La prospectiva estratégica de Europa frente a China
Pekín fomenta la rivalidad entre las grandes potencias del Viejo Continente
La Unión Europea avanza en su estrategia de seguridad económica enfocada en reducir las dependencias acumuladas con China en los últimos años. Un escenario comunitario común que presenta diferentes vertientes a nivel país.
La estrategia de de-risking respecto a China anunciada en 2023 actualizaba el enfoque de relación establecido en 2019 de considerar al gigante asiático como socio, competidor económico y rival sistémico, en el principal giro diplomático hasta el momento. En esta renovada etapa, el foco está puesto en asegurar que las empresas europeas siguen siendo competitivas en una década decisiva en la que la transición digital y los nuevos modelos de movilidad sostenible van a ser un factor clave de desarrollo económico.
No es el único avance en la estrategia. En este nuevo marco de relación con China, perseguir la equiparación de acceso para las empresas europeas al mercado chino no es la única prioridad, y la Unión Europea ha pasado a abordar también como prioritaria la protección del mercado europeo respecto al exceso de capacidad que está exportando China, y con el que queda poco margen para que las empresas europeas sean competitivas.
Y es que, a un escenario de baja demanda doméstica, y de corrientes inflacionistas a nivel mundial, comienzan a sumarse los primeros pasos en la estrategia de de-risking europea, que busca adoptar una reorganización de las cadenas de suministro lejos del gigante asiático.
Con la estrategia europea definida, en la implementación a nivel de los países impera un esquema de cautela buscando que el proceso no termine lastrando sus propias economías. Y es que, más allá de una diplomacia política comunitaria, la componente económica es la que verdaderamente marca la relación de las economías europeas con China.
El momento es propicio para el gigante asiático, enfocado en recuperar la vitalidad de su economía para no perder el pulso económico mundial, con la vista puesta en asegurar los recursos que le permitan seguir en su carrera por la autosuficiencia tecnológica.
Seguridad nacional
De ahí que, mientras China impulsa la apertura de nuevos mercados en Oriente Próximo, fomenta las relaciones con el Sur Global, e intenta recuperar otro de sus mercados más potentes, el de Estados Unidos, asegurar los flujos comerciales y económicos con Europa sigue siendo crucial para ella. No obstante, la verdadera seguridad económica para China es garantizar su seguridad nacional, de ahí el alto nivel geopolítico que adquieren las decisiones económicas, como las recientemente adoptadas durante el Tercer Pleno, con las que el gigante asiático busca impulsar el desempeño de la comunidad empresarial nacional y recuperar la confianza de los inversores internacionales.
Como resultado, los esfuerzos de la diplomacia china en Europa estarían generando un entorno que parece fomentar la rivalidad entre las grandes potencias europeas por seguir manteniendo el atractivo económico con el gigante asiático mientras afianzan su propia autonomía estratégica. China, por su parte, mantendría el pulso geopolítico en sus relaciones económicas con la Unión Europea.
Tercera vía
Así, a las estrategias con China mostradas por el alemán Olaf Scholz y el francés Emmanuel Macron en sus encuentros con Xi Jinping, se suma una tercera vía, la iniciada por Giorgia Meloni tras abandonar Italia la iniciativa de la Ruta de la Seda tras cinco años de adhesión. El plan a tres años firmado entre Italia y China destaca el pragmatismo económico que persigue Meloni de relanzar la relación con Pekín, centrada en reducir unos desequilibrios comerciales y de inversión que se han acentuado durante el tiempo de adhesión a la iniciativa china.
En el ámbito de la prospectiva estratégica, el marcado alineamiento con la OTAN está motivando, sin embargo, la expansión de la presencia de Italia en el Indo-Pacífico, fortaleciendo los lazos con destacados países de la región, especialmente Japón, miembro del G7, e India, destacado actor de la región con el que busca reforzar su cooperación estratégica.
Por su parte, la prospectiva estratégica china ha situado a Hungría como el destino del 44% de la inversión directa extranjera china en 2023, superando el atractivo inversor generado por Francia, Alemania y Reino Unido de forma combinada en 2023, según Rhodium Group. Volúmenes que irán creciendo a medida que se materialice la inversión en Hungría anunciada por la automovilística BYD a finales del año pasado.
Mientras comienza a configurarse la huella de la expansión de los fabricantes chinos por Europa, Italia busca ser el próximo destino si finalmente tienen éxito los esfuerzos de Meloni por alojar a alguna empresa china que le permita competir con la producción de Leapmotor en la fábrica de Stellantis en Polonia, la de Chery en España y la nueva fábrica de BYD anunciada en Turquía.
Con la voluntad de no desencadenar una guerra comercial con China, la Unión Europea sigue avanzando en la implementación del de-risking al que sumará un nuevo desafío cuando comience a estar operativa la normativa para reducir las emisiones del sector marítimo en 2025, que encarecerá el precio del transporte de coches eléctricos hacia la UE. Una prospectiva comunitaria, y a nivel país, que tendrá que afrontar una creciente tensión geopolítica durante esta década.
Águeda Parra Pérez es analista del entorno geopolítico y tecnológico de China y fundadora y editora de ChinaGeoTech