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La Lupa
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Nadal y Kroos, dos formas de jugar la última bola

El balear se mueve condicionado por ser autónomo/empresario y el alemán vuela con la libertad del empleado por cuenta ajena

Toni Kroos y Rafa Nadal.
Toni Kroos y Rafa Nadal.GETTY IMAGES

Toni Kroos acaba de anunciar su retirada en la cima de su carrera y con homenaje memorable en el Santiago Bernabéu. Mientras, Rafa Nadal acude a las pistas ante un público que espera un match ball que no acierta a pegar. El análisis de sus periplos vitales, más diferentes de lo que aparentan, puede ser un ejemplo para muchos ejecutivos. La premisa de partida es que cada cual, por muy personaje público que sea, tiene todo el derecho a retirarse cuándo y cómo considere oportuno y lo que parezca a los demás está de más.

Toni Kroos (Alemania, 1990) y Rafa Nadal (España, 1986) han consagrado su vida a un deporte, fútbol y tenis, y lo han convertido en una profesión muy lucrativa. Ambos se definen y comportan como hombres de familia, casados, con hijos (Kroos, tres, y Nadal, uno), y filántropos. Sus esposas (Jessica Farber y Xisca Perelló) son, precisamente, quienes gestionan sus fundaciones. Este perfil no es el más frecuente entre las estrellas del deporte, muy dadas al cambio de pareja y a ensimismarse. La madurez y ausencia de estridencias con la que se comportan es la excepción.

Si ponemos la lupa en los momentos clave, se observa que Kroos va por delante de Nadal. El alemán se casó con 25 años y el balear, con 33; y aquel también fue padre mucho antes. Casualmente, sus parejas son del mismo año, 1988, de manera que el alemán emparejó con una paisana dos años mayor que él y Nadal, con una isleña dos años más pequeña. Quizás tenga que ver con el punto de maduración de cada uno o cada una, quién sabe.

Pero, donde más se nota la anticipación de Kroos, es en que él ha anunciado su retirada con 34 años y con un mensaje claro: “Mi ambición siempre fue terminar mi carrera en la cima de mi nivel”. Lo va a hacer jugando de titular la final de la Champions y la Eurocopa con Alemania. Mientras, Rafa Nadal, que cumple 38 años el próximo 3 de junio, lleva dos años con continuas lesiones, en los que ha jugado 15 partidos, y no encuentra el momento de decir adiós. Ha perdido en la primera ronda de Roland Garros, su torneo fetiche, y ha rechazado el homenaje que le quería rendir la organización. “No sé si será mi última vez aquí. Para mí es difícil saber qué va a pasar en mi futuro”.

Kroos lo tiene muy claro y Nadal es un mar de dudas. Ellos son muy conscientes de que la alta competición es finita y por eso han planificado el día después creando sendas academias, que les servirán para ocuparse y seguir ingresando. El alemán ya ha programado lo que los expertos llama desentrenamiento, la desescalada desde la cúspide de la competición al valle de los mortales. Nadal, aún no.

El dinero es la respuesta fácil a esta diferencia de comportamiento, y quizá lo obvio sea lo real. Pero conviene reparar en su condición laboral para entenderlo. Kroos es un trabajador por cuenta ajena, un empleado del Real Madrid, con un jefe directo, Carlo Ancelotti, y otro supremo, Florentino Pérez. El primero le puede dejar en el banquillo, si no le ve útil para el equipo, lo que devalúa su carrera, y el segundo tiene en su mano la renovación. En cambio, Nadal es el jefe. Él es el empresario, el que contrata y despide al entrenador, al fisio y a los diferentes empleados a los que paga la nómina. La ironía es que el más libre resulta estar más atado.

La decisión del trabajador Kroos no tiene consecuencias laborales en nadie, mientras que la del empresario Nadal sí. El tenista balear cobra en función de los torneos en los que participa, le pasa como a los autónomos: no play, no money. En cambio, Kroos, percibe su nómina lesionado o en el banquillo. Además, buena parte de los ingresos por publicidad que percibe el tenista están vinculados a que compita, a que muestre las marcas en la retransmisión de los partidos. El anuncio es él, no el Bernabéu o la camiseta del Madrid. Por tanto, el día que se retire se producirá un desplome de ingresos, como en el caso de Kroos, pero a Nadal le obligará a prescindir de la maquinaria que sostiene su actividad y eso duele.

Más allá del aspecto laboral está también la personalidad. La visión que tienen de Arabia Saudí da una pista. En enero pasado, Toni Kroos era pitado por la afición de este país que acudía a los partidos de la Supercopa de España, competición que incomprensiblemente se juega allí. En cambio, Rafa Nadal era halagado en el mismo país, acababa de firmar un acuerdo comercial que le reportará una sustancial cifra (confidencial), pero que de facto le convierte en embajador de una autocracia. Nadal aceptó que se pusiera en su boca: “Mires donde mires en Arabia Saudí, puedes ver crecimiento y progreso, y me emociona formar parte de ello.”

Sin embargo, Toni Kroos, que se caracteriza por hablar poco y ser muy prudente, ha querido ser muy vocal contra Arabia Saudí. “Se dice que allí se juega un fútbol ambicioso, pero se trata de dinero. Al final es una decisión por dinero y contra el fútbol. La falta de derechos humanos me impediría ir”, dijo en el podcast que hace con su hermano Félix. Esta semana fue entrevistado en El Larguero de la Cadena Ser y confirmó que no iría nunca a jugar allí “y menos a vivir”. De nuevo, formas de pensar distintas con el euro al fondo.

Es probable que, dentro de unos años, Rafa Nadal explique en sus cursos de formación para ejecutivos que no acertó a elegir su momento Toni Kroos. Tuvo la oportunidad de colgar la raqueta en 2022, tras ganar el abierto de Australia y el 14º Roland Garros. Fue un regalo inesperado, que no supo interpretar. Confiemos en que los dioses del Olimpo le premien con una medalla de oro en los Juegos de París’24 que le aclare la mente.

Aurelio Medel es periodista y doctor en Ciencias de la Información

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