona euro, según Eurostat. El transporte es otra área débil. Dublín es una de las pocas ciudades importantes de Europa sin metro, y el plan del Gobierno para construir uno se ha retrasado hasta 2035.

Irlanda tendrá que manejar con cuidado su indeseada liquidez. Pero si mejora sus infraestructuras, quizá pueda evitar la fuga de empresas.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías


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