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Breakingviews
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cinco razones por las que es difícil evitar las catástrofes financieras

La historia sugiere que los problemas suelen empezar en áreas consideradas erróneamente seguras

Un trabajador de la Bolsa de Fráncfort durante la crisis del covid.
Un trabajador de la Bolsa de Fráncfort durante la crisis del covid.KAI PFAFFENBACH (Reuters)

Si conocemos las causas de las crisis financieras y sabemos cómo prevenirlas, ¿por qué siguen produciéndose? Esa fue la provocadora pregunta planteada a un grupo de reguladores, académicos e inversores en la London School of Economics (LSE) en mayo. Los participantes, reunidos con motivo del 10º aniversario del Centro de Riesgo Sistémico de la universidad, llegaron a una sobria conclusión: viejos problemas y nuevos peligros crean las condiciones para más turbulencias.

El Centro de Riesgo Sistémico (CRS) se creó tras el colapso de 2008 para estudiar lo que había ido mal y, lo que es más importante, estar mejor preparados para futuros problemas. El periodo transcurrido apenas ha sido tranquilo. El Centro abrió sus puertas poco después de que la crisis de la zona euro alcanzara su punto álgido en 2012. En los últimos años, los financieros y los organismos de control se han enfrentado a una sucesión de problemas que afectaban a todo el sistema: las extremas turbulencias del mercado provocadas por el inicio de la pandemia, el colapso de Archegos Capital Management en 2021, las turbulencias de la deuda soberana británica en 2022 y las quiebras de Credit Suisse y varios bancos regionales de EE UU unos meses después. No es de extrañar, por tanto, que los reguladores estén oteando ansiosamente el horizonte en busca de la próxima fuente de dificultades.

Los posibles problemas se dividen en cinco categorías. La primera se deriva de los esfuerzos por garantizar que los bancos cuenten con mayores amortiguadores. Hyun Song Shin, asesor económico y jefe de investigación del Banco de Pagos Internacionales (BPI), explicó en el seminario que los agentes de Bolsa de EE UU tienen ahora activos por valor de menos de 20 veces su capital, frente a las más de 40 veces que valían en el pico anterior a la crisis. Al replegarse los prestamistas tradicionales, gran parte de la actividad más arriesgada que dejaron atrás ha acabado produciéndose en cambio a través de fondos de inversión, intermediados por Bolsas de valores y cámaras de compensación.

Este cambio crea nuevas fuentes de tensión, como descubrieron los bancos centrales a principios de 2020 cuando intervinieron para apoyar a los mercados de deuda asustados por la pandemia. Pero gestores de activos como Blackstone y Apollo siguen apostando fuerte por los mercados privados, a veces evitando por completo a los bancos. Ejecutivos como Marc Rowan, CEO de Apollo, argumentan que estas estructuras son más sólidas porque tienen menos apalancamiento y, a diferencia de los depositantes bancarios, los inversores no pueden retirar rápidamente su dinero. Aun así, dado el crecimiento de los mercados privados, las consecuencias reales de una caída repentina son difíciles de predecir.

Los reguladores también tienen parte de responsabilidad en otra vulnerabilidad potencial: han hecho que los bancos sean más parecidos. Según Jon Danielsson, director del CRS, unas normas más estrictas y una supervisión más rigurosa reducen las probabilidades de que los distintos bancos sigan modelos de negocio diferentes. Además, a los más pequeños les resulta más difícil abrirse camino. El resultado es un sistema en el que un pequeño número de grandes bancos hacen cosas similares. Cuando algo sale mal, como inevitablemente ocurre, es poco probable que los problemas se limiten a una sola institución.

