Un cónclave de banqueros para despejar un otoño brumoso
Las perspectivas económicas son similares a las de finales de julio, aunque la puerta a un recorte de medio punto está más abierta, a juzgar por los mercados de futuros.
Dice el tópico que una semana es mucho tiempo en el deporte: un buen resultado puede tapar en cuestión de minutos una semana catastrófica. En los mercados financieros, dos semanas pueden ser casi un universo. Es el tiempo que ha transcurrido desde el episodio del lunes negro, 5 de agosto, hasta estos días previos a la reunión de Jackson Hole. El tiempo que ha pasado desde que en algunos rincones del mercado, con un punto de histeria difícil de explicar entre profesionales bien formados y mejor pagados, se reclamaba un recorte de tipos de interés de emergencia, pues un dato de empleo peor de lo previsto se consideró el anuncio de una inapelable recesión. Hoy por hoy las perspectivas económicas son similares a las de finales de julio, aunque la puerta a un recorte de medio punto está más abierta, a juzgar por los mercados de futuros.
Sería una sorpresa que Jerome Powell trazara un mapa del tesoro a los inversores: los banqueros centrales están sujetos a las incertidumbres económicas y a los caprichos de los mercados, por sofisticadas que sean sus herramientas de análisis. La reunión suele proporcionar a los inversores unas líneas generales sobre las prioridades de actuación de los banqueros. Si normalmente cuando habla una banquero central hay que leer entre líneas, en estos casos más. Aunque, a la luz de lo que pensaban los responsables de la Fed en julio, la perspectiva de recortes de tipos ya se ha visto reforzada. Se prevén entre tres y cuatro recortes en el año. Tampoco hay que olvidar la clave política, que ya planeó sobre la reunión de Sintra, el Jackson Hole del Banco Central Europeo. En el caso de Estados Unidos, Donald Trump ya ha asegurado en ocasiones que le gustaría tener el control de la Fed, antes de autodesmentirse a posteriori.
En el cónclave no participará, o al menos no está agendada su presencia como conferenciante, Christine Lagarde. El euro, mientras, está muy cerca de superar niveles desconocidos desde la invasión rusa a Ucrania. Una señal de que los tipos en Estados Unidos van a bajar más rápido de lo previsto. Es un movimiento que vendrá bien al BCE, pues tiene un obstáculo menos para abrir la mano con los recortes de tipos. Un debilitamiento de la moneda es por definición inflacionista, y bajo este prisma parte del consejo del banco argumentó en contra de las bajadas. Igualmente, la recuperación indica una menor preocupación por la economía, después de que en 2022 y 2023 la crisis energética se cebó con la eurozona y con su divisa.
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