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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El desafío de Starmer: el arte de acelerar y ganar seguridad

Haría bien el nuevo primer ministro en recobrar la credibilidad económica del país tras la calamitosa herencia de Liz Truss y las vacilaciones de Sunak

CINCO DÍAS
reino unido
El nuevo primer ministro británico, Keir Starmer, en su llegada al número de Downing Street, este viernes.Phil Noble (REUTERS)

La arrolladora victoria laborista en las elecciones de Reino Unido deja algunas lecciones para los políticos españoles. La ola de cambio que se ha extendido por las islas británicas también plantea grandes desafíos económicos para Keir Starmer, el líder laborista que devuelve a su partido al poder tras 14 intensos años de Gobiernos conservadores. Durante ese periodo, los británicos han visto como el país se independizaba de Europa con el Brexit, han sido testigos del auge de los populismos con Boris Johnson y Nigel Farage como máximos exponentes, y han sufrido el deterioro de los servicios públicos. La consecuencia es que los británicos están más aislados, tienen más desigualdad y su economía crece menos rápido de lo que debería.

Rishi Sunak, el ex primer ministro tory, abandona el poder con una situación macroeconómica que a primera vista no parece tan mala como los resultados electorales que ha sufrido. Reino Unido salió de la recesión a finales de 2023 y la actividad económica creció un 0,7% durante el primer trimestre de este año. La inflación se moderó hasta el 2% en mayo, después de alcanzar máximos del 11% al principio de la invasión rusa de Ucrania. La tasa de desempleo es del 4,4%. No obstante, si se analizan las cifras con más detenimiento, se observan las arrugas de una economía envejecida, donde la renta per cápita apenas avanza desde la Gran Recesión. A esto se suma la pérdida de poder adquisitivo durante los últimos años.

Entretanto, el colchón de las políticas sociales se ha vuelto más fino. El servicio nacional de salud ha visto recortada su financiación, como el resto de las políticas sociales. Señala el ex primer ministro británico Gordon Brown que los años de mandato conservador han puesto en riesgo el consenso nacional que ha estado vigente en Reino Unido desde la Segunda Guerra Mundial cuando el informe Beveridge de 1942 propugnaba un Estado de bienestar típicamente británico, que, en aquella época, pretendía evitar los llamados “cinco males”: la necesidad, la enfermedad, la ociosidad, la ignorancia y la miseria.

Haría bien Starmer en recobrar la credibilidad económica del país tras la calamitosa herencia de Liz Truss y las vacilaciones de Sunak. Y en recuperar, de forma ordenada y sostenible, las políticas que sirvan de tejido protector para unos ciudadanos británicos cada vez más descreídos. El desafío que tiene por delante Starmer es descomunal, porque las islas tienen que abordar todo este proceso al tiempo que afrontan la transformación para modernizar su economía en áreas como la transición energética, la industrial o la digitalización.

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