Irán se vuelve aún más impredecible
La muerte de su presidente elimina al único sustituto del líder supremo que habría podido calificarse de conocido
El principal generador de inestabilidad de Oriente Próximo acaba de hacerse aún más difícil de leer. Irán es una de las principales razones por las que los inversores mundiales dudan en invertir demasiado capital en la región. La muerte del presidente, Ebrahim Raisi, en un accidente de helicóptero aumenta esta incertidumbre.
El papel de presidente es secundario en el país. Elegido cada cuatro años, ha sido ocupado por reformistas como Hassan Rouhani y conservadores de línea dura como Raisi, que asumió el cargo en 2021. La principal influencia en asuntos de política exterior y en la mayoría de las decisiones de importancia es el líder supremo Alí Jamenei, al mando desde 1989.
Aun así, Raisi comparte culpa por el hundimiento de la moneda y la inflación del 40% de los últimos años. Quienquiera que tome el relevo se verá igualmente lastrado por las sanciones de EE UU, que impiden a Teherán exportar los 3 millones de barriles de petróleo diarios que teóricamente podría. También heredará una economía disfuncional en la que gran parte de la actividad está controlada por el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), una agrupación militar sujeta a su vez a sanciones de EE UU.
Este telón de fondo limita el interés de los inversores extranjeros por Irán, con la notable excepción de Pekín, que compra la inmensa mayoría de los 1,6 millones de barriles diarios de petróleo que exporta. Pero Raisi era uno de los principales aspirantes a ser líder supremo cuando falleciera Jamenei, de 85 años.
El líder es elegido por la Asamblea de Expertos, un órgano de 88 miembros que celebró sus últimas elecciones en marzo. Dado que la participación es históricamente baja (41%) y que se impidió presentarse a moderados como Rouhani, la Asamblea se ha vuelto más conservadora. El riesgo es que acabe apoyando a Mojtaba Jamenei, hijo del líder, o a un candidato considerado demasiado cercano al CGRI. Ninguno de los dos sería popular entre muchos iraníes.
La mayor incertidumbre, empero, es cómo actuará un Irán con un nuevo líder por primera vez en más de tres décadas en cuestiones clave, como un posible conflicto con Israel. Independientemente de la retórica de Jamenei, su longevidad contribuye a disipar los temores de los inversores sobre la zona. La muerte de Raisi elimina al único sustituto que habría podido calificarse de conocido.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
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