Un tercer problema es que la banca ha evolucionado. Después de 2008, las autoridades monetarias llegaron a la conclusión de que los depósitos de los clientes eran una fuente de financiación más estable que la financiación mayorista, que se había agotado al primer indicio de problemas. Sin embargo, las quiebras bancarias de 2023 a ambos lados del Atlántico han obligado a replantearse la situación. Uno de los puntos débiles de Silicon Valley Bank (SVB) era su fuerte dependencia de los grandes depositantes corporativos, cuyas tenencias superaban el límite de 250.000 dólares del seguro de depósitos de EE UU. Cuando el banco tuvo problemas, esos clientes se dispersaron, ayudados por aplicaciones online que permitían retiradas casi instantáneas. Los clientes privados y corporativos de Credit Suisse retiraron decenas de miles de millones en cuestión de días.

Los reguladores se están poniendo al día. En mayo, Michael Barr, vicepresidente de supervisión de la Fed, señaló que el regulador tenía previsto modificar sus hipótesis sobre la estabilidad de los grandes depósitos a la hora de calcular las reservas de liquidez de los bancos. Es un recordatorio de que los sistemas financieros evolucionan constantemente.

La cuarta razón por la que las crisis son difíciles de erradicar es que el sistema financiero aún adolece de algunas debilidades fundamentales. Por ejemplo, la práctica de permitir a las empresas deducir de los impuestos los intereses de la deuda. Esto crea un sesgo a favor del endeudamiento, lo que a su vez hace más frágil el sistema.

Charles Goodhart, el veterano economista, identifica un defecto aún más elemental: el uso generalizado de estructuras de propiedad de responsabilidad limitada. Esto permite a los financieros y empresarios asumir riesgos sabiendo que no tendrán que responder personalmente si las cosas van mal. La remuneración basada en acciones, que vincula la fortuna de los ejecutivos a la parte más arriesgada de la estructura de capital, ofrece más incentivos para arriesgar. “La responsabilidad limitada es la estructura más extrema de riesgo moral que tenemos en nuestro sistema”, dijo Goodhart en el seminario. “Hemos basado nuestro sistema capitalista en el riesgo moral”.

Resulta irónico, porque los reguladores diseñaron explícitamente muchas de las normas introducidas después de 2008 para reducir el riesgo moral. Si los bancos tienen suficientes reservas de capital propio y deuda subordinada, la teoría es que los inversores se llevarán la peor parte de las pérdidas, no los contribuyentes. Sin embargo, las autoridades se han mostrado reacias a utilizar sus herramientas de gestión de crisis. Los reguladores de EE UU protegieron a los depositantes no asegurados de SVB y otros bancos regionales. El Gobierno suizo, por su parte, organizó una apresurada absorción de Credit Suisse por UBS con el respaldo de los contribuyentes, en lugar de liquidar la problemática entidad.

¿Por qué esta continua afición a los rescates? Una explicación es que los ciudadanos de los países desarrollados están más expuestos al sistema financiero, a través de los ahorros para la jubilación y las hipotecas. En tiempos de bonanza, se oponen a la regulación que podría frenar la asunción de riesgos. “Apenas hay electorado en contra de la embriagadora sensación de enriquecerse durante un auge financiero”, escribió en 2019 Claudio Borio, jefe del departamento monetario y económico del BPI.

Pero en tiempos de turbulencias, los Gobiernos y los reguladores afrontan una mayor presión política para proteger a este electorado de las pérdidas. Jeffrey Chwieroth, de la London School of Economics, y Andrew Walter, de la Universidad de Melbourne, estudiaron los editoriales de los periódicos de EE UU durante las crisis financieras que se remontan a mediados del siglo XIX y descubrieron que el apoyo a los rescates era mucho mayor en las últimas décadas.

Las opiniones difieren sobre las causas de la próxima crisis financiera. Algunos prevén que el rápido crecimiento de la deuda pública causará problemas; otros piensan que el sector inmobiliario será una fuente de inestabilidad. La historia de las finanzas sugiere que los problemas suelen empezar en áreas que la gente creía erróneamente seguras. En todo caso, parece probable que los observadores de las crisis no tendrán que esperar demasiado para conocer el próximo caso.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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