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Las claves
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La crisis del mar Rojo llega a la cesta de la compra y los gimnasios ‘low cost’ se ponen en forma para la ‘operación bikini’

Los fletes marítimos se disparan por los desvíos para evitar el canal de Suez y el adelanto de compras ante una posible guerra comercial

Helicóptero estadounidense sobrevuela el mar Rojo.
Helicóptero estadounidense sobrevuela el mar Rojo.Bernat Armangue (AP)
CINCO DÍAS

La situación del mar Rojo, como la guerra de Ucrania, se ha vuelto parte del paisaje: a diferencia de la pandemia, que afectó a todos los países del mundo (salvo Corea del Norte, bajo amenaza de fusilamiento), los efectos de ambos conflictos llegan solo de forma indirecta, a través de los precios de consumo. Los de la energía se han moderado de forma notable (en realidad, el gas ruso sigue llegando a Europa en barco, aunque ya no por tubería), pero el resto siguen en niveles de inflación molestos. Y es probable que vuelvan a acelerarse próximamente, puesto que en los últimos meses se han incrementado los costes de los fletes marítimos, tanto por los desvíos alrededor de África para evitar el canal de Suez –que incrementan la duración de los trayectos, y por tanto obligan a contratar más barcos para mantener el ritmo del transporte–, como por el adelanto de las compras ante el temor al incremento de los aranceles de EE UU a los productos chinos. La globalización, que parecía el fin de la historia, está dando pasos atrás que encarecen la cesta de la compra. Hay ganadores, como en todo: las navieras, que se están revalorizando en Bolsa.

La industria del petróleo ya le ve las orejas al lobo

La semana concluye con noticias poco halagüeñas para la industria petrolera: por un lado, la británica BP adelanta que la demanda de crudo tocará techo en 2025. Por el otro, Barclays advierte de que se vienen ventas masivas de acciones petroleras para esquivar el ecopostureo. Resulta que, si los gestores quieren mantener su etiqueta verde, van a tener que soltar, para sorpresa de nadie, lastre petrolero: 27.500 millones de euros están en juego. La buena noticia para el sector es que, de momento, nadie va a prohibir a los países productores limitar la oferta a su antojo. Así que, hasta que no haya más demanda, podrán seguir jugando con los precios.

El aceite de oliva o la gran quimera del oro (líquido) español

Hay una serie de productos que compiten por el apelativo de oro líquido: la tinta de impresora y el zumo de naranja de los bares son, sin duda, dos grandes candidatos. Pero hay uno que sobresale por encima de todos: el aceite de oliva. Antes lo llamábamos así por ser un producto estrella español y por su buena calidad. Ahora, porque compite directamente con el metal preciado como producto de inversión: una botella de aceite de oliva costaba, a cierre de 2023, casi un 50% más que un año antes. Rentabilidades que baten, de lejos, a la inflación, a la renta fija y al S&P 500 (a Nvidia no, claro, porque nadie bate a Nvidia). Los bancos centrales, que están llenando sus arcas de oro en los últimos tiempos, deberían replantearse pasarse a su estado líquido.

La frase

No estamos hablando de atacar [en territorio ruso]por atacar, de manera simbólica, ejemplarizante y aislada. Se trata de destruir de forma sistemática bases aéreas e instalaciones militares
Mijailo Podoliak, asesor del jefe de gabinete del presidente de Ucrania

Los gimnasios ‘low cost’ llegan en forma a la Operación Bikini

La proliferación de los gimnasios low cost en las ciudades españolas –solo comparable a la de las cafeterías de especialidad y las casas de apuestas– podría hacer pensar al lector que hay oferta de sobra de lugares para hacer sentadillas, spinning o grabarse en una sala abarrotada levantando una barra. No ha de olvidar, sin embargo, que analizar un mercado es fijarse en el equilibrio entre dos curvas: otra proliferación (o invasión), esta de mochilas corporativas de cierta cadena en el transporte público, viene a indicar que hay demanda. De hecho, hay tanta que, en una buena demostración de economía básica, los gimnasios suben sus tarifas. Si antes uno podía sudar delante de decenas de desconocidos por 19,9 euros, ahora el privilegio asciende a casi 30, si no más.

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