Un mercado laboral al alza, pero con retos
El mercado laboral español vive un círculo virtuoso que puede verse en otro sinfín de datos, como el paro juvenil, en su tasa más baja desde 2008; o en el número y la proporción de mujeres trabajando, en máximos históricos.
Los últimos datos de la EPA, conocidos este viernes, vuelven a recoger un extraordinario desempeño del mercado laboral español: se alcanza otro récord de trabajadores (21,68 millones), con 434.700 empleos creados en el segundo trimestre. A la vez, la tasa de paro se queda en un 11,27%, la menor desde 2008. La evolución, por tanto, es muy positiva. El mercado laboral español vive un círculo virtuoso que puede verse en otro sinfín de datos, como el paro juvenil, en su tasa más baja desde 2008; o en el número y la proporción de mujeres trabajando, en máximos históricos.
Con todo, tampoco puede obviarse que el momento para tomar una foto del empleo es especialmente favorecedor. La estacionalidad del mercado español hace que el segundo trimestre, el que más se beneficia de la actividad turística, resulte especialmente positivo. Y es en esa estacionalidad, como en la resistencia de algunas dinámicas tradicionales a desaparecer, donde pueden verse sombras junto a tantas luces. El paro baja, sí, pero sigue siendo el doble que la media comunitaria. Y entre los jóvenes supone todavía que más de uno de cada cuatro (un 26,6%) no logra emplearse.
Que el paro no retroceda con la misma contundencia con la que avanza el empleo encierra una paradoja: los expertos creen que el desempleo no baja más porque, al haber más trabajo, también hay más gente que se anima a buscar oportunidades. De hecho, la población activa alcanzó los 24,4 millones en el segundo trimestre, otra plusmarca.
Las cifras, en suma, permiten abrazar el optimismo sin hacer lecturas triunfalistas. Y mantener una mirada crítica, sin deslizarse hacia el catastrofismo. Los sindicatos suelen repetir un argumento cuando escuchan juicios negativos a la reforma laboral, como que ha enmascarado la temporalidad (pequeña, según las cifras oficiales) con el contrato fijo discontinuo.
Cuesta imaginar que con el modelo productivo actual, con tanto peso de actividades estacionales, España logre revertir ciertos problemas. Hay otra senda, la de las actividades de alto valor añadido, que predominan en el centro de Europa y se relacionan con menores índices de precariedad.
Ese camino también parece transitarse en los últimos años. Y abundar en él, sin caer tampoco en la demonización de una industria turística que resulta esencial y está intentando sus propias transformaciones, debería ayudar a recuperar el nivel adquisitivo previo al coronavirus, a reducir la brecha de productividad con Europa y a sostener la reducción del número de parados, particularmente entre los jóvenes. Es en esas tareas donde España debería volcar todos sus esfuerzos.
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