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A fondo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¡A ganarse el pan! También en Alemania

Mientras los alemanes quieren trabajar menos y vivir más, llegan nuevas propuestas, como la semana laboral de seis días

trabajo alemania
Varios trabajadores en una planta del grupo Bosch en Eschenburg, Alemania.Sascha Schuermann (Getty Images)

La vida no es solo trabajo, pero hay que ganarse el pan. La cuestión es ¿cuánto trabajo? ¿Cuatro, cinco o seis días a la semana? Los alemanes quieren trabajar menos, según la última investigación del Instituto de Economía IW. “Preferencia por el ocio y las vacaciones”, titulaba en mayo el canal NTV, en sintonía con la crítica expresada en 1993 por el canciller Kohl de que Alemania es “un parque de ocio colectivo”. Y no solo los jóvenes querrían reducir el número de horas (proponen 35 semanales); sino que también los adultos jóvenes (quienes optarían por 34 horas) y la población mayor de 40 años (32 horas) desearían disponer de más tiempo libre. Simultáneamente, Alemania precisa urgentemente que se trabaje más y mira ahora sorprendida hacia Grecia. El 1 de julio el Gobierno de Mitsotakis introdujo la semana laboral de seis días, lo que supone trabajar también el sábado o el domingo. Alemania, con una economía estrangulada por la falta de especialistas, busca fórmulas para que se trabaje más. Mucho más. Y es que la pirámide demográfica invertida pesa y cuesta mucho. Desde hace 50 años nacen pocos niños, los futuros ingenieros que necesita la economía. 570.000 puestos de trabajo no se ocuparon en 2023, según datos del IW. El Gobierno habla de 73.400 puestos de formación profesional dual que quedaron vacantes, un 6,6% más que en 2022. Además, se trabajan pocas horas: 1.332 al año, frente a las 1.728 en Grecia y las 1.767 en EE UU, según la OCDE.

Los alemanes lo tienen claro: quieren trabajar menos. El 65% está satisfecho con su vida, según Statista; pero ya no se vive para trabajar, sino que se trabaja para vivir. Otras grandes prioridades son la paz, la seguridad social y el medioambiente. Comprensible. La cuestión es que su deseo de trabajar menos y disfrutar de más tiempo libre surge en un momento de cambio demográfico y de déficit de especialistas. IW propone ampliar la semana laboral y estimular el trabajo en un país de mayoría católica y protestante, al que se sigue vinculando (aunque controvertidamente) a la ética calvinista laboral y a la diligencia, la disciplina y la cultura del esfuerzo.

Claro que el PIB per cápita alemán es más que el doble que el griego; por lo que tiene sentido que los griegos introduzcan la semana laboral de seis días, cobrando un 40% más el sexto día, un 115% más si se trata de un domingo o de un día festivo. Se trata de una oferta atractiva que podría compensar la inferior productividad de su economía y el déficit de especialistas. Grecia no se ha recuperado todavía de la emigración laboral que sufrió por la crisis financiera. Tras la intensa fuga de cerebros, el país heleno se propone con su reforma estimular la ampliación de la semana laboral y desincentivar el trabajo en negro. Quien trabaje los fines de semana ganará bastante más en un país de bajos salarios y un desempleo del 10%.

Menos es más, concluye el estudio socioeconómico de IW sobre la cantidad de horas que se quiere trabajar a la semana en Alemania. En la consulta, en la que se ha interrogado a la población trabajadora, excluyendo a estudiantes universitarios y de FP dual, se explicitaba que, a menos horas trabajadas, inferiores ingresos. A pesar de eso, la mayoría quiere más tiempo libre. Los grandes sindicatos como Verdi (sector servicios) e IG Metall (el mayor del mundo) están peleando por la semana laboral de cuatro días sin pérdida de ingresos. Los jóvenes o “Jusos” del socialdemócrata SPD apuestan incluso por la semana de 25 horas con sueldo completo.

Los investigadores del IW proponen frenar estas tendencias a reducir la jornada laboral y defienden que la semana laboral abreviada se limite a acuerdos individuales entre trabajadores y empresarios; de modo que quienes quieran reducir sus jornadas puedan hacerlo siempre que lo permitan los procesos empresariales y teniendo en cuenta que repercutirá en sus salarios. Nikolaus Piper, responsable de Economía del diario Süddeutsche Zeitung (SZ) opina que el reto hoy es trabajar más, no menos.

En contra de la semana de seis días están quienes consideran que en un país como Alemania no es necesaria y que equivalaría a la explotación laboral. ¿A dónde vamos a parar?, se pregunta Alexander Hagelüken, analista de SZ: “Jubilarse a los 70, trabajar 42 horas semanales, ponerle más interés al curro…”. Hagelüken argumenta que la productividad ya ha aumentado el 25% desde la reunificación alemana, y que nunca se trabajaron tantas horas en Alemania como en 2023: un total de 55.000 millones de horas, 5% más que hace 20 años. La razón es que trabajan más mujeres: tres de cada cuatro. La semana de seis jornadas laborales rompería el equilibrio que se busca entre las parejas con hijos para que las madres trabajen más y los padres menos. “Tampoco es necesario para mantener nuestro bienestar”, opina el experto.

Según Eurostat, los griegos son ya los que más horas trabajan en UE y podrían hacerlo ahora hasta 48 horas. No es esa la voluntad de los alemanes: las mujeres desean trabajar 29,5 horas; los hombres, 35,4. El IW confirma también la tendencia de los jóvenes a disfrutar más y trabajar menos. Según el think tank, no es algo exclusivo de la generación Z. “No está claro que la jubilación masiva de los babyboomers se pueda compensar con más emigración y estímulos al trabajo”, apuntan. IW apela a Berlín para que siga el el ejemplo griego. ¿Más cultura del esfuerzo, más sacrificio? Sí, pero Alemania podría también movilizar a los ninis y a los jóvenes sin formación, o a las madres que se quedan en casa a causa del déficit de infraestructuras escolares (y de personal), y a los extranjeros que por diferentes razones no trabajan.

Lidia Conde es periodista y analista de la economía alemana.

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