Kamala Harris tiene plan económico
En estos meses previos las elecciones, veremos la transformación de la demócrata de candidata a sólida mujer de Estado.
Kamala tiene un plan. Se llama pragmatismo. No hay connotación negativa, al contrario. Barack Obama fue el presidente más pragmático en un siglo y gobernó dos mandatos. También Bill Clinton:”Gobernó al dictado de encuestas”, afirmó Mark Penn (el mismo experto demócrata que anima a Kamala a ser pragmática, si quiere gobernar) y James Carville, quien hizo famosa la exclamación “¡es la economía, estúpido!”. Clinton y Obama giraron al centro. Ganaron elecciones. Gobernaron dos mandatos. Han pasado a la historia. Y, si la historia la escriben los vencedores…
La historia apenas recuerda a quienes lo intentaron, pero quedaron en la cuneta. Hillary Clinton es excepción porque fue primera dama con mucha influencia durante la presidencia de su marido (elaboró la primera reforma de la sanidad en 1993/94) mucho antes que Obama sacara adelante el Affordable Care Act (conocido como Obamacare, en marzo 2009). Hillary fue secretaria de estado con Obama y candidata presidencial en 2016. Desde la izquierda la critican porque es amiga de extensos documentos sobre política, es decir, es una ideóloga. Son los mismos que hoy critican a Kamala por ser pragmática.
La campaña de Kamala anunció el miércoles que la candidata demócrata cambió su posición respecto a la campaña electoral de 2020 en cuatro puntos: inmigración, fracking, cambio climático y sanidad estatal para todos. Soterradamente, no en público ni en los medios. En esto están de acuerdo las tres familias demócratas –centristas/moderados, liberales y progresistas– en no criticar a Kamala en público, sino presentar un frente unido, como se vio en la Convención (DNC) de Chicago. Los más a la izquierda critican que Kamala rechace sus propias propuestas de 2019/2020.
La campaña no ha dado otra respuesta al porqué del giro en la posición de Kamala, sino que 2024 no es 2020. El motivo es obvio: en 2020, Kamala retiró su campaña al inicio, a pesar de contar con más financiación que nadie. Pero, entonces, el país no estaba preparado para propuestas tan a la izquierda y tampoco lo está ahora. Por esto, Kamala ha sido ambigua y ha abrazado lemas pegadizos que motivan su base electoral: “Cuando luchamos, vencemos”. Clinton y Obama fueron explícitos: lo más importante es ganar. Luego, gobernar. Que lo digan dos presidentes de dos mandatos tiene un peso que nadie puede poner entredicho.
Incluso Trump abraza esta necesidad de “compromiso”, en la cuestión de la salud reproductiva de las mujeres. Con enfado de los socialmente conservadores, Trump ha cambiado su total oposición en este tema aludiendo a que “también Ronald Reagan estaba a favor de los tres supuestos. Votad con vuestro corazón, pero votad. Si quieren hacerse cosas, hay que ganar elecciones”.
¿Qué importa a los americanos? Inflación; empleos de calidad; tener una casa en propiedad; casarse; tener una familia; seguridad financiera; ahorrar para la vejez y disponer de una pensión digna. Son algunos ejemplos del sueño americano, que tantos presidentes han definido: “Trabaja duro, observa las normas y tendrás una oportunidad justa”.
Oportunidad.
Kamala habla de crear la economía de la oportunidad. En su discurso económico en Raleigh (Carolina del Norte) del 16 de agosto, dejó claro que la “política industrial debe continuar”, en referencia, por ejemplo, a la Chips Act que impulsa la fabricación de chips y semiconductores, microprocesadores en suelo americano. Con esa ley con sello Biden-Harris, fabricantes como Intel, Samsung Electronics y TSMC, entre otros, han recibido subvenciones billonarias para construir fábricas en Texas y Arizona. Porque, aún hoy, 80% de la fabricación de semiconductores, tiene lugar en China continental y en Taiwán.
Crear empleos de calidad, con o sin título universitario, será prioridad de Kamala. Esto exige crecimiento económico y controlar la inflación seriamente. Si esto supone abandonar la propuesta económica de Kamala (2019) de fabricar solo coches eléctricos en 2025…. hágase. Los grandes fabricantes de coches de Detroit sufren en sus cuentas la falta de demanda de coches eléctricos. De ahí a los despidos masivos, solo hay un paso. Kamala no va a arrojar 3,5 millones de votos en manos de Trump.
Las medidas económicas del 16 de agosto fueron solo eso: propuestas. No son una política económica basada en una doctrina. Obama pudo acometer políticas keynesianas (lo explica en su autobiografía A promised land), para estimular la demanda desde el sector público porque heredó de Bush hijo la Gran Recesión. No es la situación actual.
Biden continuó las políticas proteccionistas de Trump respecto a China y las aumento. Kamala ha obviado esta cuestión, por ahora. En su momento, se opuso al Tratado de Libre Comercio con Asia, de Obama. Pero, en economía, comercio, tecnología y geopolítica respecto a China, Kamala hará una mezcla de las políticas de Obama (palo y zanahoria, con el diálogo económico y estratégico con China, liderado por Hillary Clinton y Tim Geithner) y palo con sanciones y aranceles de Biden.
Xi Jinping, líder chino, no oculta su deseo de conseguir la primacía económica, tecnológica y militar mundial para China. Como destaca Condolezza Rice, exsecretaria de Estado con George Bush en Foreign Affairs, “con 370 buques, China ya tiene la primera armada militar del mundo”. El 24 de agosto, en Chicago, Kamala dejó claro (como hizo Obama en su discurso del estado de la Unión de enero de 2010) que “America no dejará a China la primacía mundial”.
En estos dos meses previos al 5 de noviembre, veremos la transformación de Kamala de candidata a sólida mujer de Estado.
Jorge Díaz Cardiel es socio director de Advice Strategic Consultants, autor de ‘El New Deal de Biden-Harris’
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