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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Inversores bajistas y poner puertas al campo

La labor del supervisor no es proteger el precio de las acciones, sino la integridad del mercado

CINCO DÍAS
dinero efectivo
Billetes de euros.Pakin Songmor (Getty Images)

El papel de los inversores bajistas siempre está rodeado de un halo de polémica, y tienden a ser el supervillano perfecto cuando un valor cae. Quizá por ese motivo, los fondos de inversión todavía no pueden prestar a terceros las acciones que tienen en cartera. Una norma reclamada desde el sector, pero que lleva pendiente nada menos que desde 2008, y que permite a los fondos ganar intereses con una cartera de valores que, normalmente, está inmovilizada. Pero es un mecanismo que, al menos sobre el papel, da munición a los inversores bajistas, porque una de sus mecánicas es pedir prestada una acción para venderla y, luego, comprarla más barata en el mercado y devolver el préstamo.

16 años es mucho tiempo en términos legales; toda una era geológica desde el punto de vista de los mercados. Precisamente, fue en 2008 cuando arreció la presión sobre los inversores bajistas, y entonces con argumentos más que sólidos: el uso de contratos de cobertura de crédito, comprados por inversores que no tenían una posición que cubrir, agravó la crisis financiera de forma artificial mediante una suerte de profecía autocumplida. El proyecto del euro vivió sus semanas más difíciles. No parecía el momento de facilitar las posiciones cortas en Bolsa, por más que ambos mercados no tengan mucho que ver. Hasta 2018 no se retomó la iniciativa, luego truncada por la moción de censura.

España siempre ha sido un mercado más restrictivo que la media para las operaciones bajistas. Aun así, el veto al préstamo de valores por parte de fondos es una rareza en el entorno europeo, y de dudosos efectos prácticos: cualquier inversor bajista puede pedir prestadas acciones de valores del Ibex a fondos domiciliados en Francia, Luxemburgo o Reino Unido. Y, mientras, los fondos domésticos no pueden obtener ese plus (aun escaso) de rentabilidad derivado de estas operaciones.

En realidad, la Administración solo ha actuado contra las posiciones bajistas en situaciones concretas (la crisis del euro o la pandemia). Fuera de estos momentos, la CNMV tiene vetadas las ventas en descubierto (vender acciones que no se tienen)y ha abogado por la transparencia: saber quién apuesta contra un valor y con cuánto dinero. Una vía para detectar posibles manipulaciones que es de elogiar, pues la labor del supervisor no es proteger el precio de las acciones o la cartera de los inversores actuales (a costa de que los futuros paguen más caro), sino la integridad de un mercado al que, de todos modos, es imposible poner puertas.

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